Por Hernán de Goñi - Después del terremoto político que causó el
procesamiento de Cristina Kirchner y el pedido de desafuero por presunto
encubrimiento del atentado contra la AMIA, el Gobierno comenzó la semana
desplegando todas sus redes sobre el Congreso, con el fin de avanzar la semana
que viene con la sanción de algunas de las reformas que determinarán el rumbo
de los dos años que le restan de gestión.
El primer respaldo que se aseguró la Casa Rosada es el interno. Marcos
Peña, Nicolás Dujovne y Emilio Basavilbaso, junto a los vicejefes de Gabinete
Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, tuvieron la delicada misión de desarmar las
filosas declaraciones que hizo Lilita Carrió sobre la reforma previsional. En
una charla con otros legisladores de Cambiemos realizada ayer en la Casa
Rosada, los funcionarios buscaron disipar las dudas de sus aliados. La meta es
lograr que se apoye la media sanción del Senado, con la fórmula que ya aceptó
el peronismo en esa Cámara.
Los argumentos oficiales no fueron muy originales. Para empezar,
mostraron el verdadero déficit operativo que tiene la ANSeS, que hoy se financia
por la renta que deja el Fondo de Garantía. Los números fueron bastante
persuasivos, y ayudaron a convencer a los diputados de que la reforma es
central para darle equilibrio al sistema a mediano plazo. La nueva ecuación
preservará el poder adquisitivo futuro y el cálculo se hará como en la mayoría
de los países desarrollados.
Dujovne fue luego a la Comisión de Presupuesto y Hacienda a debatir
sobre la reforma tributaria. Ahí dejó de manifiesto que la flexibilidad que no
aceptaron en materia previsional, juega otro rol al discutir el impacto en las
economías regionales. En Diputados, cada voto suma. Si hace falta justificar
las erosiones que sufrirá el proyecto original, siempre se podrá acudir al
gradualismo. A Macri a fin de cuentas le importa más la película que la foto y
su letra chica.
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