Por Pablo Fernández
Blanco - Entre la suba de tarifas en los servicios públicos y la modernización
del sistema energético que ensaya el Gobierno, comienzan a gestarse decisiones
para cambiar los hábitos de los argentinos. Entre ellos, el uso eficiente de
los recursos, cuya última expresión puede resultar llamativa: desde hace
algunos meses, la administración de Mauricio
Macri trabaja en el etiquetado de inmuebles para discriminarlos
según el uso que hagan de los recursos, como pasa con los electrodomésticos.
La iniciativa, que
puede resultar compleja de entender, es mucho más fácil de explicar. Se trata
de ponerles a casas y departamentos una etiqueta similar a la que hoy tienen
las heladeras, los microondas, los acondicionadores de aire y los freezers, por
ejemplo, que se venden en tiendas y supermercados.
Esos productos
muestran de manera visible cuán eficiente es el artefacto en materia de uso
energético. Así, quien lo compre puede estimar su futuro consumo de
electricidad al momento de decidirse por uno u otro.
El proyecto está en
una etapa embrionaria, pero el Ministerio de Energía, que maneja Juan José
Aranguren, cree que proliferará con relativa facilidad debido a sus bondades económicas.
Según la subsecretaria de Ahorro y Eficiencia Energética, Andrea Heins,
levantar una casa eficiente puede costar un 10% más en la etapa de
construcción. Pero esa inversión derivará en un ahorro de 50% en el uso de la
energía (gas y electricidad) durante toda el tiempo que se use el inmueble.
El ahorro, a su
vez, se convertirá en un premio cada vez mayor a medida que las tarifas de
ambos servicios tengan menos subsidios y se encarezcan.
La eficiencia tiene
otros beneficios, además de ser más amistosa con el medio ambiente. En un
mercado competitivo, una vivienda moderna tendrá un diferencial al momento de
ser alquilada o vendida con respecto a otra que no lo es. "El constructor
se verá favorecido en la medida en que el mercado empiece a reclamar viviendas
más eficientes, con la promesa de un menor consumo y, por lo tanto, facturas
más bajos por los servicios. Incluso en el futuro puede haber una promoción
para los más eficientes o, eventualmente, una penalización para los
menos", explicó la funcionaria.
Heins define la
etiqueta con palabras técnicas: "Es un instrumento de catalogación del
consumo energético, igual que los electrodomésticos, para darle información al
consumidor y como instrumento para implementar políticas públicas".
Santa Fe es pionera
absoluta en el etiquetado de viviendas. De hecho, es el modelo a partir del
cual se orienta la Nación. La provincia tiene un proyecto de ley que armó la
gobernación para que al momento de la compraventa de un inmueble la operación
esté acompañada por un certificado de eficiencia energética, algo similar al
libre deuda de impuestos. "Nos quedamos atrás del mundo por muchos años.
Es el momento de avanzar en eficiencia energética y hay que hacerlo bien,
profesionalmente y en un trabajo conjunto de todos los actores. Estamos en un
proceso de transformación", sostuvo Verónica Geese, secretaria de Energía
de Santa Fe y una de las impulsoras del etiquetado, ante la consulta de LA
NACION.
Hay diversos
espacios en los hogares donde se puede ahorrar energía. Por ejemplo, a través
del denominado "envolvente" de la vivienda, la iluminación, la
calefacción, la climatización en verano y el agua caliente sanitario. También
puede mejorar su clasificación el hecho de contar con aprovechamientos de
energías renovables, como un panel solar.
En términos
técnicos, el requerimiento global de energía primaria se calcula como la suma
de los consumos anuales para cada uno de los usos considerados.
Los trabajos
comenzaron el año pasado, cuando se armó una mesa técnica entre Energía, Santa
Fe, el Instituto de Tecnología Industrial (INTI), el IRAM y la Comisión
Nacional de Energía Atómica. Todos desarrollaron la metodología para medir el
índice de consumo. Luego se sumaron colegios de arquitectos e ingenieros.
"Este índice calcula el consumo en kilovatios hora por año por metro
cuadrado, sin tener en cuenta parámetros de uso", explicó Heins.
En Rosario ya se
hizo una prueba piloto para capacitar a profesionales en la aplicación de la
metodología y se invitaron a voluntarios a postular sus viviendas para que sean
evaluadas. Hasta ahora hay 240 inmuebles con etiquetas, pero se relevaron 400
en total, por lo que en el futuro ese será el número que tendrá la estampilla.
La intención del
Gobierno es replicar esos análisis piloto en otras regiones bioclimáticas. El
cronograma los llevará por Bariloche, la región de Cuyo y el noroeste.
Una vez que se
establezcan los parámetros de cada zona, se armará una etiqueta similar a la de
los electrodomésticos, cuya clasificación va desde la A (el aparato más
eficiente) hasta la D (el menos).
Aunque el cuidado
ambiental tiene buen marketing en la sociedad, su puesta en práctica masiva
requiere de beneficios, algo que ocurre también en otras partes del mundo. En
esa línea, el Gobierno comenzó a hablar con bancos para que den condiciones más
favorables en los créditos si quien recibe los fondos se compromete a construir
unidades eficientes.
El diálogo no es
solo doméstico, sino que también tocarán puertas en los organismos
multilaterales para fomentar el desarrollo de "líneas verdes", dan
préstamos que luego los bancos más chicos bajan a los clientes.
El Gobierno está
obligado a ir por el camino de la seducción antes que por el de la
obligatoriedad, dado que los códigos de construcción son municipales.
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