Por
Jorge G. Herrera - Días atrás el nivel de las reservas del BCRA habían alcanzado una paridad
de $19 con respecto a la base monetaria. Es decir que toda la emisión de pesos
primaria (el circulante en poder del público más el que tienen los bancos, más
los encajes bancarios) tenían respaldo en las reservas a un tipo de cambio de
$19. Fue luego del "recálculo" de las metas de inflación con el
consiguiente impacto que acusó el dólar en el mercado mayorista y minorista. Si
bien, lejos quedó en el tiempo el esquema de convertibilidad aún para los más
románticos sigue siendo una referencia saber cuál es el respaldo de los pesos
emitidos por el BCRA, no solo para asistir al Tesoro sino para satisfacer la
demanda de dinero.
El 31 de diciembre de 2015 el Gobierno de Cambiemos tenía reservas por
u$s25.563 y la base ascendía a $623.890 millones, por lo que el tipo de cambio
"de cobertura" era de $24,41 cuando el dólar cotizaba en el mercado
por debajo de $13. Un año después, bajo metas de inflación, flotación cambiaria
y recomposición de las reservas el BCRA tenía un stock de u$s39.308 millones y
un nivel de base monetaria de $821.664 millones, así el tipo de cobertura era
inferior a $21 (el dólar cotizaba cerca de $16). Luego en 2017 se termina con
reservas por u$s55.055 millones y un tipo de cambio convertible de $18,2. Así
se transitó el inicio de 2018 con este nivel de reservas y una base de
$1.026.787 millones. De esta manera el dólar cobertura era de $18,66 (el
billete cotizaba por encima de los $19). Ahora gracias al ingreso de las divisas
provenientes de la última emisión de deuda (u$s9.000 millones), las reservas
alcanzaron un nuevo récord histórico cercanas a los u$s64.000 millones.
El último dato oficial del 11 de enero muestra un stock de reservas de
u$s63.906 millones y una base monetaria de $1.032.955 millones por lo que el
dólar cobertura bajó a menos de $16,2. Es decir que mejoró más de un 13% por la
inyección a las reservas y el mantenimiento, o más bien, la desaceleración de
la expansión monetaria que comenzó luego de octubre pasado.
Más allá de lo irrelevante que resulte el dato para el análisis macro, lo
cierto es que la recomposición de las reservas no solo constituye un mayor
poder de fuego para el BCRA por motivos precautorios, sino que brinda una señal
de respaldo para la gula monetaria provocada por el apetito fiscal,
principalmente para los que apostaron al carry-trade (tenedores de Lebac). O
sea, la deuda del BCRA tendría su correlato en las reservas al actual tipo de
cambio. Pero el problema es que a la hora de los cisnes negros o cualquier
shock interno o externo, no solo los tenedores de Lebac irán por los dólares
del BCRA. Sino que también los tenedores de pesos, en sus diversas formas
(billetes, depósitos, etc.) son una demanda potencial de divisas. A estos se
suman los más de u$s10.000 millones que se necesitan para cubrir el gasto del
turismo en el exterior y las compras de autos importados. En pocas palabras,
las reservas han crecido, pero no hay para todos. De ahí que tener
"garantizado" un flujo externo de divisas ante la magra perfomance
exportadora, viabiliza, por un tiempo, satisfacer estas demandas real y
potencial de divisas. Por ello desactivar la mina subterránea de las Lebac
descomprimirá bastante el panorama.
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