Por Walter Graziano (Economista) - Desde que Mauricio Macri subió al
poder, quienes se han encargado del manejo de la economía, sobre todo pero no
exclusivamente desde el Banco Central, se han empeñado en intentar que la
inflación se encuadre en un tope máximo. Este año en un principio ese tope iba
a ser de 10% anual y ahora lo es del 15% anual. Los deseos de encuadrar la
inflación dentro de tales límites han producido una inusual dureza en la
política monetaria durante largos períodos de tiempo con el objetivo de reducir
presiones inflacionarias hasta el mínimo nivel posible. Lamentablemente, nada
más equivocado que esta persistencia de las autoridades en lo que sin duda es
un error que está dañando el aparato productivo argentino. Veamos por qué:
a) El total de recursos monetarios en pesos de todo el país no supera el 30%
del PBI. De esa magnitud, sólo aproximadamente la mitad es crédito al sector
privado. O sea, la relación entre créditos y PBI se reduce al 15 % del PBI. Con
un mercado crediticio tan exiguo, la tasa de interés es un instrumento
altamente inefectivo para ser utilizado en la política antiinflacionaria, dado
que una muy vasta mayoría de las transacciones comerciales escapa a los
avatares de las tasas de interés cuyo nivel sólo ha servido en los últimos años
para acumular deuda innecesaria y negativamente.
b) Las metas de inflación para 2016, 2017 y ahora las -primero del 10% y ahora
del 15%- para 2018 no parecen tener ninguna correlación ni nexo de causalidad
con el déficit financiero del Estado que el propio Gobierno reconoce por encima
del 5% anual, mirado de manera benevolente. Es paradójica la situación
entonces: los propios funcionarios que profesan el credo de bajar y eliminar el
déficit fiscal como remedio para curar la inflación no han hecho ningún
estudio, que se sepa, para establecer la relación entre inflación y déficit. ¿
Y si resultara que una inflación del 10% o del 15% es incompatible en Argentina
con un déficit fiscal superior al 5% anual? ¿No estaríamos acaso persiguiendo
una quimera incumplible desde el vamos? Esto tiene una importancia primordial
dado que todo lo que afecta la meta de inflación del 15% se vive con cierto
dramatismo por el sector privado, los medios y también por el propio Gobierno
que se ha metido en este pantanal de generar metas locas de inflación basadas
en nada más allá de los propios ensueños del presidente del BCRA o de la
decisión posterior del Poder Ejecutivo.
c) En la prosecución de metas inflacionarias desde el vamos incumplibles el
BCRA, como hemos dicho, ha venido sosteniendo en el pasado tasas de interés ex
ante exorbitantes. Esas tasas exorbitantes sólo han ayudado a aumentar la deuda
pública a través de un enorme endeudamiento del Banco Central que ha producido
un déficit cuasifiscal del orden del 3% del PBI que sumado al financiero
implica un déficit total del Estado superior al 8% del PBI y muy cercano al 9%,
nivel que sería cómodamente superado si se incluye la situación deficitaria de
algunas provincias y organismos públicos. Esto también es paradojal: la
consecución de la meta inflacionaria a través de altas tasas de interés lejos
de haber bajado la tasa de inflación ha terminado por subirla a través de un
déficit estatal que ya resulta exorbitante. En otras palabras: haber puesto
ambiciosas metas contra la inflación sólo habría servido para aumentar la suba
de precios vía aumento del déficit estatal.
d) Las autoimpuestas metas contra la inflación tampoco tienen en cuenta el
creciente y preocupante déficit de balance de pagos que ya supera cómodamente
el 5% del PBI, acercándose a la "luz roja" que suele ser el nivel del
6% del PBI a niveles no sólo nacionales. El déficit externo presiona y va a
presionar en el mediano plazo también al retrasado tipo de cambio. Y el tipo de
cambio a la corta o a la larga presiona la tasa de inflación haciéndola
fácilmente incompatible con cualquier meta anterior que haya sido autoimpuesta.
En consecuencia, cabe decir que las autoridades -especialmente el BCRA- no han
exhibido ningún documento ni cálculo serio alguno por el cual se explique por
qué se pusieron en el pasado las metas de inflación que fueron puestas. Cabe
pensar entonces que las éstas sólo se han debido a caprichos voluntaristas que
sólo existen, y existieron, en la mente de funcionarios. Es hora de acabar con
las metas de inflación en Argentina, que debe tener la inflación que sus
propias variables causan y no más, debido a actitudes caprichosas que no tienen
ningún sentido. Los países que tienen metas de inflación suelen tener, además
de baja inflación inercial en general, claros estudios de compatibilidad que
les dan soporte. Aquí el soporte sólo ha sido un capricho voluntarista. Lo
mejor que se puede hacer para quitar dramatismo inflacionario a lo que resta
del año, lo que derivaría en una erosión de popularidad del Gobierno, es
admitir que no hay metas de inflación. Que no existen.
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