Por Rafael Mathus
Ruiz - WASHINGTON.- En su ofensiva más frontal contra el avance económico de
China, Donald Trump ordenó imponerles aranceles a miles de productos de ese
país por un valor de hasta US$60.000 millones y restringir inversiones chinas
en Estados Unidos, una decisión que hundió a los mercados al arraigar los
temores de una guerra comercial entre las dos economías más grandes del
planeta.
La ofensiva de la
Casa Blanca enfocó el giro proteccionista que imprimió Trump en la política
comercial de Washington en China, un país al cual el mandatario ha calificado
de "enemigo" y al que ha acusado de robar tecnología, destruir
industrias y tomar ventaja de Estados Unidos con prácticas comerciales
desleales, como manipular el valor de su moneda.
A la par del
anuncio, el gobierno de Trump confirmó que, además de las nuevas tarifas, que
alcanzarán a 1300 líneas de productos, le aplicará a China los nuevos aranceles
al acero y al aluminio, de los que eximirá a Canadá, México, la Unión Europea,
Corea del Sur y Australia, y, en América Latina, a la Argentina y Brasil, todos
países vistos como aliados.
Wall Street
reaccionó a la nueva política de Trump con una profunda caída. El índice Dow
Jones perdió un 2,93%, mientras que el índice S&P 500, más abarcativo,
retrocedió un 2,52% ante los temores de los inversores de una incipiente guerra
comercial.
Al firmar el
memorando que ordena diseñar los nuevos aranceles, Trump prometió una política
comercial "recíproca". Su gobierno ya se ha embarcado en
negociaciones con casi todos sus principales socios, incluidos Canadá, México y
la Unión Europea. "Si ellos nos cobran, nosotros les cobramos lo
mismo", resumió el mandatario, al hablar de China.
Altos funcionarios
de la Casa Blanca dijeron en una conferencia telefónica que la nueva política
respondía a la necesidad de defender al país de la "agresión
económica" del gigante asiático, y que el objetivo final era "lograr
que China modifique sus prácticas comerciales desleales". El gobierno
acusó a China de presionar a compañías norteamericanas para adquirir su
tecnología. Además de las nuevas tarifas, que se anunciarán en dos semanas,
Trump ordenó al Departamento del Tesoro que imponga restricciones a las
inversiones chinas en tecnología.
Antes del anuncio,
Pekín prometió tomar "todas las medidas necesarias" para defender los
intereses del país. Trump justificó su decisión en que China presuntamente roba
tecnología estadounidense o presiona a las empresas norteamericanas para que la
entreguen.
"China no se
sentará de brazos cruzados para ver sus derechos legítimos dañados, y debe
tomar todas las medidas necesarias para defender resueltamente sus derechos
legítimos", dijo el Ministerio de Comercio en Pekín, en un comunicado en
su página web, según la agencia AP. Tras el anuncio, la embajada china en
Washington difundió un comunicado en el que advirtió que la ofensiva
"dañará" a los consumidores norteamericanos -una opinión extendida-,
y, sin titubeos, desafió: "China no quiere una guerra comercial con nadie.
Pero China no tiene miedo y no retrocederá en una guerra comercial".
Trump había
prometido durante la campaña presidencial que ajustaría el intercambio
comercial con China, uno de los pilares de su compromiso de rediseñar los
vínculos comerciales con el mundo. Estados Unidos tiene un déficit comercial de
bienes con ese país de US$375.000 millones. Ayer, Trump dijo que veía a China
como una nación "amiga" y que tenía un "tremendo respeto"
por el presidente chino, Xi Jinping. Pero renovó algunas de sus acusaciones al
prometer que su política ayudaría a equilibrar el comercio y crear un país
"más fuerte, más rico". Sus funcionarios se encargaron de pintar a
China como un enemigo.
"Lo que
Estados Unidos está haciendo es defenderse estratégicamente de la agresión
económica de China", dijo Peter Navarro, director del Consejo Nacional de
Comercio de la Casa Blanca y arquitecto proteccionista de Trump.
Unas horas antes
del anuncio, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer,
acusó a China ante el Senado de querer "apoderarse del mundo".
"Al final del
día, no importa lo que yo haga ni lo que usted haga durante su carrera, y con
suerte usted se enfocará cada vez más en este tema. China seguirá siendo un
país comunista impulsado por el mercado. No va a ser como nosotros. Siempre va
a tener un sistema diferente que desafíe nuestro sistema y quiera apoderarse
del mundo. Esa es mi opinión", dijo Lighthizer ante el Comité de Finanzas
del Senado.
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