Por Sofía Diamante - Hace menos de un año, cuando los directores de
finanzas se reunieron en la convención anual del Instituto Argentino de
Ejecutivos de Finanzas (IAEF), en Bariloche, el clima era de optimismo y de
"percepción de menor riesgo", como los mismos concurrentes habían
dicho. Sin embargo, menos de ocho meses después, en el congreso anual realizado
por el mismo instituto ayer, la sensación empresarial fue de
"cautela". "Se frenó la corrida cambiaria, pero la incertidumbre
sigue", indicó un ejecutivo en estricto off.
Miguel Kiguel, director de la consultora Econviews, había señalado en el
primer panel de la mañana lo que la mayoría de los financistas decía en los
pasillos: "La economía retrocedió un año. Se vienen dos trimestres de
caída del producto. El consumo va a seguir deprimido y la economía no va a
estar vibrante. Algo cambió".
La sensación de retroceso se percibe en una inflación que, si el Banco
Central logra encauzarla hacia una desaceleración importante en el segundo
semestre, evitará superar por poco el 24,8% anual de IPC del año pasado, según
los economistas y empresarios consultados. La expectativa de decrecimiento de
los precios, por lo tanto, quedará pendiente para el año siguiente.
Por otro lado, el ministro de Finanzas, Luis
Caputo , fue el encargado ayer de cerrar el congreso y explicó
que el actual nivel de tasas, de entre el 38% y 40% anual, "es coyuntural
y no podrá mantenerse a largo plazo". Sin embargo, los ejecutivos son poco
optimistas que baje del piso del 30% antes de diciembre, quedando aún por
encima del 28,75% con que comenzó el nivel de política monetaria en 2018. El
efecto de las tasas altas repercutirá directamente en la toma de créditos que,
como el efecto inflacionario, impactará en el consumo y provocará menor
actividad económica.
Caputo, además, defendió haber recurrido al Fondo Monetario
Internacional (FMI), y dijo que no fue una "decisión apurada", sino
que "lo venía hablando con el Presidente hace varios meses", como
alternativa si la situación internacional se volvía más hostil para los
mercados emergentes.
"De estas turbulencias uno sale fortalecido. Esto que pasó es para
mejor porque le abrió los ojos a los argentinos de que la situación sigue
siendo de tener cuidado. Hay que tener claro adónde se quiere llegar, pero no
hay que confiarse nunca. No hay que perderle el respeto a los mercados, sobre
todo cuando se está en una etapa de financiamiento", respondió Caputo,
ante la pregunta que le hizo José Del Rio, secretario general de Redacción
de LA NACION, y moderador de los últimos paneles.
Entre otras consecuencias "positivas" que dejó la turbulencia
cambiaria, los asistentes señalaron el tipo de cambio más competitivo y una
aceleración de las reformas. Sin embargo, las próximas semanas de negociación
con el FMI y el siguiente megavencimiento de Lebac mantendrán en vilo las
decisiones de corto plazo del mundo financiero.
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