Por Claudio Zlotnik - En
una semana en la que al Gobierno le salen mejor las
cosas, Mauricio Macri tomó
la precaución de armar el acto de recambio del Gabinete nacional antes
del partido de la Selección.
Otra hubiese sido la historia si, como hacía Cristina Kirchner, lo pautaba para
las siete de la tarde. Con el 0-3 en contra versus Croacia, seguramente,
el Presidente no se hubiese podido mostrar distendido, optimista y
hasta ensayando chascarrillos durante su discurso.
Lo pudo hacer porque Javier Iguacel y Dante Sica, flamantes
ministros de Energía y Producción, asumieron con las pantallas de las
páginas de noticias y agencias internacionales informando sobre la caída de
la cotización del dólar y
la fuerte recuperación de las acciones y bonos.
En Casa Rosada tienen la sensación de que, luego de dos meses de turbulencias
que cambiaron el mapa de la macroeconomía, ahora el Gobierno está
ante la gran posibilidad de dar inicio a la recuperación.
El propio mandatario fue bien elocuente en su discurso ante los nuevos
ministros, al afirmar que "se están desactivando las bombas económicas"
heredadas por las distorsiones del "modelo" anterior.
Lo cierto es que el mediodía del jueves se respiraba otro aire en el Salón
Blanco. Un cambio de ministros (decisión tomada desde la debilidad y
la incertidumbre por la crisis), fue presentada como una oxigenación del
plantel oficial. Como un verdadero relanzamiento de la gestión.
Tras el sufrimiento por la sensación de caída libre en medio de la suba del
tipo de cambio ocurrida en las semanas previas, se enlazaron distintos
eventos, todos favorables a la estrategia de los funcionarios.
Fue clave el plan pergeñado por Luis "Toto" Caputo en
el Banco Central, ya que pudo frenar la corrida a partir de
iniciativas que "secaron" la plaza cambiaria.
Planteó una estrategia de emergencia que duró tan sólo dos días, a la espera de
los fondos del FMI y que sirvió para estabilizar la situación.
A eso se sumó la llegada de los primeros u$s15.000 millones del
Fondo Monetario, con u$s7.500 millones que contribuirán a abastecer
la demanda de divisas del sector privado.
También ayudó, y mucho, la recategorización de MSCI -de
"frontera" a "emergente"-
no tanto por su impacto económico sino por el shock anímico que
generó en el mundo financiero. Y también en el Gobierno.
Mientras en la bolsa se festejaba un eufórico rebote del índice Merval y los
bonos soberanos recuperaban un 6% de su cotización, el Presidente calificaba el
upgrade a mercado emergente como
una oportunidad para el ingreso de inversiones al país.
"Significa más herramientas para que más gente pueda invertir, y eso
significa más trabajo para los argentinos", graficó.
La lectura política que se hizo tanto en el Gobierno como en el mundo
empresarial fue que la mejora de la categoría del MSCI debe ser
evaluada como un hecho que va mucho más allá de una mera noticia
financiera.
Concretamente, que debe ser vista como una confirmación de que el G20 -en
el que convive Argentina junto con las naciones más desarrolladas- le dio un fuerte
espaldarazo a la administración Macri,
al percibirla como la más sensata y confiable que podría tener el país en pleno
proceso de ajustes.
Un año atrás, el MSCI le había negado esa recategorización argumentando que el
cuadro político presentaba dudas e incertidumbre ante el posible triunfo de
Cristina Kirchner en las elecciones de medio término.
Paradojas: ahora la economía luce
peor, pero esto no fue impedimento para que el MSCI premie a la
Argentina.
Ese galardón a la administración Macri valora
la victoria electoral en las legislativas de octubre pasado como también las
últimas decisiones de la Casa Rosada.
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