Por Mariano
Casal - "Estamos presentando un Presupuesto con equilibro fiscal primario
por primera vez desde 2009". La frase que regaló ayer en el Congreso el
ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, durante la presentación light de la ley
de gastos para 2019 confirmó, en caso de cumplir la difícil tarea de respetar
lo que dice la iniciativa que envió el Ejecutivo -aún debe ser sancionada-, que
el Gobierno se levantó de una colosal siesta fiscal de al menos dos años, de la
que ahora se debe despabilar en medio de meses recesivos y con serias heridas que
vendrán con envoltorio de impuestos hacia el sector privado, clave para la
reactivación del país.
La denominada "ley de leyes" que envió ayer el Ejecutivo, que
contiene guiños sobre ajustes pedidos por el Fondo Monetario Internacional
(FMI), ya es vista como una cuestión "simbólica" por los operadores
más experimentados del Congreso. "No sabemos si habrá algo para gobernar,
pero sí para mostrar", deslizaron la semana pasada a Ámbito Financiero.
Bajo esta premisa, y con el recuerdo fresco de los números planteados el año
pasado -que se descontrolaron en los últimos meses-, el Gobierno pone en juego
una situación mucho más delicada y ya dañada, que es la credibilidad de cara a
un año electoral.
"Esperamos el acompañamiento de este Congreso, ya que será una señal muy
importante para reducir la incertidumbre sobre el proceso económico de la
Argentina", aseguró Dujovne. El año pasado, el peronismo senatorial le
pidió a gritos al Gobierno que explicara las medidas a tomar y que reconociera
los errores que marcaba la oposición.
"Ocurrieron una serie de shocks que nos apartaron del camino del
crecimiento: vivimos la sequía más intensa de los últimos 50 años y la suba de
tasa de interés más rápido de lo esperado en Estados Unidos tuvo un fuerte
impacto, además de las crisis de Brasil, Turquía y las disputas comerciales
entre Estados Unidos y China, que provocaron mayor inestabilidad global",
dijo ayer el ministro de Hacienda. La realidad es que esos motivos
-preocupantes para cualquier economía emergente- fueron abrazados por
impericias locales aún no reconocidas, excepto las "dosis de
optimismo".
El problema de fondo con la siesta que se tomó el Gobierno es que jugó gratis
durante dos años tras el descomunal descalabro económico y social que dejó el
cristichavismo, hoy concentrado en dinamitarle el Presupuesto a Mauricio Macri
para generar mayor incertidumbre y tapar por un rato el sol judicial que
ilumina a los principales exfuncionarios -algunos, ya presos- de la tan
celebrada "década ganada".
La iniciativa proyecta un dólar promedio de $40,1, dato que fue tomado con
gracia en varios despachos de la oposición negociadora y, por supuesto, de la
más virulenta. El fin de semana de los cambios en el Gabinete nacional, Macri
deslizó a sus más cercanos que el valor de la moneda estadounidense bajaría al
menos hasta $37. Por otra parte, la caída de la actividad económica será del
0,5% del PBI, arrastrada por el pésimo año que atraviesa el país. La inflación
estimada será del 23% para todo el año. Dujovne destacó durante la conferencia
el esfuerzo del Gobierno para mantener y actualizar los gastos sociales y de
salud, entre otros puntos, y auguró un boom en exportaciones.
Al término de la presentación de Dujovne -dará más detalles pasado mañana, en
la Comisión de Presupuesto de Diputados que comanda el macrista Luciano
Laspina-, el legislador peronista Diego Bossio manifestó: "La
incertidumbre que vemos es la del trabajador y la de la gente que no llegan a
fin de mes y tienen problemas para acceder a la salud y la educación pública, y
este Presupuesto no resuelve ninguno de esos problemas acuciantes que hoy
tienen las grandes mayorías. Por su parte, el jefe del Frente para la Victoria
en la Cámara baja, Agustín Rossi, disparó: "Sabemos que estamos ante un
escenario de crisis económica. Por lo tanto, lo que venimos a ver es si el
Gobierno puede presentar un Prepuesto con parámetros realistas y parece que no
es así por los números que mencionó el ministro".
El oficialismo quiere dictaminar el jueves 27 y llevarlo la semana siguiente al
recinto como escenario más alentador. En el medio, debe enviar la adenda fiscal
al Senado. Habrá más leyes aledañas. Sin embargo, en Diputados hierve el
escenario por la sesión especial pedida por la oposición para mañana para
tratar el DNU con el que Macri borró el Fondo Federal Solidario (FoFeSo), más
conocido como "fondo sojero", que direccionaba partidas fruto de los
derechos de exportación para obras -algunas veces, gastos corrientes- en todo
el país. Los créditos blandos ofrecidos a municipios, y el aumento del Fondo
Fiduciario Federal de Infraestructura Regional a favor de las provincias no
alcanzaba anoche como solución pacífica. El Gobierno necesita desactivar con
urgencia ese convite en el recinto para evitar una lesión inicial al acuerdo
base que tiene con el sector "friendly" del antimacrismo. Ni siquiera
puede festejar la baja a menos de 650 puntos del riesgo-país.
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