Por Juan
Diego Wasilevsky - "Todavía no se puede hablar de
atraso cambiario, pero…". Palabras más, palabras menos, esta es la
respuesta que brindan desde empresarios hasta analistas cuando, por estos días,
se les pregunta cómo las variables dólar y precios están
afectando al colchón de competitividad de los sectores exportadores.
Si bien hay coincidencia en que, tras el pico que
alcanzó el billete verde en septiembre -cuando tocó los $42-, era de prever una
corrección por una aceleración de los costos, la realidad es que el nivel y la velocidad del deterioro que sufrió el
tipo de cambio que hoy miran los sectores que venden al mundo genera inquietud.
"Hay una tendencia leve a la
apreciación", señala Jorge Neyro, de ACM Consultora, quien agrega que este
deterioro no funciona, justamente, como un incentivo para que, de ahora en más,
los sectores exportadores se lancen a ganar nuevos mercados.
El tema es que el pass through -es
decir, el contagio de la devaluación a los precios- terminó siendo más
virulento que lo esperado: septiembre fue testigo del mayor salto de precios en
cerca de dos años y medio, mientras que octubre tampoco se quedó atrás, dejando
un incremento acumulado en esos dos meses de casi 12%. En noviembre hubo una
desaceleración, con un nivel de 3,2%. Pero esto coincidió con una divisa que,
en términos nominales, se sigue manteniendo lejos del pico.
Para analizar cómo se fue
deteriorando el "colchón" para las empresas exportadoras basta saber
que:
-El tipo de cambio real multilateral
-que considera una canasta de monedas ponderadas según los principales países
con los que comercia la Argentina- pasó de un índice de 87 puntos en diciembre
último a un nivel de 140 en el pico de septiembre, lo que implicó una mejora
del 60%.
-Sin embargo, tras la fijación del
sistema de bandas instrumentado por el Banco Central y con particulares que no
sólo demandaron menos billetes verdes sino que acudieron más al mercado para
desprenderse de ellos, dicho indicador cayó hasta un nivel de 118.
-Es decir que, en
menos de tres meses, se perdieron 22 puntos, achicando esa mejora del 60% a un
nivel del 35%.
-En el comparativo bilateral con Brasil, en tanto, la competitividad en términos
cambiarios se deterioró más de 21 puntos, para pasar a estar a niveles
similares a los de octubre de 2014, cuando ya se estaba perdiendo el
efecto de la devaluación que había convalidado el entonces ministro Axel
Kicillof en febrero de ese mismo año.
-Si el comparativo se establece
respecto de los países de la Unión Europea, hubo un fuerte deterioro de 28
puntos, de modo que la mejora del tipo de cambio en términos reales retrocedió
hasta ubicarse en un nivel similar al de marzo de 2014.
Por ahora, los mercados frente a los
cuales las ventajas cambiarias todavía más se sienten son China y Estados
Unidos: para las empresas argentinas, la relación es la más ventajosa desde
2009.
El 2019 preocupa a los exportadores
Si bien el salto cambiario provocó un
desplome de las importaciones –ayudado también por la crisis económica y la
caída de la demanda interna-, por ahora está teniendo un efecto limitado a la
hora de impulsar ventas al mundo, especialmente de productos con valor
agregado.
"Las empresas que ya tenían un circuito armado
y que tenían un importador en el exterior, estarán en mejores condiciones de
aprovechar el actual del dólar. Pero para aquellas
que no cuenten con la logística aceitada, será
complicado que puedan abrir mercados de manera automática",
plantean desde ACM.
En tanto, el director comercial de una de las tres
grandes bodegas de la Argentina, reconoció a iProfesional que "si bien
el dólar alto ayuda a
mejorar los números, no es suficiente para producir un boom exportador. De
hecho, recién en octubre empezamos ver una reacción en las estadísticas.
Pero la expectativa es que los embarques
de la industria, principalmente de Malbec, terminen levemente por debajo de los
de 2017 o, a lo sumo, empatados".
A nivel nacional, las exportaciones
total país crecieron apenas 1,2% en cantidades en octubre, pero todavía
acumulan una contracción de casi 4% en diez meses, en gran medida por el efecto
de la sequía.
En cuando al saldo de la balanza, se
prevé un resultado negativo del orden de los u$s5.500 millones para todo 2018,
una mejora importante frente al rojo de u$s8.300 millones que había arrojado el
año previo.
Si bien el achicamiento del déficit es importante,
desde Ecolatina plantean que esta mejora
"llegará por razones negativas, como es la caída de la demanda, y no por
razones positivas, como un aumento de las exportaciones".
Y, para los próximos meses, ya hay
diversos expertos que marcan que difícilmente los sectores exportadores puedan
volver a beneficiarse de un escenario de competitividad como el que se dio en
septiembre.
Desde la consultora EcoGo, por ejemplo, plantean que
para que el índice de precios no supere el 30% durante el año próximo, el billete verde entonces no debería superar la
pauta del 25%. Es decir, ni más ni menos que un revival del dólar como ancla de
la inflación.
En tanto que desde el Centro de Economía Regional y
Experimental (CERX), tras proyectar un índice de precios de más del 36% para
los próximos doce meses, señalaron que ven muy
difícil que la divisa estadounidense gane la carrera, por lo cual consideraron
que "se va a perder competitividad".
De hecho, desde Ecolatina plantean
que la desaceleración del índice en noviembre y diciembre, "no implica una
relajación en la dinámica inflacionaria". Por el contrario, prevén que
"el comienzo de 2019 será agitado".
"En primer lugar, porque los
trabajadores intentarán recomponer el poder adquisitivo perdido este año.
Además, se observarán incrementos ya pautados en los precios regulados",
agregan.
A esto se suma una
particularidad que tendrá el 2019: el factor elecciones.
El consultor Salvador Di Stéfano
plantea que, de mantenerse el contexto recesivo, continuará viéndose una mayor
oferta de dólares en el mercado, de la mano de más particulares que se verán
obligados de desprenderse de los billetes para hacerse de pesos.
Para el experto, frente a esta mayor oferta, el
Gobierno podría caer en la tentación de alentar
un escenario de tipo de cambio bajo para "estabilizar la inflación y ganar
gobernabilidad".
Es en esta línea que, tal como informara iProfesional,
el Banco Central dejó entrever que está listo para actuar con normativas y
regulaciones para evitar que movimientos especulativos en la previa a las elecciones
impacten en un salto del billete verde.
Incluso más: off the record, directivos
de la entidad reconocen que no quieren que el mercado experimente momentos de
zozobra que terminen generando incertidumbre entre los particulares.
Para Di Stefano, si se confirma que el dólar se convertirá
nuevamente en ancla de los precios y entonces pasa a moverse por debajo de la
zona de intervención, "para los sectores exportadores será un problema grave, porque no vemos posibilidad
de una recuperación real del tipo de cambio".
"Vienen meses difíciles, en los que habrá que
convivir con una inflación alta, tasas que no serán apropiadas para la producción, rentabilidades
acotadas, y un tipo de cambio que crecerá al ritmo de los precios minoristas.
El 2019 será un año 'amarrete'", completa.
Sectores "incómodos"
En este contexto, desde diversas
ramas de actividad advierten que a la estabilización del billete verde, con una
inflación todavía elevada, se suma una variable extra: la mayor presión
impositiva que ha deteriorado significativamente la competitividad general de
las economías regionales y de las industrias.
"A comienzos de septiembre, el
Gobierno, urgido por una situación fiscal crítica, decidió volver a aplicar
derechos de exportación sobre todos los productos que Argentina envía al
exterior. Así, ahora hay bienes que pasaron a tributar luego de casi una década
sin estar alcanzados por este nocivo impuesto", agrega.
Desde un sector representativo de la industria y
con una fuerte impronta Pyme, como es el autopartista, hoy afirman que el dólar a poco más de
$38 no alcanza para alentar ventas al mundo o desalentar importaciones.
"Nos bajaron los reintegros
hasta un 2% y unos pusieron retenciones del 8%. Cuando una automotriz tiene que
incluir una pieza nacional en un vehículo que se exporta, ese componente pasa a
tener una penalidad de 6 puntos frente a uno importado. Esto está afectando
salir al exterior", advierten desde AFAC.
En paralelo, es cierto que las ventas
al exterior de autos vienen en aumento, pero el impulso está lejos de alcanzar
para amortiguar el ritmo de actividad, muy golpeado por el derrumbe de los
patentamientos en el plano interno.
Además, el
sector lleva exportadas en 11 meses unas 246.000 unidades, una cifra que se
ubica nada menos que un 40% por debajo de un gran año como fue 2013, lo
que demuestra que todavía hay limitaciones que impiden recuperar una mayor
parte del terreno perdido.
En este contexto, el titular del
Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), Ricardo
Pignanelli, lanzó una dura advertencia al señalar que en el sector podrían
destruirse 15.000 empleos en cuestión de meses.
En tanto que desde el arco empresario, uno de los
que alzó la bandera en contra del deterioro de la competitividad cambiaria fue
Cristiano Rattazzi, titular de FCA, quien disparó contra "la enfermedad
argentina" que se traduce en una "pasión por el dólaratrasado".
Claro que, entre los
sectores que más reaccionan apenas sienten "aroma" a pérdida de
competitividad están aquellos vinculados con las economías regionales.
Desde la Cámara de Exportadores de
Citrus del Noreste Argentino (CECNEA), que nuclea a productores de naranjas y
mandarinas, plantearon que el sector está en una situación “muy mala” debido a
los altos costos internos que quitan competitividad.
Según indicaron, las exportaciones
cayeron alrededor de 30%, sobre todo de mandarinas, mientras que las de naranja
tampoco se recuperaron, pese a la devaluación.
Así, desde la Cámara pidieron avanzar
con una reforma impositiva para achicar un 20% los costos laborales, al tiempo
que consideraron necesario que las empresas del sector puedan acceder a una
línea con cinco años de gracia a tasas blandas para poder financiarse y
“empezar a competir”.
En paralelo, desde una de las bodegas líderes de la
Argentina, que produce y exporta varios millones de litros al año, trazan una
lectura preocupante: "Con un tipo de cambio clavado hace meses, una
inflación elevada para el sector y, además, con retenciones y quita de
reintegros, estamos viendo que han
empeorado las expectativas que teníamos a mediados de septiembre".
"Ya de movida, por ese combo tributario,
recibimos 5 pesos menos por cada dólarexportado. Claro que
estamos mejor que el año pasado o que en el primer trimestre, pero tampoco
estamos tan bien como en 2005 o 2006, cuando el sector estaba en pleno boom por
la demanda externa. Con suerte estamos en un nivel comparable al de 2011",
agrega el directivo. Por cierto: fue a
partir de ese año que las ventas al mundo comenzaron a amesetarse.
En el caso del sector lácteo, un
informe de Fundación Mediterránea destaca que la actividad experimentó una
buena recuperación. Según el INDEC, hasta octubre se habían despachado
alimentos por u$s645 millones, casi 36% más que el mismo período del año
anterior.
Según la consultora, la recuperación
de la rentabilidad del sector exportador fue lo que explicó el crecimiento los
envíos: a mediados de 2018, el margen bruto de una operación de exportación de
leche en polvo entera era equivalente al 50% del costo de la leche cruda
incorporada, "un porcentaje muy superior respecto del que se tuviera en
los dos años previos", indicaron.
Sin embargo, poalertaron que "se ha encendido una alarma en octubre" en
cuanto a la sustentabilidad de esta dinámica: el nivel ya se ubica
por debajo del 30%, un deterioro que ubica al margen bruto en un umbral
crítico, explicado también por una baja de las cotizaciones internacionales.
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