Por Claudio Zlotnik - Lejos
de los micrófonos, el diagnóstico del Gobierno sobre la marcha de la economía
no deja demasiado espacio para el optimismo. Al menos de corto y mediano
plazo. La definición de uno de los
funcionarios más influyentes del equipo económico lo dice todo: menciona que la
situación actual luce “frágil”. Y que todo el esfuerzo está puesto en la
confirmación de la estabilización cambiaria.
Sin embargo, a pesar de que el
Ejecutivo se juega a mantener el tipo de cambio sin sobresaltos, el Banco
Central podría dar una especie de regalito de Navidad a los afligidos
empresarios y consumidores, que están enfrentando un costo financiero
implacable.
En
concreto, la idea es flexibilizar la tasa de interés en las próximas semanas.
Es decir, profundizar la tendencia bajista de la tasa de referencia, que ya
alcanzó un piso del 59% anual y que viene cayendo desde el máximo del 74% en
medio de la corrida cambiaria que había llevado al dólar por encima de los $40.
A la hora de pensar hasta
dónde podría descender el costo del dinero, en los despachos oficiales tienen
un número de mínima y otro de máxima. Al menos para las próximas semanas.
En primer lugar -de mínima-
confían en que la tasa de referencia podría caer hasta el 55% hacia finales de
este año o en el comienzo de 2019.
El análisis
más optimista lleva ese número al 50% anual. Es
decir, alrededor de nueve puntos menos que el nivel actual.
En las últimas jornadas, al
Banco Central le costó romper el piso del 59% en la tasa de referencia, pero
los funcionarios confían en que la tendencia bajista se retomará ahora que el
Indec confirmó la desaceleración inflacionaria durante noviembre.
Está claro que no se trata de
una escala que resuelva los inconvenientes de los ejecutivos que vienen
ahogados a la hora de refinanciar pasivos. Ni termina con los inconvenientes de
los consumidores que apenas pueden pagar el mínimo de la tarjeta de crédito. De
hecho, cuando empezó la corrida cambiaria, la tasa de interés se ubicaba en el
26% anual.
En todo caso, este movimiento
habrá que tomarlo como un guiño y del Banco Central hacia esos deudores. Y, ya
desde lo político, la posibilidad de que el Gobierno se aferre al argumento de
que el camino de la crisis es de salida.
Ahora bien:
¿Cómo puede ser que los mismos funcionarios que admiten la fragilidad e
inestabilidad del momento económico y financiero de la Argentina prevén, al
mismo tiempo, que la tasa puede seguir hacia abajo?
Para ellos, no existe tal
contradicción. Y manifiestan que conviven dos elementos claves para entender lo
que está sucediendo.
El primero y más relevante se
relaciona con la desaceleración
inflacionaria.“Venimos de una inflación núcleo del 7,5% en septiembre al
4,5% de octubre y al 3,3% en noviembre. A pesar de que este nivel da cuenta de
una dinámica compleja de abordar, los funcionarios se muestran conformes con el
resultado. La tasa de interés se adapta a esa nueva realidad”, señala un alto
funcionario del Gobierno.
“Al contrario, la tasa de
referencia cayó menos que la inflación. Es
decir, la tasa real sigue siendo tan alta como antes. Por eso hay margen para
que baje un poco más”, agrega el dirigente.
Para el equipo económico, este
dato es esencial para monitorear los próximos meses. “En septiembre, la
inflación núcleo, en términos anualizados, trepó al 100%. Cayó al 60%. La tasa
de referencia acompañó, incluso de una manera más cauta, y lo va a seguir
haciendo, en la medida que la inflación siga para abajo”, añade la fuente
oficial, en diálogo con iProfesional.
Según los funcionarios
consultados, ahí está la cuestión: que la inflación mantenga la tendencia
bajista. La expectativa es que durante el verano, el índice de preciosronde el 2% mensual durante el verano.
Pero que, de ahí en más habrá que monitorear la dinámica.
La segunda
clave refiere a la demanda de dinero en la economía. De acuerdo a informes internos del Banco Central, la actual
demanda de pesos se ubica en niveles mínimos históricos, aunque los
funcionarios apuestan a que ese panorama se revierta.
En una economía que funciona
con normalidad, un incremento de la demanda de dinero -como suele darse durante
diciembre-, la tasa de interés se eleva. Pero la economía argentina siempre
tiene sus peculiaridades. De manera que, en el caso local, a mayor demanda de
dinero se responderá con menores tasas de interés.
El economista Gabriel Caamaño,
de la consultora Ledesma, marca la diferencia entre la realidad argentina y el
resto. “Estamos en medio de un proceso de
estabilización, y se incrementa la demanda de dinero por la mejora en las
expectativas de corto plazo. Tanto en lo que refiere a una posible devaluación
como al desempeño de la macro”, afirma, en diálogo con iProfesional.
“Venimos del décimo subsuelo y
esta es la principal fuerza que está jugando en el corto plazo. Para más
adelante, para el largo alcance, va a costar más reducir la tasa de interés”,
agrega.
De paso refiere: “Lo
importante es que el BCRA sea muy cauteloso y vaya por atrás de las
expectativas en su deseo de reducir el costo del dinero. Tiene que seguir
ganando credibilidad y dejar bien en claro que no hay chances de una nueva
disrupción”, completa Caamaño.
La visión del mercado
A la hora de hablar de la
tasa, en algunos bancos internacionales trabajan con la hipótesis de un ciclo
en "U". Es decir, una baja desde los valores máximos y, después de
cierta estabilidad, la posibilidad de un nuevo repunte.
Esta posibilidad fue planteada en los recientes encuentros entre funcionarios y
analistas. El Banco Central tiene una visión más optimista. Y por eso mismo
este mes desapareció el piso del 60%. De este modo, dio la señal de que aguarda
un descenso más pronunciado.
El escenario previsto (e incluso compartido en algunos bancos de inversión) es
que la tasa de referencia podría acercarse al 50% anual. Unos 10 puntos por
debajo de la actual.
En su visión, compartida con
los fondos de inversión consultados por iProfesional(algunos de ellos
mantienen encuentros con Dujovne y su equipo en forma regular), la rebaja del
74% al 60% puede interpretarse como "el camino hacia una
normalización", que está lejos en el horizonte.
Esos fondos y entidades internacionales
proyectan un escenario, de máxima: la tasa de referencia podrá caer unos puntos
adicionales, a un piso del 50% anual. Tal cual espera el Banco Central. Pero,
ante de seguir hacia abajo, hay altas chances de que rebote en medio de la
campaña electoral.
En la práctica, la suerte de una eventual tendencia bajista se jugará cuando
los bancos empiecen a trasladar esa corrección hacia los plazos fijos.
El argumento del Gobierno es que el rendimiento de los depósitos puede
descender en la medida en que lo haga la inflación. En un escenario así, los
ahorristas aceptarían quedarse posicionados en pesos.
En los bancos de inversión quieren ver para creer. Los inversores que visitan a
Dujovne en el Palacio de Hacienda y a Guido Sandleris en el BCRA plantean sus
dudas. El ministro intenta convencerlos de que el contagio a precios por la devaluación de este
año ya terminó. Sin embargo, ellos contraponen que la dinámica inflacionaria en
Argentina se mantuvo elevada durante los últimos años, más allá de la evolución
del tipo de cambio.
Concretamente, en los borradores de esos análisis figura que durante los meses
de verano el índice de precios rondará el 2% mensual. Pero
que -lo más, probable- haya un repunte en marzo. Es lo que suele suceder por
motivos estacionales.
|