Por Carlos
Burgueño - Aunque
considere que lo fundamental para llegar a las elecciones con
algún tipo de crédito económico
sea mantener la estabilidad cambiaria, el Gobierno comienza ahora a mirar con
desconfianza la falta de reacción del mercado interno. Y, en consecuencia, el
mal humor generalizado que la situación del consumo puede traer entre los
votantes. Por ahora sigue confiando en la máxima que llega desde el Ministerio
de Hacienda, de Nicolás Dujovne, y que asegura que cuando las paritarias
comiencen a ejecutarse, y los asalariados tengan un mayor nivel de ingresos
reales a partir de los aumentos que resulten de las negociaciones entre
empresas y sindicados comenzará a percibirse la mejoría. Sin embargo, estas discusiones
tendrán resultados, en el mejor de los casos, con los salarios que los
trabajadores perciban en sus bolsillos desde junio o julio, con lo que recién
para comienzos del segundo semestre comenzarían a verse las mejoras en el
consumo interno. Mientras tanto, todo será malestar y ajuste, entienden, por lo
bajo, en la cartera que maneja Nicolás Dujovne. Sucede que los salarios
actuales, estancados desde hace 9 meses, están siendo atravesados por el alza
de la inflación del primer trimestre que llegará al 10%, y que promete no bajar
en su presión durante el segundo. Esto afecta directamente en el poder de
compra de las familias, que luego resienten el consumo interno. Sin mejoras en
los ingresos, sólo en el primer trimestre del año (sin contar el recorte del
último trimestre del año pasado), los salarios habrán pedido entre enero y
marzo un 10% de su capacidad. A esto se suma la total falta de crédito para las
familias, especialmente para la posibilidad de compra de bienes durables y
semidurables (aún con tarjetas de crédito) ; además de la inexistencia de
cualquier tipo de financiamiento vía créditos personales.
Los últimos reportes hablan de una tasa para este tipo de préstamos por encima
del 100% anual. Esto es, impagables e imposibles de colocar para los bancos.
Salvo algún plan oficial de coyuntura (que por ahora no está a la vista), este
será el panorama de los salarios hasta que llegue la mejora de las paritarias.
En otras palabras, el mercado interno continuará lenguideciendo unos meses más.
La realidad es comprendida por el Gobierno, que considera que el estancamiento
del mercado interno es un mal menor a pagar, en comparación con una alteración
alocada del mercado cambiario. Y se confía casi como una exposición de fe, en
que la cosecha récord junto con un dólar calmo, serán las bases para que más
cerca de las elecciones el panorama económico comience a darle algún tipo de
guiño no ten negativo. Positivo, por ahora, es una utopía.
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