Por Pablo Wende El "veranito financiero" ya en
pleno invierno duró bastante más que el alivio anterior, el de enero. En aquel
momento, la bonanza de acciones, bonos y estabilidad cambiaria se extendió
un mes y medio. Ahora ya van ocho semanas de recuperación consecutiva de
activos argentinos, mientras que el dólar profundizó su caída. Una euforia
inesperada por la mayoría, incluso por el propio equipo económico y el ministro
de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Este escenario envalentona al oficialismo a soñar con una nueva
"epopeya", como la que vivió en 2015 y también en 2017, cuando relegó
a los candidatos kirchneristas (Daniel Scioli en la presidencial y la
propia Cristina Kirchner en la provincia dos años después). En estas dos
elecciones, Cambiemos venía bien atrás en las encuestas, pero consiguió
revertir un resultado a priori negativo en las urnas.
¿Es posible conseguir que la "arremetida" electoral tenga
tanta potencia como en aquellos episodios? Dependerá de varios factores. Uno de
ellos es la velocidad de recuperación de las variables económicas y en especial
del consumo. Pero esa mejora que ya comenzó es muy gradual. Por otra parte, la
imagen del Presidente está desgastada después de cuatro años en el poder y
pocos resultados, ni económicos ni sociales. Ése es un lastre que no tenía Mauricio
Macri en las elecciones anteriores.
La tranquilidad del dólar, que el viernes perforó los $43 en el
mercado mayorista, es la punta de lanza de un ciclo virtuoso en el que
lentamente va ingresando la economía. Con un tipo de cambio quieto la
presión inflacionaria cede. Las estimaciones para junio es que se ubicaría por
debajo del 3%, probablemente más cerca de la zona de 2,7%. Esto a su vez mejora
los ingresos reales y empieza a subir el consumo. Aunque no hay aún datos
oficiales (el apagón incluso impidió mediciones concretas por el Día del
Padre), en general se nota una mejora en las ventas luego del derrumbe del
segundo semestre del 2018, que se prolongó por lo menos hasta abril.
El Gobierno también ayudó con el "inflador". El regreso del
"Ahora 12", los créditos ANSES con tasas que están a la mitad de la
que ofrecen los bancos, y las bonificaciones para la compra de autos 0
kilómetro son parte de este esquema. También la decisión de congelar aumentos
tarifarios hasta después de las elecciones.
Los últimos sondeos de opinión que se divulgaron en las últimas horas,
como el de Isonomía y el de Poliarquía, coinciden en que se registra una
mejora notoria en la imagen del Presidente Mauricio Macri, su gestión de
gobierno y las expectativas sobre el futuro de la economía. En junio se
dio el segundo repunte consecutivo de todas estas mediciones, incluso más
fuerte que en las encuestas de mayo.
Los datos negativos que se van divulgando como el aumento de desempleo,
en contraste, no tienen tanto impacto. Corresponden al primer trimestre del
año, cuando la economía atravesaba el peor momento recesivo. Y resulta mucho
más relevante en este contexto cómo sigue la película que mirar con el espejo
retrovisor. En la medida que el Gobierno pueda convencer a la gente que la
economía tocó fondo y comienza un ciclo ascendente, crecen sus probabilidades
electorales.
Los mercados siguen apostando a una victoria del oficialismo y también
piensan que las chances se han incrementado en las últimas semanas. Y hasta
algunos empresarios se animan públicamente a darle un espaldarazo al Gobierno.
Fue el caso de Eduardo Costantini, presidente de Consultatio Real Estate y
fundador de Nordelta: "Sería muy contraproducente para el país que no gane
Macri", dijo el viernes ante un grupo de periodistas.
La mezcla de dólar estable y tasas altas de interés también generó el
objetivo deseado, por partida doble. Quienes están en plazo fijo los mantienen
porque obtienen una excelente rentabilidad en moneda dura. Y las empresas que
precisan capital de trabajo, por ejemplo para pagar el medio aguinaldo, están
optando por vender dólares en vez de financiarse a tasas altas de interés. Esto
explica por qué no sólo se estabilizó el tipo de cambio sino que incluso
profundizó su tendencia a la baja.
También ayudó el contexto internacional, porque se espera que Estados
Unidos baje las tasas de interés, lo que le dio impulso a las monedas
emergentes. Esta disminución de tasas de parte de la Reserva Federal
podría suceder en septiembre, un mes antes de que se vote en la
Argentina.
Sin embargo, lo más complicado aún está por venir. Está por
arrancar el tercer trimestre, que a priori ya se consideraba como mucho más
desafiante en distintos aspectos. Ya no habrá tanta oferta de dólares del campo
como en mayo y junio. Esto podría regenerar cierta presión sobre el tipo de
cambio a partir de mediados de julio y en especial en las semanas previas a las
PASO. La búsqueda de cobertura es un clásico en los meses previos a las
eleciones.
El Central se prepara por las dudas. Mantuvo altas las tasas de interés
(en torno al 65%) a pesar de que la inflación empezó a bajar y que el dólar no
se mueve. El titular de la entidad, Guido Sandleris, se curó en salud luego de
aquel respiro de enero, cuando se apuró en bajar demasiado rápido los
rendimientos.
Además, el BCRA cuenta con las reservas para salir a intervenir en
el mercado cambiario cuando sea necesario, si se produce algún movimiento
"disruptivo". Y en las últimas semanas salió a recomprar posiciones
vendidas en futuros, lo cual también le daría más poder de fuego para manejar
cierta presión alcista sobre la divisa, si es que sucede.
Es imposible aventurarse más allá del 11 de agosto. El resultado de
las PASO determinará si el nerviosismo se vuelve a apoderar de los inversores
respecto al futuro gobierno de la Argentina. Ese día quedará claro hasta
dónde llegar realmente el envión que la tranquilidad financiera le puede
otorgar al Gobierno, sobre todo luego de flojas elecciones en casi todas las
provincias.
A partir de ese momento, la política se apoderará de manera
definitiva de la evolución del dólar y el comportamiento de otras variables
financieras. Esos dos meses y medio que separan a las PASO de las elecciones
presidenciales llevaron incluso a que desde distintos sectores sugirieran
incluso cancelar las primarias, teniendo en cuenta el altísimo costo de
organizarlas y que no hay competencia interna entre los partidos.
Pero en el círculo rojo y en los mercados financieros, la preocupación
por las PASO va más allá del costo fiscal. El temor es que un resultado peor
que el esperado para el Gobierno revierta casi de la noche a la mañana este
clima más favorable de las últimas semanas. En ese escenario, una victoria del
frente kirchnerista tendría todavía más probabilidades, incluso con una
victoria en primera vuelta.
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