Por Jorge Herrera - Las expectativas de un
nuevo ciclo de recorte de tasas de interés internacionales genera alivio, sobre
todo entre los países y corporaciones endeudadas, pero también el temor de que
se desate otra furiosa ola de endeudamiento. Argentina, si bien está lejos de
poder participar, en el mediano plazo, de un nuevo round de endeudamiento, los
inversores internacionales ansiosos por mejorar la rentabilidad de sus
inversiones bajo un escenario de tasas en baja y negativas, vuelven a mirar,
con cariño, a los emergentes. Al respecto datos del IIF dan cuenta que la deuda
de los emergentes alcanzó un récord de u$s69 billones (216% del PBI) a fin del
primer trimestre. Un dato alentador es que los emergentes redujeron la
participación de la deuda en moneda extranjera en torno a u$s 8,5 billones.
“Pero en algunos casos, la depreciación de la moneda frente al dólar implicó
aumentos como por ejemplo en Argentina, Sudáfrica, Turquía y Chile”, señala el
IIF quién pone reparos en los riesgos de roll over dado que
vencen aquí a fin de 2020 u$s3 billones en bonos y préstamos donde los
reembolsos en dólares representan más del 30% del total.
Si hubo dos monedas que fueron duramente
castigadas por los inversores en la crisis del 2018 (tras el episodio de “sudden
stops” de agosto pasado), sin duda, fueron el peso y la lira turca.
Esto llevó a los expertos internacionales a intensificar el monitoreo
sistemático de ambas economías ante la debacle de sus cuentas externas. El IIF
recuerda que “la lira y el peso han caído bruscamente en términos reales, una
condición previa importante para el reequilibrio. Los déficits en cuenta
corriente que se ampliaron considerablemente en 2017 y principios de 2018 se
han reducido”. “En conjunto, esta combinación podría indicar una subvaluación
de la moneda, pero nuestro modelo de valor razonable dice que no, colocando
ambas monedas simplemente alrededor del valor razonable”, advierte el IIF. ¿Por
qué es esto? En la etapa actual, una gran parte del ajuste de la cuenta corriente
es cíclico, es decir, refleja las crecientes brechas de producción, no un
reequilibrio genuino. “Cuando ajustamos estas cuentas corrientes cíclicamente y
alimentamos los efectos de la depreciación retrasada, la posición de la cuenta
corriente subyacente en ambos casos todavía registra un déficit del 1% del PBI,
que es nuestra estimación del equilibrio en la coyuntura actual”, explican los
economistas del IIF. “Las grandes devaluaciones reales (36% para la lira y 12%
para el peso desde 2013) son suficientes para compensar los desequilibrios
pasados, pero no lo suficiente para colocar una moneda en su totalidad en
territorio infravalorado”, advierten.
El estudio “Rebalancing in Turkey and
Argentina” del IIF recuerda que ante episodios de “sudden stops” los
tipos de cambio reales caen bruscamente. Según la historia la magnitud de esta
devaluación promedia alrededor del 30%, por lo que tanto la lira como el peso
están cerca de ello. Otra señal del ajuste es la caída de las importaciones,
que según la historia tienden a tocar fondo después de una caída del 15%. Pero
en el caso de Turquía y Argentina ya estamos viendo caídas dos veces más
grandes. Esta disminución, que consideran en gran parte cíclica, aún no ha
generado el tipo de ajuste de cuenta corriente que es la norma para estos
episodios. En parte, esto se debe a que el crecimiento global es más débil que
en episodios anteriores. “En otras palabras, a pesar de las importantes
depreciaciones reales y la alta compresión de las importaciones, todavía hay
trabajo por hacer para reequilibrar las dos economías”.
Según el modelo de valoración del tipo de
cambio del IIF surge el mismo mensaje. “Ajustamos las cuentas corrientes
observadas en función de las brechas de producción y los efectos de
depreciación retrasados para generar una estimación de la cuenta corriente
subyacente que ambos casos arroja un valor de 1% del PBI”. La aparición de una
brecha de producción potencialmente elevada dice que gran parte del ajuste en
la cuenta corriente es cíclico. Pero también hay efectos de depreciación que
aún se encuentran rezagados, que son grandes. “Ambos efectos se compensan
aproximadamente, lo que coloca la estimación de la cuenta corriente subyacente
en línea con nuestra estimación de equilibrio. En otras palabras, el peso está
cerca del valor razonable”. De modo que pese a la gran depreciación aún no es
suficiente para empujar al peso a zona de infravaloración. Hasta ahora
simplemente ha compensado los grandes déficits estructurales.
|