El cierre de las
“compuertas” para que los ahorristas puedan comprar dólares vino acompañado de
otra jugada paralela por parte del Banco Central. La entidad que preside
Guido Sandleris decidió otro fuerte cambio en su política monetaria: anunció
que a partir del 1 de noviembre los bancos ya no podrán integrar los encajes
con Leliq, es decir que ya no le pagará un solo centavo a las entidades
por el dinero que mantengan inmovilizado.
La medida fue
incluida en la breve Comunicación "A" 6.817 que divulgó ayer el
BCRA, que tendrá importantes efectos sobre el funcionamiento del sistema
financiero. Básicamente implica un relevante giro en la estrategia que
hasta ahora venía manteniendo el titular de la entidad, Guido
Sandleris. Hasta ahora, cada vez que aumentaba la inflación, la respuesta
pasaba por endurecer la política monetaria, sobre todo a través de un
incremento de las tasas de interés y en paralelo la absorción de pesos de la
base monetaria. La tasa de las Leliq, títulos de regulación monetaria que emite
el Central, llega actualmente a 68% anual a 7 días, por lo que en pocos
días los bancos pasarán a cobrar 0 por ciento.
Esta política del
Central no tuvo los resultados esperados. Las devaluaciones de agosto tras las
PASO provocaron otro salto inflacionario, con un pico de 5,9% en septiembre. Y
se teme que el nuevo aumento del dólar “libre” a $75 se refleje en una nueva
suba inflacionaria. Es decir que la inflación estuvo mucho más influida por los
movimientos del dólar que por el comportamiento de la base monetaria.
La decisión de
Sandleris de dejar de remunerar a los bancos por los encajes tiene efectos muy
concretos. Debido a que las entidades tendrán una pérdida de ingresos, terminarán
trasladando inmediatamente esto a los depositantes. En otras palabras, los
bancos ya no podrán seguir pagando las elevadas tasas de interés actuales a los
ahorristas y al mismo tiempo bajaría el precio del dinero para los
préstamos. Se trata por otra parte de una derivación de la política de
restricciones cambiarias anunciada el domingo. Si los pesos ya no se pueden
aplicar para comprar dólares, salvo en dosis muy “homeopáticas”, entonces cuál
sería el sentido de seguir pagando elevadas tasas de interés a los ahorristas.
En la lógica del
tipo de cambio flotante y libre acceso al mercado es exactamente al revés:
existe un fuerte incentivo para pagar tasas altas en pesos para evitar que los
ahorristas vayan corriendo al dólar. Por eso, en los últimos años existió un
fuerte sesgo a pagar tasas de interés muy positivas, es decir por encima de la
inflación proyectada. Sandleris llevó esto a extremos: llegó a pagar tasas de
Leliq de 75% anual cuando la inflación se estimaba en 40% anual, es decir unos
25 puntos de tasa “real” positiva.
Luego de la medida
divulgada por el BCRA, en los bancos estiman que la tasa de interés empezará a
caer de manera gradual pero consistente. Y estiman que en pocos meses la tasa
pasará a ser “negativa” en términos reales; esto quiere decir que se ubicará
por debajo de la inflación proyectada.
Pero nada es
gratis. Este tipo de políticas general el gran peligro de incentivar un aumento
de la inflación, ya que la política monetaria se vuelve mucho más laxa. Es en
parte lo que pasó durante el cepo de Cristina Kirchner, entre 2011 y 2015, que
venía de la mano de tasas de interés real negativas. Sin embargo, el promedio
inflacionario fue menor que el de los últimos cuatro años.
Desde ya que esta
tendencia empieza a acompañar el objetivo que el presidente
electo, Alberto Fernández, planteó durante la campaña: bajar la tasa de
las Leliq y que esto ayude a que las pymes puedan conseguir acceso más barato
al financiamiento. Además, se espera el regreso de créditos a tasas de interés
subsidiadas por parte de los bancos.
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