Por Alejandro Colle - El dólar no para de
caer. Y en los últimos días, al retroceso del billete se agregó el rebote
alcista de los títulos públicos y de los ADR, las acciones de empresas
argentinas que cotizan en el exterior. Este comportamiento combinado hizo que
muchos en el mercado se preguntaran el por qué de una reacción inesperada en un
escenario de fuerte expansión monetaria, inflación piso de 4% hasta fin de año,
escasez de reservas y
ausencia de novedades en lo que hace a la reestructuración de la deuda
soberana. Y cuánto más puede durar.
Al menos hasta
ahora no hay información pública que justifique la baja. El dólar blue llegó a
tocar $75 el viernes previo a las elecciones y fue bajando gradualmente para
quedar ayer en $64,50. Es un 14% de baja en siete días de operaciones. El dólar
MEP o dólar Bolsa, que surge fundamentalmente del arbitraje de bonos que
cotizan en pesos y dólares, retrocedió de 76,30 pesos en el cierre de octubre a
$73,20. Y el “contado con liquidación” pasó de $80,20 a $78,10 en lo que va de
noviembre.
No sorprende que el
circuito cambiario oficial esté quieto. En el mal llamado Mercado único y Libre
de Cambios (MULC) es donde interviene el Banco Central. Ahí el precio de la
divisa estadounidense está apenas por debajo del cierre anterior a las
elecciones. Cotiza a $59,65, consecuencia de las disciplinadoras
intervenciones del BCRA, de los controles de cambio que impiden el acceso a
empresas e instituciones para atesoramiento, y de la burocratización del pago
de importaciones, que le restan protagonistas a la demanda.
El endurecimiento
del cepo a las compras del público, que desde este mes solo puede comprar
u$s200 por mes calendario, también mantiene anestesiado al billete en pizarras
de bancos, casas de cambio y las páginas de home banking. El Banco Nación
mantiene en $63,50 la punta vendedora desde que empezó noviembre.
Aún con el cepo
hard, el comportamiento del mercado no cierra. El mercado viene de una emisión
de $150.000 millones en octubre por reducción de Leliq. Otros $250.000 millones
por adelantos transitorios del BCRA y otros $350.000 por el remanente de
“utilidades”, si cabe el eufemismo, de 2018. En total, $750.000 millones.
Al mismo tiempo el
Central comenzó a reducir las tasas de interés, y bajó el piso de las Leliq de
68% a 63% anual este mes. El dato no es menor, ya que las letras del BCRA son
la contracara de los depósitos a plazo fijo. Ante esta novedad, tanto los
bancos públicos y privados recortaron los intereses que ofrecen a sus clientes
a menos de 50% anual, en algunos casos debajo de 47%. Un nivel de rendimiento
real negativo si se lo compara con la inflación acumulada de 53,5% en los
últimos 12 meses. Y apenas neutro frente al índice esperado de 48% hacia
adelante.
¿Es que hubo alguna
novedad sobre la futura economía que se pasó por alto? ¿Algún avance en la
renegociación de la deuda que alentara la compra de títulos públicos? ¿Y la
suba de las acciones, inclusive de las energéticas, para las que se anticipó
desdolarización de tarifas?
Respecto de
cualquier plan económico orgánico e integral no hay nada concreto. Es más, las
versiones son a veces contradictorias y recién en dos semanas se conocerían los
nombres del gabinete que acompañará a Alberto Fernández desde el 10 de diciembre.
En materia de deuda, los fondos de inversión niegan que se haya formado un
comité de acreedores y aseguran que nadie del equipo que trabaja con el
presidente electo tomó contacto con ellos para iniciar conversaciones formales.
Si bien se descuenta que será una de las prioridades del nuevo gobierno,
todavía no hay fecha fijada. Lo único concreto es la advertencia del secretario
del Tesoro norteamericano, Steve Mnuchin para que Argentina cumpla el
compromiso con el FMI. O la predisposición de colaborar en las negociaciones
con el Fondo. Para el caso, también se lo prometió Andrés Manual López Obrador
(AMLO) en el viaje a México.
En ausencia de
novedades concretas, la única explicación sólida luego de desbrozar
versiones, es la siguiente. Ni el pago del cupón del Bonar 2024 mañana por unos
u$s200 millones. Ni el pago de las letras reperfiladas que el viernes aportará
otros 331 millones de dólares. Ni los rumores de una quita de 30%, rebaja de
intereses a 6% anual y la extensión de plazos a 9 años con periodo de gracia
para la renta. La explicación plausible para el retroceso del dólar en sus
versiones libres es que hubo una fuerte dolarización previa a las elecciones,
que involucró una importante porción de pesos e inclusive la toma de crédito
para colocarse en moneda extranjera, bajo la hipótesis de que el tipo de cambio
experimentaría un salto importante si se definía la elección presidencial como
auguraban las encuestas.
Justamente la
profecía no se cumplió. Probablemente por el exceso de dolarización, que
significó una progresiva caída de las reservas de más de u$s3.300 millones esa
semana. Ante la necesidad de hacer frente a típicos compromisos de fin de mes,
pago de sueldos y cancelación de cauciones, el mercado se puso vendedor en
todas sus modalidades. Y la suba de los bonos y ADR completa el esquema. Un
avezado trader lo explicó en estos términos. Esas empresas e instituciones que
se dolarizaron especulativamente ahora compran bonos contra dólar para hacerse
de pesos. Lo mismo con los ADR. Uno presiona a la baja el dólar MEP, el otro al
CCL. Algo parecido viene ocurriendo con los Cedear, compran en Wall Street y
venden en BYMA contra pesos. En el caso de los individuos, algo similar habría
sucedido con el dólar informal.
La pregunta del
millón es cuánto más durará. Habrá que estar atento a los primeros signos de
una reversión de la tendencia. Quizás una vez liquidados los sueldos y pagadas
las expensas.
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