Por Javier Blanco - La incertidumbre que
afectó la economía por las elecciones presidenciales,
considerando el total del proceso iniciado en agosto con las PASO (primarias abiertas, simultáneas y
obligatorias), les hizo perder a los bancos el 42% de los depósitos en dólares y el 12% de los nominados en pesos que tenían bajo
administración. Esto les significó resignar el insumo básico que necesitarían
para relanzarse a dar créditos, si la economía o las nuevas políticas oficiales
lo demandaran en 2020.
Antes de las
primarias, el sector privado tenía depositados en los bancos $1.285.597
millones a plazo fijo (entre los tradicionales y los indexados por inflación)
en pesos, más otros US$32.500 millones en depósitos en dólares. Pero 57 días
hábiles después esa tenencia había caído a $1.146.963 millones y US$19.109
millones, es decir, salieron del sistema $138.644 millones y US$13.391
millones, respectivamente.
La pérdida más
sensible, en términos macroeconómicos, es la de la liquidez que el sistema
había acumulado en dólares, porque sobre ella descansaba un importante auge del
crédito en dólares a empresas exportadoras y a algunas de sus proveedoras
directas.
Este tipo de
financiamiento se había multiplicado por 5,7 durante la gestión Macri (el stock
de desembolsos había pasado de US$3000 millones a fines de 2015 a más de
US$16.300 millones hasta inicios de agosto pasado) y estaba ofrecido a tasas
muy competitivas (llegaron a ser de 3,5% anual) antes de quedar congelado desde
hace unos meses por la ola de retiros de depósitos en dólares. Los recursos
perdidos en pesos, en cambio, no tienen impacto al respecto.
Desde la puesta en
práctica, hace 13 meses, del plan de congelamiento monetario, tras la revisión
de emergencia del acuerdo con el FMI de fines de septiembre de 2018, los bancos
dejaron de transformar esos recursos en una oferta de financiamiento y los
redireccionaron a la compra de letras de liquidez (Leliq) del Banco Central
(BCRA). La entidad monetaria les ofreció constituir con esa redituable
inversión los encajes prudenciales, incluso para parte de los depósitos en
cuentas a la vista, para asegurar la demanda de estos títulos y de ese modo
también la esterilización del dinero necesaria para lograr su meta de aumento
cero de la base monetaria.
Para el economista
Hernán del Villar, de la consultora Alpha, no hay duda de que la banca se
defendió bien de la coyuntura negativa post-PASO. "Perdió muchos depósitos
en dólares, que financió con recupero de cartera y liquidez en dólares y otros
pocos depósitos en pesos", dice.
Además, Del Villar
detalla que la banca cambió sus colocaciones bajando inversiones en Leliq y
aumentando el crédito en pesos a empresas que le cancelaban deuda en dólares y
en crédito al consumo a través de tarjetas, y mejoró sus márgenes en el negocio
de la colocación de Leliq y en la compraventa de dólares.
En tanto, el
economista Jorge Vasconcelos, vicepresidente del Instituto de Estudios sobre la
Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), señala que el stock de crédito al
sector privado quedó reducido a poco más de 10% del PBI: un cuarto corresponde
a préstamos en dólares y el resto, a financiamiento en pesos. "La dinámica
de esos dos segmentos hacia adelante tiene limitaciones, pero por razones
diferentes", afirma.
Vasconcelos alude a
una duda instalada: tras este fuerte ajuste, ¿tendrá el sistema bancario
capacidad para apalancar un posible rebote de la actividad económica o
acompañar políticas públicas que lo promuevan? Para realizar este análisis, los
especialistas dividen a la banca en dos, replicando la realidad bimonetaria de
la economía local: sus operaciones en pesos y aquellas en dólares.
En ambos segmentos,
los economistas advierten que se vislumbran limitaciones que derivan de los
condicionantes que dejó la pérdida (y peor calidad) de los recursos, ya que se
acentuó in extremis la tendencia al cortoplacismo en las
colocaciones.
"La caída de
depósitos en moneda nacional representa una caída en la demanda de pesos y, por
ende, una aceleración inflacionaria que podría recobrar intensidad, si se
considera la emisión que se hará a fin de año para financiar al Tesoro (el
Gobierno ya autorizó al BCRA a girarle hasta $400.000 millones de ser
necesario). Eso deja menor margen para futuras bajas en la tasa de interés con
la finalidad de hacer amigable la oferta de crédito y reactivar por ese lado la
economía, dado el escaso y volátil ahorro en pesos", plantea Juan Pablo Di
Iorio, economista de la consultora ACM.
"El problema a
resolver para reactivar el crédito en pesos tiene que ver con el 'síndrome de
la frazada corta'. Si se confirma que el BCRA volverá a asistir al Tesoro
emitiendo pesos a fin de año, es probable que, para evitar un fogonazo
inflacionario de fin de año, disponga encajes compulsivos (en lugar de las Leliq),
lo que afectaría la capacidad prestable del sistema bancario a favor del sector
privado y limitaría la posibilidad de volver a mecanismos de crédito dirigido.
Habrá una tensión entre la demanda de pesos del Tesoro y la capacidad del
sistema bancario de expandir el crédito al sector privado, lo que obligará a
privilegiar determinados objetivos y postergar otros", vaticina
Vasconcelos.
Para Del Villar, en
cambio, la banca podrá responder a un desafío por recuperar la oferta de
crédito. "Tendrá capacidad para hacerlo, ya que el stock de Leliq se ubica
en el 50% de su cartera de préstamos privada, y se prevé que esas inversiones
pierdan atractivo, lo que les generará incentivos para recuperar los márgenes
que allí pierdan aumentando los préstamos en el sector privado",
argumenta.
En el caso de los
dólares, la posibilidad de que el sistema recomponga capacidad prestable
dependerá, opina Vasconcelos, de lo que ocurra con esos depósitos, "cuya
posible recuperación quedará muy condicionada por el cepo, al menos hasta que
no haya señales de que lo flexibilicen y permitan alguna recuperación de la
confianza".
Vasconcelos remarca
que contar con una oferta de crédito en dólares sería clave para apoyar las
actividades de exportación, pero agrega que eso es impensable mientras el
gobierno entrante no aclare el significado y el alcance del eslogan sobre
pesificar la economía. "Dado el stock de tenencia de dólares por parte de
los argentinos, la oferta de crédito a exportadores debería ser un activo para
la competitividad de nuestro país. Pero, por factores políticos, esto no
ocurre", concluye.
Para Di Iorio, la
salida de depósitos en dólares ya tuvo un efecto muy negativo en el sector
exportador, que debió resignar el 20% del financiamiento de embarques que
conseguía por esa vía. "Es un golpe duro teniendo en cuenta que es el
único sector que tracciona la actividad este año y que se perfila de vital
importancia de cara al próximo también, como generador de divisas en un
contexto de corte del financiamiento externo y grandes vencimientos de
deuda", opina.
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