Por Juan Bergelín - Según el
"teorema de Baglini", cuanto más lejos está uno del poder, más
irresponsables son sus enunciados políticos; y cuanto más cerca, se empiezan a
volver más sensatos y razonables. La teoría del dirigente radical mendocino
quizá explique el cambio en las proyecciones de Alberto Fernández, quien antes de las PASO rebosaba de optimismo
respecto del repunte de la economía y ahora ya anticipa tiempos difíciles para
"poner de pie" al país.
Sin embargo, más allá del discurso mucho más
moderado del próximo presidente, dentro de su equipo económico anticipan que el
Producto Bruto Interno (PBI) podría crecer en el primer año de gestión y que la
inflación terminará 2020 por debajo del nivel que heredarán de Mauricio Macri.
En concreto, según los cálculos más optimistas que
circulan en las oficinas de la calle México, la economía cerraría el próximo
año con un crecimiento poco menos del 1% y la meta es que la inflación no
supere el 40% de enero a diciembre. "Tendríamos
que estar viendo un repunte en el primer trimestre, a lo sumo en el primer
cuatrimestre", vaticina uno de los hombres del equipo de Alberto.
El exceso de optimismo de estas proyecciones va a
contramano de lo que esperan analistas y bancos de inversión que, según el
Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) del Banco Central, prevén una
caída del PBI de 1,7% en 2020, un pronóstico que mes a mes viene empeorando. En
cuanto al aumento del Índice de Precios al Consumidor, los cálculos albertistas
no están tan lejos del REM, que proyecta una suba del 42,9% entre enero y
diciembre.
También va en contra de lo que pronostica el Fondo
Monetario Internacional (FMI), que en su último reporte previó una contracción
de la economía argentina del 1,3% para el año próximo.
Extrañamente, los números que
hacen cerca del presidente electo están en línea con el Presupuesto 2020 que el
actual ministro de Economía, Hernán Lacunza, envió en septiembre al Congreso,
donde anticipa un crecimiento del PBI del 1% y una inflación del 34% punta a
punta. Claro que, más allá del optimismo que el funcionario macrista
mostraba en sus primeros días de gestión, hay que tener en cuenta que desde
septiembre a la fecha las variables económicas locales empeoraron, lo que
dejarán un lastre más pesado.
Aumento general de salarios
La clave, apuntan en el entorno
de Alberto, será reavivar el consumo, que en el país representa
cerca del 70% del PBI y viene con una racha de más 15 meses de caída
consecutiva. Para eso, el plan será "poner plata en el bolsillo en la gente"
-como decía en campaña el presidente electo- y acompañarlo de un gran acuerdo
con los empresarios para que contribuyan a contener la inflación.
Sin tiempo para perder, entre las primeras medidas
que pretende tomar Alberto están definir un aumento general de salarios, a
cuenta de futuros aumentos, acompañado de un incremento en jubilaciones y de la
Asignación Universal por Hijo (AUH). "Necesitamos que la gente tenga
dinero para gastar. El nivel de consumo reprimido que hoy existe es
fenomenal", explican en las filas albertistas.
Si bien no hay un monto definido, ya que el
porcentaje se determinará con empresarios y sindicatos, la suba inicial podría
rondar el 15% y no se descarta que se haga a través de un decreto.
Evitar que el empresario que le pague más a su
empleado traslade ese mayor costo laboral a los precios y lo absorba es la
contracara de esta medida y ahí recae la importancia del acuerdo social que
buscan sellar.
"La mayoría tiene casi la
mitad de la fábrica con capacidad ociosa, está suspendiendo personal y tiene
stock de sobra. Entienden que el aumento que den después les vuelve en mayores
ventas", razonan en el equipo económico del próximo gobierno,
aunque saben que hay sectores más golpeados que otros y no todos podrán
afrontar el ajuste de sueldos sin llevarlo a precios. "Se verá caso por
caso, pero en líneas generales no deberían trasladarlo. Es hora de que pongan
el hombro", acotan.
En el mercado son conscientes que es muy difícil
hacer esta distinción y que muchas compañías no tendrán espalda para otorgar
los incrementos sin trasladarlos a precios. Su argumento es que en la mesa del
acuerdo social no están representados todos los sectores económicos, lo que
dificulta la llegada del Estado a la realidad de cada empresa.
Consumo postergado
Según estimaciones que realizó la consultora
Elypsis, hay consumos postergados por
$104.065 millones, que podrían reactivarse "en lo inmediato si se despeja
la incertidumbre macro". De esta cifra, que equivale al 0,5%
del PBI, más de $19.000 millones podrían ir a alimentos; unos $14.240 millones
se destinarían a productos de indumentaria y calzado; otros $10.357 millones, a
autos y motos; y en turismo y recreación se gastaría $11.651 millones.
"Si la economía se ordena y se estabiliza el
ingreso, hoy sujeto a shocks de inflación y tipos de cambio semanales, habría
margen para un aumento inmediato en el consumo familiar equivalente a 0,5% del
PBI -aun si no se recupera el poder adquisitivo en el corto plazo– debido sobre
todo a las compras de durables postergadas por la incertidumbre, y al regreso
de primeras marcas a la canasta de alimentos", destaca en su informe la
consultora, que para estimar esta postergación cruzó datos de consumo con
encuestas realizadas a 5.500 jefes y jefas de hogares del país.
Entre otros aspectos, algunos de los resultados del
análisis sugieren que:
- El 41,5% de
los hogares consultados asegura tener algún consumo postergado ya sea por falta
de ingresos o por incertidumbre.
- El 60% de las familias sondeadas para aumentar su
consumo necesitaría más ingresos mientras que, el 29,3%, más certidumbre.
- En el último año, el 62,7% de los hogares bajó su
consumo. A su vez, el 27,8% de los encuestados define su ingreso como alto o
muy alto, 24% como medio y 48,2% como bajo y muy bajo, un reflejo más del
margen pendiente que tiene la demanda interna.
En paralelo al aumento de salarios, jubilaciones y
AUH, el plan de Alberto es que los bancos otorguen más préstamos a las
empresas a bajas tasas. La idea es que eso sea una de las primeras medidas que
tome el que desembarque en Reconquista 266 para evitar "concursos masivos
de empresas", según define uno de los economistas cercanos al presidente
electo.
El rol de los bancos
Si bien aún no está definido
cómo se implementaría el plan, una de las posibilidades que barajan es obligar
a los bancos a destinar un porcentaje de sus préstamos a estas líneas de tasas
bajas para capital de trabajo. La idea es emular las líneas de inversión
productiva, pero cambiar el destino a capital de trabajo.
Esta es una de las cartas que ofrecerán a los
empresarios para que adhieran al acuerdo, casi como una respuesta a uno de los
principales reclamos que durante el macrismo tenían los industriales:
financiamiento a tasas bajas.
Al mismo tiempo, para reducir el costo de fondeo a
los bancos, la idea es reducir encajes, que hoy rondan el 40%, un nivel
"elevadísimo", como definen en el entorno de Alberto.
Esta parte del plan de Fernández, de fogonear al
consumo y al mismo tiempo darle financiamiento barato al sector privado, es
bien recibida por algunos economistas de la City. De todos modos, ven muy
difícil que logre terminar el año con una inflación por debajo del 40%, más aún
con esa inyección de pesos en la economía.
"El año que viene está
perdido, recién vamos a crecer en 2021. Y la inflación se va a mantener como
ahora, en el 55% anual, en el escenario más optimista", destaca uno de los
economistas más escuchados de la City.
Con este paquete de medidas inicial, Alberto busca darle una inyección al consumo, que sea
capaz de reactivar una economía en recesión. Saben que no es una tarea
sencilla, pero también que no pueden esperar mucho tiempo. No sólo no
quieren hablar de "segundo semestre", un término que marcó la eterna
promesa de repunte de la gestión macrista, sino tampoco de "la segunda
mitad del año".
La idea, como explican desde las filas del
albertismo, es que en marzo ya existan
signos de repunte (lejos están de decir "brotes verdes"), a lo sumo
en el primer cuatrimestre.
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