Por Salvador Di Stéfano - Sin toma de decisiones firmes el
país no puede enfrentar los pagos de la deuda 2020.
El país tiene un bajo stock de deuda, pero no podemos pagar los intereses.
Desde el año 2011 que caen nuestras exportaciones y bajan las inversiones.
América Latina no ayuda, las guerras comerciales tampoco.
El escenario de América Latina no ayuda a Argentina que es una
economía débil, con escasas reservas, alta inflación y sin equilibrio fiscal.
La clase política debería trabajar en conjunto para presentar un plan de
emergencia económica. A 27 días de que asuma el próximo presidente no hay hoja
de ruta.
El escenario de América Latina estaba signado por una serie de problemas
estructurales que presagiaban problemas inminentes, algo que finalmente
ocurrió.
Los países latinoamericanos son altamente dependientes del precio de las
materias primas, estos precios vienen cayendo desde el año 2011 y no hay
recuperación a la vista en el corto plazo.
El año 2018 Estados Unidos lanzo su reforma tributaria que
atrajo inversiones de todo el mundo a su territorio, ya que quedaba exenta de
tributo la repatriación de ganancias de empresas americanas. Esto derivó en
menos inversiones extranjeras directas a escala global, y esto afectó a América
Latina.
En abril del año 2018 comienza lo que se denomina la guerra
comercial entre Estados Unidos y China con la aplicación de aranceles
comerciales entre ambas naciones. Esto produce una escala de conflictos en
donde las implicancias para América Latina fueron letales. En primer lugar, China devalúa
el yuan desde niveles de 6,20 a los 7 yuanes por dólar, esto cambio el precio relativo de
muchos productos en China que impactan en América Latina por el enorme flujo de
comercio entre ambas regiones. En segundo lugar, el impacto combinado de la
guerra comercial y la devaluación china genero dos externalidades negativas
para el mundo emergente, la primera fue el corte de crédito y la segunda la
devaluación de las monedas locales.
Los problemas de corrupción en Brasil hacen que la principal economía de
la región no crezca en forma consistente desde el año 2014, esto impacto en
toda la región que había comenzado un proceso de desaceleración económica en el
año 2011, alcanzo su piso en el año 2016 con una pobre recuperación en los años
2017 y 2018.
Esta sucesión de problemas impactó sobre Argentina, la última vez que
colocamos un bono a nivel internacional fue en enero de 2018, desde esa fecha
solo recibió ayuda del Fondo Monetario Internacional por la friolera de
U$S44.000 millones, entre enero de 2018 y la actualidad los bonos que vencían
se pagaban y el mercado internacional no renovaba el crédito sobre el país. No
hay ningún país del mundo que pueda pagar su deuda pública, todos necesitan
crédito, aunque sea para renovar el capital a vencer.
En este contexto, Argentina pierde aceleradamente reservas, al 7 de
noviembre se ubicaban en U$S43.106 millones, en el pasivo del Banco Central,
como contrapartida de estas reservas hay dólares que pertenecen a los bancos,
dinero depositado en organismos financieros internacionales y créditos
otorgados al país que en algún momento tendremos que devolver, el saldo son las
reservas reales del país que ascenderían a U$S4.283 millones.
La sucesión de eventos sociales en Ecuador, Chile y Bolivia,
sumados a los problemas de crecimiento que tiene Brasil, y la caída de
actividad que está sufriendo México no hace más que alejar a los capitales de
la región.
Argentina se enfrenta a un cambio de gobierno en pocos días, la clase
política no está logrando vertebrar alianzas que posibiliten un plan económico
común para enfrentar la crisis.
Con las escasas reservas existentes, los pagos de la deuda pública
podrían alcanzar para enfrentar los pagos hasta diciembre de 2019, desde allí
en adelante se necesitaría crédito externo, de lo contrario la cesación de
pagos estaría golpeando las puertas del nuevo gobierno.
Sería muy desagradable volver a caer en cesación de pagos, ya que
sentaría un muy mal precedente y sería muy difícil poder retomar la senda del
crecimiento económico. Los mercados están descontando una reestructuración de
la deuda con quitas superiores al 35%, esto implica una negociación agresiva y
poco amigable.
Un escenario de este tipo lejos de animar a que lleguen capitales los
espanta. Argentina muestra un PBI estancado desde el año 2011, algo similar a
lo que ocurre en toda América latina, sin embargo, nuestro país tiene una
inflación descontrolada, algo que no ocurre en la región, y carga sobre sus hombros
dos reestructuraciones de deuda, una en el año 2002, y la segunda será la que
haga el próximo gobierno. Con estos antecedentes la salida no será fácil.
Argentina es un país exportador de materias primas, principalmente la
soja, el precio de este producto viene cayendo desde el año 2011, sin embargo,
el gobierno le sigue aplicando retenciones como en aquella época, algo que hace
que la producción se haya estancado en torno de los 53 millones de toneladas.
En el año 2011 las exportaciones argentinas fueron de 84.000 millones y
las importaciones de 74.000 millones, esto suma un comercio de U$S 158.000
millones. El stock acumulado a septiembre de 2019 suma exportaciones
proyectadas en U$S 64.000 millones e importaciones por U$S 52.000 millones, la
suma de ambas es de U$S 116.000 millones. Una caída del 26,6% en el comercio
internacional. De esto nadie habla, mejor omitir problemas.
Conclusiones
América Latina es un volcán con erupciones que se repiten en toda la
región, producto de problemas estructurales no resueltos, sin miras que mejoren
los precios de los productos que exporta, sin arribo de inversión, ayuda del
FMI o crédito externo privado que mejore el escenario económico.
En este contexto los países no cuentan con deudas publicas elevadas si
las comparamos con la media del mundo desarrollado, sin embargo, estas deudas
generan intereses que no se pueden pagar en el marco de economías que cada año
muestran caídas de actividad económica.
Argentina en particular, tiene una deuda privada y con organismos
financieros internacionales que ascendería U$S 205.511 millones al 30 de
septiembre de 2019, y el PBI medido al 30 de junio de 2019 es de U$S 417.818
millones, lo que equivale al 49,2% del PBI.
El stock de deuda es bajo, pero durante el año 2020 los servicios de la
deuda privada ascienden a U$S 39.323 millones, algo menos que el stock de
reservas y un 9,4% del PBI. Una suma impagable si no hay crédito externo.
En este contexto el presidente electo para conducir el país a partir del
10 de diciembre no ha diseñado o comunicado en público cual es la hoja de ruta
económica a seguir, lo que mantiene en vilo a los agentes económicos.
El diagnóstico es claro, no hay reservas, la inflación es elevada, y los
vencimientos de deuda que están por delante son impagables. Armonizar
soluciones económicas debería ser el arte de la política, en la medida que no
asomen propuestas el mercado seguirá a la deriva.
El cepo al dólar hizo que los capitales dejaran de salir, lo que nadie
dice es que potencian la idea de que no van a entrar, y allí radican las
mayores incógnitas de cómo se resolverá el problema de la deuda pública, la
llegada de inversiones, creación de empleo y mayor bienestar para el pueblo
argentino.
Los 7 hábitos para salir de la crisis son menos impuestos, menos gastos,
honrar los contratos firmados, no emitir, incentivar inversiones, superávit
fiscal y comercial. Estamos muy lejos de que la clase política dialogue sobre
estos temas.
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