Distraidos por los acontecimientos en Bolivia y
en Chile, el desconcierto se adueña del espíritu de los mortales argentinos que
como en 1810 “quiere saber de qué se trata” lo que viene. Lo cual parece no
importarle demasiado a Alberto F.. Mauricio rifó su chance. Un desperdicio. Los
descendientes de Antonia lo lamentarán. Por lo pronto sigue a full la usina de
rumores y especulaciones. De lo que más se habla es de los “gabinetes” de
Alberto. Pero también trascienden en las mesas y reuniones de negocios, la
vuelta de viejas ideas hasta alocadas iniciativas. Mientras el cortejo fúnebre
acompaña a la “transición” (hasta ahora no hubo ninguna reunión en ningún
ministerio ni dependencia oficial).
Los pasillos del Hilton fueron eco de parte de los rumores, mientras se
desarrollaba la cumbre del acero regional. Uno de los más escuchados es el que
anticipa la llegada de un bono patriótico. Lo que no sorprende a nadie. Es
más, todo recuerdan la última intentona que data de 2001 cuando Domingo
Cavallo, también sediento de financiamiento, buscó tomar u$s1.000 millones al
7,5% anual de empresas y bancos como adelanto de impuestos bajo la forma de un
bono patriótico. Ahora, según circula en el mercado, las huestes bonaerenses
están pergeñando un bono patriótico cuyas víctimas serían las aseguradoras. La
idea, más o menos, sería refinanciar los bonos que vencen con este nuevo
título. Pero, además, obligarlas a desprenderse de activos inmuebles hasta un
porcentaje del activo. Del otro lado de la ciudad, un grupo de financistas
también hablaba del “bono patriótico” pero sin muchas precisiones.
Lo cierto es que estos hombres del mercado comentaban que los grandes
estudios de abogados estaban trabajando a tiempo completo en el armado de
trust. Es que la gente de dinero no quiere arriesgarse y está colocando su
patrimonio en fideicomisos y se quedan con un porcentaje. Lo que están haciendo
es armar un trust con un beneficiario (respetando lo que denomina la legítima)
y deja en su cabeza solo una parte del patrimonio. En el Hilton también se
habló de la situación chilena, donde un ejecutivo argentino que trabaja allí
comentó que las multinacionales hicieron un estudio de opinión y arrojó que
cerca del 25% de los chilenos justifican la violencia. Un dato
preocupante. Este ejecutivo también contó que el clima entre los empresarios
está muy enrarecido, las pérdidas son millonarias. Las compañías no pueden
distribuir sus productos. Todo es un caos. Sin duda una situación insospechada
meses atrás.
Tras varias visitas de fondos y bancos internacionales en busca de
conocer qué hará Alberto F. hubo una cena en Puerto Madero en la que
se habló más de lo que pasa en Wall Street que debate aún la recesión. Allí un
gestor local ponderó las advertencias del jefe de la Fed, Jerome Powell, sobre
el peligro del descomunal déficit público y la elevada deuda. “Fue al Congreso
y alertó que el elevado y creciente endeudamiento de EE.UU. restará capacidad a
la política fiscal para apoyar a la economía en caso de una recesión”, contó
uno de los anfitriones. O sea, cuando se produzca otra crisis, después de las
rebajas de impuestos aprobadas por Trump al principio de su mandato, el país no
tendrá espacio fiscal para estimular la economía.
“El hecho de que los intereses sean bajos no significa que el déficit
pueda seguir creciendo de manera descontrolada. La deuda está creciendo más
rápido que la economía y, si el problema no se soluciona, lo pagarán las
próximas generaciones”, fue la advertencia de Powell. Uno de los
comensales, un banquero norteamericano aportó el dato que en el año fiscal
2019, que terminó el 30 de septiembre, el déficit ascendió a u$s984.000
millones, u$s205.000 millones más que en 2018. Así la deuda federal aumentó al
79,2% del PBI. Y contó que un estudio de la CBO (la oficina presupuestaria del
Congreso) proyecta que si no se cambian las leyes, los déficits impulsarán la
deuda federal a niveles sin precedentes en los próximos 30 años, al 144% del
PBI. Claro, ni Trump ni la mayoría de los actuales congresistas estarán para
verlo. Por ello priorizan tasas bajas y los votos.
Y hablando de Trump, otro financista comentó el informe de LPL Financial
Research sobre el probable impacto de un impeachment para las acciones. La
consultora dice que las investigaciones de juicio político pueden causar mayor
volatilidad y pone el caso de Bill Clinton cuanto las acciones cayeron hasta
20% antes del impeachment que comenzó en octubre de 1998. También hubo un
mercado bajista vicioso en 1973-74 durante el proceso de juicio político contra
Richard Nixon. Vale recordar que Andrew Johnson en 1868 y Clinton en 1998 son
los únicos presidentes que han sido acusados (Nixon renunció antes de que
pudiera llevarse a cabo el juicio político). En el caso de Clinton, el
índice S&P 500 ganó hasta un 41,6%, seis meses después de que comenzara el
proceso de destitución, lo que sugiere que los mercados podrían preocuparse más
por el estado de la economía que por las audiencias en Washington. Claro que
este caso fue durante el auge tecnológico de fines de los ‘90. Mientras que en
el caso de Nixon, las acciones se encontraban en medio de un mercado
bajista severo y una recesión cuando se iniciaron los procedimientos de juicio
político.
Al respecto otro comensal desempolvó el pronóstico del BofA, que pese a
reconocer la fortaleza de los índices, anticipa que en 2020 estallará la
burbuja de bonos lo que provocará un gran techo en el crédito, a través de los
diferenciales; y en las acciones, mediante un pico de los múltiplos. Esto,
finalmente, provocará un desapalancamiento de Wall Street y una recesión
económica. El BofA define el escenario actual como de máxima liquidez tras 43
recortes de tasas por parte de los bancos centrales en lo que va de año y 751
rebajas desde la quiebra de Lehman Brothers. Además, las nuevas medidas de
la Fed y el BCE elevarán los balances de los bancos centrales hasta u$s16,6
billones en abril de 2020. Y a esto hay que sumar que el total de bonos con
rentabilidades negativas asciende a casi u$s15 billones lo que es muy alcista
para Wall Street, hasta que llegue el momento de la impotencia.
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