Por Juan Gasalla - La
definición de la encrucijada electoral el domingo 27 de octubre blanqueó
el panorama financiero hacia el cierre del año, con la certeza de un
cambio de signo político en la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre.
Inmediatamente
después de confirmado el triunfo de Alberto Fernández sobre Mauricio
Macri en los comicios presidenciales, el Banco Central comunicó el endurecimiento de los controles de cambios,
con condiciones aún más rígidas que los aplicados durante la segunda
presidencia de Cristina Kirchner.
Ello se debió a
la devastadora erosión de las variables financieras después de las
elecciones primarias: en dos meses y medio a partir del 11 de agosto las reservas del BCRA restaron USD 23.084 millones (-34,8%),
a la vez que la entidad se vio obligada a vender un total de
USD 7.460 millones en el mercado entre el 12 de agosto y el 25
de octubre para evitar una devaluación mayor.
Desde las PASO la
cotización del dólar ascendió más de 30% y el drenaje de depósitos privados en
moneda extranjera superó los USD 13.000 millones en el lapso transcurrido entre
ambos comicios.
“Para el período posterior a las PASO, la
autoridad monetaria había impuesto restricciones cambiarias a la adquisición de
moneda extranjera, principalmente para personas jurídicas. Sin embargo, debido
al continuo drenaje de reservas y caída de los depósitos en dólares, las
restricciones fueron intensificadas luego de conocerse el resultado de la
elección presidencial del último domingo de octubre", resumió un reporte
de PwC Argentina.
Con las nuevas
restricciones cambiarias, la gestión de Cambiemos derrotada en las urnas hizo
su mayor claudicación, después de haberse anotado un éxito inicial con la
eliminación de los controles en diciembre de 2015 sin que se descarrilara la
economía.
Ahora, el
control de cambios más estricto forzó una estabilización en los indicadores
financieros, útil para allanar el camino de la transición hacia un nuevo
gobierno que se caracterizará por una mayor intervención estatal en los
mercados.
-Suben los
depósitos a plazo fijo. El “cepo” al dólar, con un límite de USD 200
mensual para la demanda minorista, revitalizó la renovación de los plazos fijos
en pesos. Con una moneda doméstica vapuleada por el desplome de la demanda de
dinero, entre el 12 de agosto y el 25 de octubre, estas colocaciones
disminuyeron casi $160.000 millones o 12,5%, desde los $1.267.469 millones
($1,27 billón) a $1.109.086 millones ($1,1 billón). Desde entonces recuperaron
casi $46.000 millones ( 4,1%) en tres semanas.
“El endurecimiento
del control de cambios, que llevó a casi cero la compra de divisas para
atesoramiento, dejó a las inversiones en pesos como única alternativa para
los flujos en moneda local generados dentro del circuito formal. Por lo
tanto, producto de la menor competencia y las mayores restricciones, se abrió
un margen para bajar la tasa de interés sin generar presiones
significativas en el tipo de cambio oficial”, evaluó Ecolatina.
-Moderada
recuperación de reservas. A falta de crédito externo, el Banco Central
está urgido por recomponer sus activos a través de las compras de divisas que
efectúa en el mercado mayorista, habida cuenta que es un actor excluyente en
una plaza restringida para todos los demás actores. La autoridad monetaria
adquirió unos USD 1.400 millones, mientras que las reservas internacionales
dejaron de caer: aumentaron USD 42 millones hasta el jueves 14, a 43.555
millones de dólares.
- Baja de las tasas
de interés. Una demanda de dólares atrofiada, junto con una recuperación
de los depósitos en pesos tiene lógica repercusión en el descenso de las
tasas de interés de referencia, cuya consecuencia contractiva profundiza
la recesión. Desde las elecciones presidenciales el BCRA recortó en cinco puntos porcentuales la tasa que paga por la
colocación de sus títulos de deuda (las Leliq o Letras de
Liquidez), de 68% a 63 por ciento anual.
“En un marco de
transición entre la gestión saliente y la entrante, el BCRA ya puso en marcha
la maquinaria no solo para ‘llegar’ al 10 de diciembre sino también para
preparar el terreno para la economía ‘albertista’. El cambio de timón fue
evidente con un fuerte endurecimiento del cepo cambiario y medidas
tendientes a reducir tanto la tasa como el stock de Leliq”, explicó GMA
Capital en un informe.
- Cae el stock de
Leliq. La deuda remunerada del BCRA encontró una zona de equilibrio en los
$800.000 millones. El stock terminó el viernes en $797.868 millones, unos $491.000
millones o 38% menos que los $1.288.868 millones ($1,29 billón) previo a
las PASO. Medido en dólares también se licuó: ahora, en unos USD 13.400
millones redujo a una quinta parte su peso, cuando hace un año y medio atrás
las Lebac representaban más de USD 60.000 millones y superaban el monto de
reservas.
- Dólar quieto. En
las tres primeras ruedas posteriores a las primarias el valor del dólar escaló
33%, pero a partir del 14 de agosto osciló en un rango corto, cerca de $60
mayorista y $63 al público. Inclusive las paridades alternativas, que
proliferan a la sombra de los controles de cambio, recortaron la brecha
una vez consagrada la fórmula del Frente de Todos: el “contado con liquidación”
y el dólar MEP restaron 6% desde el lunes 28, mientras que el dólar libre o
paralelo cedió 11 por ciento.
- Dejaron de caer
los depósitos en dólares. Los depósitos en dólares del sector privado, en
efectivo, totalizaron USD 18.686 millones el pasado 12 de noviembre, último
dato provisto por el Central, el monto más bajo desde el 9 de noviembre de
2016.
Estas colocaciones
acumularon un retroceso de USD 13.813 millones o 42,5% desde el récord de
USD 32.499 millones del 9 de agosto de este año. Unas dos terceras partes
de esta cifra se contabiliza como reservas, en concepto de encajes. No
obstante, si se observa la baja desde las presidenciales, la salida de
depósitos privados en dólares se desaceleró, para sumar solo USD 1.181
millones en las últimas tres semanas.
A tres semanas del
traspaso de mando, este equilibrio es muy vulnerable. Y seguramente lo
seguirá siendo por un buen tiempo hasta que la nueva administración se
asiente en el poder. Ejemplo de esta situación es la expansión monetaria de las
últimas semanas, que recalentará la inflación del cierre de 2018 e inicios de
2019.
La rampante
dolarización de carteras del trimestre agosto-octubre (con amplias ventas de
divisas del Central) compensó el apurado desarme de Leliq y contribuyó a acotar
el crecimiento de la Base Monetaria (el dinero en circulación con el que
funciona la economía). Después de las elecciones presidenciales, es la
recomposición de los depósitos en pesos la que equilibra en parte la inyección
de liquidez del BCRA por las compras de dólares (hasta ahora, unos $80.000
millones) y el pago de intereses de las Leliq (unos $30.000 millones desde el
28 de octubre).
Si bien hay que
tener en cuenta las necesidades de pesos estacionales de diciembre, inquieta
el efecto inflacionario por el crecimiento de la Base Monetaria, que se produce
en simultáneo con nuevos aumentas en tarifas, prepagas y combustibles. Tras las
PASO la Base Monetaria crece $175.959 millones o 13,1%, desde
$1.344.749 millones ($1,34 billón) del 9 de agosto a $1.520.708 millones ($1,52
billón) el 11 de noviembre.
“Más allá de estas
medidas restrictivas, creemos que los controles van por detrás del
verdadero problema de Argentina: nadie quiere pesos. La demanda de dinero
es similar a la de fines de la Convertibilidad, cuando la economía era
bimonetaria. Ignorar esta realidad podría ser muy peligroso para la próxima
gestión”, puntualizó GMA Capital.
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