Por Sofía Diamante - El año 2020 será uno
de wait and see, es decir, de transición, para el
sector energético. La parálisis comenzó en agosto pasado, cuando el Gobierno
sorprendió a la industria con la decisión de decretar el congelamiento de
precios de los combustibles. Esta resolución finalizó la semana pasada, pero
todavía quedan otras incomodidades que no permiten reactivar las inversiones:
la imposibilidad de mover utilidades y el nulo acceso al financiamiento
internacional.
La industria del petróleo y gas se caracteriza por
ser de capital intensivo, sobre todo la producción no convencional, como son
los yacimientos en Vaca Muerta, que
tienen pozos con una tasa de declinación muy acelerada: si no se sigue
invirtiendo para perforar nuevos pozos, la producción se desploma.
Pero con los incentivos adecuados, en los próximos
cuatro años el futuro gobierno de Alberto Fernández podría
conseguir otros US$27.000 millones de inversiones,
según un informe de la consultora Analytica difundido ayer.
"Ningún otro sector puede aportar esos dólares. Para eso es necesario
generarle a la industria los incentivos adecuados: precio, estabilidad,
normativas claras y disponibilidad de las utilidades", afirmó Rodrigo
Álvarez, CEO de la consultora, que señaló que la visión para este sector es muy
binaria: o se generan los incentivos para que la industria se desarrolle o la
producción caerá.
"Una buena renegociación de la deuda es la
mejor contribución que el próximo gobierno puede darle a la industria
energética. Si no se ordena ese problema, no habrá inversiones extranjeras
directas", dice sin vueltas Álvarez. En el informe se señala que hay 2000
empleados suspendidos en el área de Vaca Muerta y que la industria está
paralizada. "No se sale de esta situación sin financiamiento internacional",
enfatizó el experto.
En este sentido, dijo que una negociación muy
agresiva de la deuda, que implique quitas de capital, "tiene riesgo de
generar una dinámica que se extienda en el tiempo, ya que establece un
precedente muy grande para captar financiamiento".
Para el economista, la industria energética
necesita que se le reconozcan los precios internacionales, que se le dé
estabilidad jurídica y que se les permita a las empresas llevarse sus
utilidades. "Es lo que le dieron a Chevron en 2013 [cuando anunció inversiones
junto con YPF]. Si después viene un proyecto de ley, se usará para mejorar la
competitividad de la industria, pero no es el driver básico",
señaló en una presentación con periodistas.
Y agregó: "Que la macro se ordene es una
condición necesaria. La Argentina compite por las inversiones con otros países.
Si no se le dan las condiciones, la inversión no llegará".
Este año, el PBI del país caerá 3%, según la
consultora, mientras que la provincia de Neuquén, donde están principalmente
los mayores yacimientos de Vaca Muerta, tendrá un crecimiento del 7%. En 2020,
la economía volverá a caer en torno al 3,5%, lo que significará el tercer año
consecutivo de contracción.
"El superávit comercial está explicado por el
derrumbe de las importaciones. Para crecer es necesario generar dólares, y eso
se logra con exportaciones y con inversión directa. Vaca Muerta juega un rol
clave en ambos frentes", dijo Álvarez, y señaló que la industria aportó
US$26.300 millones desde 2013.
"Las consecuencias de no ser racional llegan
muy rápido y no hay margen de maniobra fiscal. La caída en la producción
obligará rápidamente a poner recursos que hoy no hay. Al final de la historia,
o se va por un camino que lleva a un círculo vicioso, o se puede perder esta
ventana de oportunidad con fecha de vencimiento, porque hay un potencial
productivo enorme, pero las tecnologías cambian y los usos de los recursos
también", indicó.
Finalmente, Álvarez concluyó que Fernández no tiene
incentivos para no ser racional: "Cristina Fernández firmó el acuerdo con
Chevron porque entendió que las condiciones de la industria eran esas. En un
mundo de tasas cero, un inversor que tiene la posibilidad de hundir utilidades,
¿por qué no invertirá en la Argentina?".
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