Por Leandro
Gabin - El súper cepo, con el tope máximo de u$s200 por mes, está próximo a
cumplir un mes este 28 de noviembre. La medida, un manotazo de ahogado
del Banco Central por la feroz dolarización pre electoral,
fue efectiva para detener la sangría.
Es
más, logró pasarse del otro lado del mostrador: comenzó rápidamente a comprar
dólares cuando antes era el único vendedor. Ahora, la entidad "caza en el
zoológico" y puede recuperar parte de lo perdido.
De hecho, a tan
sólo una semana de que se cumpla el mes del súper cepo, el BCRA ya lleva comprados más de u$s1.850 millones en el
mercado de cambios.
En
base a fuentes oficiales (con datos al 13 de este mes) el Central se había
comprado u$s1.393 millones. Los días posteriores siguió adquiriendo divisas en
la misma ventanilla: según cálculos extraoficiales fueron casi u$s500 millones
hasta este miércoles.
Claro
que el ritmo de las compras viene siendo inferior que cuando arrancó a sumar
billetes. Pasó de llevarse picos de u$s350 millones y u$s200 millones, a los
actuales u$s150 millones como máximo. Y lo hizo además con una reducción de
tasas, que rápidamente fue a tocar el piso admitido (63%).
De todas maneras
las reservas, el dato clave para el gobierno entrante de Alberto
Fernández, no se movieron al ritmo de la compra de billetes en el mercado.
Es más, no se movieron y están rondando los mismos
u$s43.500 millones de la previa al mega cepo. Obvio: lo importante es
que detuvo la caída que traían antes de colocarse las restricciones. Se
perdieron durante octubre u$s5.500 millones de las arcas oficiales.
Para los nuevos
funcionarios que lleguen al BCRA con Alberto Fernández (Miguel Pesce es el
candidato más firme) lo relevante es el nivel de reservas netas.
O sea, descontando
los swaps con China y los "intangibles" que no se pueden utilizar
para detener una corrida cambiaria. Así,
las netas estarían en torno a los u$s11.000 millones.
Con ese poder de
fuego se encontrará Fernández al tomar el gobierno. Hay que aclarar, el
macrismo tomó el Central con reservas netas en cero.
La
situación no es tan drástica si no fuera por los vencimientos de deuda en
dólares de los próximos meses que, sin acceso al mercado, habría que pagar con
recursos propios.
El número de esa
cuenta llega a los u$s14.000 millones desde diciembre y hasta mayo, por ende
Alberto F. irá hacia una reestructuración de los bonos.
Hacia adelante, en
el mercado creen que Alberto puede recibir un veranito cambiario. Debido al cepo y a reperfilar el pago de los
compromisos con los privados (por ende casi no usarse los dólares de las reservas), el Central podrá seguir comprando billetes en el
mercado.
Se
cree que la inyección de pesos que hará el BCRA por la adquisición de divisas y para inyectar
"plata" en la economía, la entidad tendrá que aumentar los encajes
bancarios.
Así sería la forma
de controlar la cantidad de dinero ya que se descarta que Pesce continúe con
una política de absorción con Leliq. Podría ser con pases pasivos, pero hasta
el momento se desconoce las intenciones de lo que podrían llegar al Central.
En los bancos
imaginan a un BCRA con un manejo mucho mejor de la discrecionalidad.
"No creo que digan qué tipo de política
van a aplicar, porque irán viendo en el camino. No los veo anunciando nada
importante al momento de asumir, como una política de agregados
monetarios muy clara", deslizan desde una entidad privada que se reúne con
el equipo económico del albertismo.
Por ahora, y más
allá de la "herencia" de la que se quejará quien comanden el Central
con Alberto, Guido Sandleris -al menos-
les deja reservas en equilibrio, dólar planchado y un
"colchoncito" de dólares mediante compras. Un final que con la
película previa al 28 de octubre parecía imposible.
La clave para
adelante será que el albertismo con caiga en la trampa de usar el dólar como
ancla para frenar precios y mejorar expectativas económicas. Se sabe que eso
tiene corta vida en la Argentina.
El
salto del dólar en Brasil y en una región convulsionada por los conflictos
políticos/sociales podría deparar una divisa estadounidense más fuerte.
Empezar a atrasar
el tipo de cambio, si bien desde niveles insólitamente elevados, tiene pocos
beneficios y muchos costos más para un gobierno que tiene como plan fiscal
aumentar retenciones a casi todos los sectores que exportan.
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