Sin ninguna duda,
las principales elucubraciones siguieron rodeando las idas y vueltas de
los eventuales candidatos para el gabinete de Alberto F., algunos bochados
por Cristina de Kirchner a su retorno de Cuba, y hasta imprevistos nombres
nuevos como el del economista Martín Guzmán, discípulo de Joseph Stiglitz, cuyo
nominación irrumpió inesperadamente a mediados de la semana, desplazando (en
las especulaciones) a otros candidatos que igual siguen en carrera.
Antes de eso,
todavía aparecía Guillermo Nielsen como el principal candidato a ocupar el
sillón de Hacienda y, justamente por eso, llamó tanto la atención verlo el
martes pasado alrededor de las 15, acompañado por otras dos personas, subiendo
al colectivo 130, justo en la esquina de Paseo Colón donde está el Banco
Santander donde a esa hora todavía seguía el (abundante y bien regado) cóctel
de Fin de Año con periodistas.
Tal vez, el
exagregado agrícola de Alfonsín en Bruselas venía de otro lado, pero nadie lo
creyó, especialmente porque hace apenas una semana, la titular internacional de
la entidad financiera, la española Ana Botín, estuvo en Argentina, entronizó a
su nuevo CEO (Sergio Lew que absorberá algunas de las funciones del icónico
Enrique Cristofani, presidente y country head del Santander-Río en el país), se
reunió con Alberto Fernández, dio instrucciones para una nueva línea de
créditos para pymes de u$s500 millones (lo que le cayó muy bien al presidente
electo), y hasta tuvo tiempo de poner en primer plano algunas cuestiones de
género dentro de su propia empresa, y plantear la ampliación de los negocios
locales al área agropecuaria con la rápida incorporación de, al menos, 35
sucur-sales clave en distintas zonas de las más productivas del país.
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