Por Javier Blanco - La
bomba de tiempo que, para muchos analistas, significaba el vencimiento de la
deuda de muy corto plazo que asumió el Banco Central ( BCRA) mediante la emisión de letras de liquidez ( Leliq) para cumplir con su plan de congelamiento monetario
pactado en su momento con el FMI se está
desactivando: su desarme se aceleró en lo que va del mes, por lo que no
implicaría un problema de magnitud para la administración entrante.
Esa sensación se fortaleció ayer al caer este stock de pasivos del BCRA
por debajo de los $740.000 millones tras contraerse por 12» jornada consecutiva
(esta vez en unos $35.000 millones) y sumar un retroceso de $166.800 millones
en ese lapso para tocar el menor nivel en un año, para acumular una baja del
43,5% desde el "pico" de $1.305.252 millones que alcanzara a
comienzos de agosto pasado.
La reducción se aceleró en noviembre, al entrar en vigor un cambio
normativo que ya no permite a los bancos usar estos títulos para constituir una
parte del encaje (la reserva prudencial) que deben mantener por depósitos a la
vista.
Esto demuestra que el fenómeno pasó a ser auspiciado en buena medida por
la actual conducción del organismo que pareció considerar los reclamos hechos
en campaña por el presidente electo, Alberto Fernández, sobre los efectos
nocivos que el tamaño y costo de esta deuda tenía sobre la economía.
"El temor a la herencia monetaria que recibiría el nuevo gobierno
se diluye. No van a recibir la bola de nieve que temían", explica el
economista y consultor Gabriel Caamaño, de Estudio Ledesma.
"La tendencia a la baja en el stock de Leliq vino para quedarse, al
menos hasta febrero, porque ahora el BCRA compra dólares con pesos que no
esteriliza. Además, el Tesoro, que ya no tiene crédito ni caja, necesita
$330.000 millones para cerrar el año y los tomará vía adelantos transitorios
del BCRA. Eso hará que la base monetaria aumente 40%hasta febrero, cuando el
nuevo BCRA deberá decidir si esteriliza esos pesos volcados al mercado y, en
todo caso, de qué modo", coincide su colega Miguel Zielonka, director de
la consultora EconViews.
Por lo pronto, hasta aquí cerca del 85% del desarme que los bancos
hicieron en el mes de la posición rentablemente invertida en Leliq devino del
cambio normativo dispuesto por el BCRA.
"Básicamente, el stock cae porque los bancos debieron cambiar
pasivos remunerados por otros no remunerados por la adecuación dispuesta por el
BCRA. Marginalmente una parte fue a pases pasivos, que también son remunerados
pero a tasas algo más bajas, o fue a circulante", acota Caamaño.
En los bancos además vinculan el desarme con la necesidad que enfrentó
el sistema de comenzar a consumir liquidez por la recuperación que en el último
mes y medio mostró el financiamiento al consumo y la demanda de crédito para
capital de trabajo. "Cuando se habla de un desarme para no quedar
expuestos al riesgo Leliq es exagerado: lo que explica casi en su totalidad el
desarme es el cambio de norma al que el propio BCRA le reconoce un impacto de
$154.000 millones y el consumo de liquidez por rebote en la demanda de
crédito", insistió un vocero del sector.
Los datos parecen avalarlo. La liquidez del sistema bancario local en
pesos cayó en más de ocho puntos (del 65% al 57,6%) en los últimos 4 meses, al
mantenerse estabilizado el fondeo pero comenzar a rebotar la demanda de
préstamos.
Por lo pronto, el pasivo más explosivo que prometía dejar la gestión
macrista en el BCRA se va diluyendo: se achicó 43% en tamaño en la moneda
emitida, y se contrajo en relación a la tenencia bruta de reservas del 45 al
29% en los últimos meses. Además, se fue abaratando notablemente al caer la
tasa de política monetaria (fijada precisamente por el costo que las Leliq
tienen para esa entidad) en 23 puntos porcentuales: del 85,99% anual de
mediados de septiembre al 63% donde está sostenida hasta fin de mes. Lo que no
está definido aún es el impacto que este desarme puede tener en la inflación
porque aún no llegó al circulante, algo que hará desde el mes entrante con un correlato
que "se va a comenzar a ver en un aumento de la brecha entre el dólar
oficial y los otros precios del dólares y mayor presión inflacionaria",
advierte Zielonka.
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