Por Santiago Sáenz Valiente - ¿Más carga fiscal
que afecte la economía? No por favor. Recaudación fácil y exigencias
multiplicadas al productor agropecuario para que salve las papas y vuelva a
poner el hombro. No se sabe por qué alguien comenzó denominando “retenciones “
a los Derechos de Exportación, que son un verdadero impuesto a los ingresos,
extraordinario e instantáneo con porcentuales insoportables captando la mayoría
de la renta.
Las cosas hay que
llamarlas por su nombre: impuesto, cuyo carácter es reconocido por la propia
CSJ. Al no ser coparticipable, incrementa sensiblemente los costos y resulta
confiscatorio a nivel global. El derrotero de esta carga fiscal que, fue y
sigue siendo tortuoso, es una fuente de recaudación tentadora pero daña la
economía. En 2007 el kirchnerismo dispuso un fuerte incremento
para la exportación de soja y sus derivados, maíz y trigo. “Estas medidas van a
generar estabilidad de precios, crecimiento de las inversiones, fortaleza de la
economía en su conjunto y continuarán garantizando el sendero económico de alto
crecimiento con estabilidad y generación de empleo”, se dijo.
Lejos estuvieron
estas afirmaciones de ser reales. En esa vuelta de rosca, para la soja
pasaron de 27,5% a 35%; los aceites 8% para la soja y 10% para girasol; el
trigo pasó de 20% a 28% y maíz de 20% a 25%. La medida se dijo además se
adoptó por el “fuerte incremento de los precios internacionales de los granos,
el sostenido crecimiento de la demanda internacional por la presencia de nuevos
países demandantes de tales productos y su aplicación a nuevos usos
productivos”.
En diciembre de
2015 el nuevo gobierno eliminó estos impuestos para el trigo, el maíz, la carne
y productos regionales, además de una reducción a la soja que llevó el
porcentual al 30% con reducción de 5% anual. Fueron medidas concretas para
superar la crisis agropecuaria y reactivar al sector, eliminando trabas y
restricciones.
En 2018 se dispuso
por Decreto 793 un adicional general del 12%, pero se fijó un límite de $4 por
dólar de valor FOB. Con la cotización actual de $62 implica un 6,5% de tasa
efectiva salvo para el complejo sojero que se adicionó el 18%, llegando cerca
del 25%. Estos cambios tienen límite de vigencia hasta el 31/12/2020.
Ante fuertes
versiones de incrementar exponencialmente los derechos de exportación a los
productos del agro, corresponden algunas reflexiones adicionales. Como todo
impuesto, le corresponde al Congreso establecerlo y se prohíbe la delegación
legislativa salvo ante situaciones extremas, tales como un generalizado
descalabro económico. El principio de legalidad tributaria es esencial en
cualquier tipo de tributo.
No es posible
tampoco pretender afectar rendimientos ficticios, pues debe haber aptitud
efectiva y real para pagar el impuesto. El agro no tiene “ganancias
extraordinarias “ sino rentas cíclicas. Así el Impuesto a las Ganancias es
el único que cumple el principio de equidad tributaria, pero solo cuando se
exige sobre rentas reales y no ficticias.
El exceder la
facultad de imposición, afecta la garantía de usar y disponer libremente de la
propiedad. La acumulación entre impuestos nacionales, provinciales y de
emergencia producen en la práctica una confiscatoriedad global. Ello acontece,
cuando se absorbe por parte del Estado una porción sustancial de la renta o el
capital. El fallo Gómez Alzaga, Martín fue ejemplar en dicho sentido. Las vías
judiciales para plantear la inconstitucionalidad son el amparo o la acción
declarativa.
Cuando la famosa
resolución 125 pretendió aplicar retenciones móviles, la población entendió el
daño inconmensurable que podía producir a la Argentina y se paralizó el mercado
de futuros lo que impidió al productor conocer el valor de su cosecha.
La pérdida de
recaudación de las provincias es absolutamente injusta: toda la producción
agropecuaria se desarrolla en sus territorios, la recaudación va para la Nación
y reduce finalmente las bases de ganancias e IVA, principales impuestos
coparticipables. Imponer un incremento de los Derechos de exportación al agro
alimentará un círculo vicioso de incertidumbre y real afectación de la renta,
menor área sembrada, reducción de la riqueza generada, disminución de exportaciones, menos
dólares que ingresan al país y pérdida de recaudación en los restantes
impuestos nacionales. Es un manotazo simple y apetecible, pero la solución pasa
por crear empleo, reemplazar subsidios y reducir el tamaño del Estado.
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