Guzmán también propone dos años de gracia para el pago de intereses, es decir que no haya desembolsos en 2020 y 2021 y habla de estirar los plazos de los vencimientos de capital, pero sin mencionar la posibilidad de quitas. Esos dos años sin pagos serían fundamentales para darle tiempo de recuperación a la economía. Pero además también enfatiza la necesidad de ir hacia el superávit fiscal, aunque no especifica en qué lapso.
El trabajo es menos específico a la hora de referirse al FMI. Sólo menciona que no deben solicitarse más desembolsos, aunque todavía hay USD 13.000 millones pendiente en relación al acuerdo firmado el año pasado. Sin embargo, los grandes bancos de inversión y analistas coinciden en que para avanzar en un acuerdo con los bonistas habrá que renegociar previamente con el Fondo y llegar a un nuevo acuerdo que permita estirar los plazos de vencimientos. El tema no es abordado por el economista.
Este escenario es muy cercano al que viene presentando Alberto Fernández, que insiste en que la Argentina tiene voluntad de pago. Si bien ya dejó de mencionar la posibilidad de una renegociación “a la uruguaya”, se supone que el castigo que recibirían los bonistas no sería tan drástico como el de la quita récord de 2005. Según cálculos del sector privado, en aquella oportunidad esa quita superó el 75%. Ahora se habla de niveles drásticamente menores.
Lo de Guzmán parecería estar encaminado a esa dirección. Lo más fuerte para los inversores sería aceptar esos dos años sin cobrar ni capital ni intereses de los nuevos bonos que reciban. Pero el “premio” que recibirían a cambio es que no habría quitas de capital. En esta ecuación, quedaría por despejar la incógnita de la duración de los nuevos bonos que serían entregados, con plazos que seguramente irán de 5 a 10 años.
Si esa propuesta suave es aceptada por la mayoría de los inversores, la posibilidad de un rally en el precio de los títulos no estaría lejos. Un Bonar 2020 que hoy vale menos de USD 40 podría tener un valor de USD 60 ó incluso superior. Y algo similar sucedería con otros títulos.
Claro que no son pocos los que creen que será insuficiente para la Argentina con estirar los plazos de los títulos y los dos años de gracia para los intereses. La incógnita es si la Argentina puede volver a crecer, pero además en qué plazo se recuperaría el acceso al financiamiento de los mercados. Y además si efectivamente resulta “vendible” la idea de una espera de dos años para volver a pagar la nueva deuda que se colocaría.