Por Luis Beldi - El sueño de
todo inversor es poder predecir el futuro. Ellos se preguntan qué pasará
de ahora en más con el dólar y con la deuda, dos datos que van de la mano y uno
le da sentido al otro.
Cuando se conoció
el nombre del ministro de Economía, Martín Guzmán, comenzaron las
apuestas. Los bonos con sus precios más elevados y compradores genuinos le
dieron una buena señal.
A esto se suma el
antecedente de una gran empresa privada que refinanció su deuda en dólares y
salió de la cesación de pagos de una manera sorprendente: reconvirtió una parte
de lo que debía a pesos. Otras están renegociando sus pagos (piden más
plazo a cambio de tasas más altas) y encuentran un buen ambiente.
Además, se anunció
que el nuevo gobierno recibirá al Banco Central con USD 15 mil millones de
reservas de libre disponibilidad, lo que no es un dato menor para cubrir los
vencimientos de 2020 en dólares. Falta saber cómo harán con la enorme
deuda en pesos.
Con estos datos,
los inversores consideraron prudente aumentar la cartera de bonos argentinos.
Por eso, el Bonar 2024, el título de referencia de la deuda porque se utiliza
para las operaciones de contado con liquidación, subió casi 3 por ciento.
Los bonos largos
tuvieron alzas de hasta 0,65% como fue el caso del Discount en dólares con ley
neoyorquina, que nació con el canje de la deuda de Néstor Kirchner.
El riesgo país,
ante esta situación, bajó 20 unidades a 2.362 puntos.
En cuanto al dólar,
no hubo sobresaltos. Apenas una señal negativa que se va a develar el lunes. En
la plaza mayorista, la divisa bajó 3 centavos a $59,95 sin que el Banco Central
interviniera. Sin embargo, el dólar futuro a fin de diciembre entre jueves y
viernes subió $1,15 a 65,50 pesos. Para que la divisa mayorista alcance
ese nivel a fin de mes en el mercado oficial, donde las restricciones limitan
las operaciones, debería subir 11 por ciento. Una devaluación de esa magnitud
es difícil de imaginar. Tal vez haya una corrección muy leve, pero nada
que estimule la inflación.
Lo que sucede es
que el mercado ve bien a Guzmán, pero no saben cómo se manejará el nuevo
titular del Banco Central, Miguel Pesce. Quieren ver a la mesa de
dinero de la entidad en acción para saber si intervendrá vendiendo lo que se
necesite, si los exportadores bajan sus liquidaciones, para evitar que el dólar
oficial se escape.
Por lo demás, el
dólar en bancos y casas de cambio no varió de precio y los dólares alternativos
tuvieron un día de fuertes bajas. El contado con liquidación perdió nada menos
que 5,6% y el dólar Bolsa o MEP, cedió 42 centavos (-3,7%) a $ 75,39. El que se
mantuvo firme fue el dólar libre que en la plaza marginal continuó vendiéndose
a 71 pesos.
En la Bolsa, al
igual que lo que sucedió en el mercado de títulos de la deuda, aparecieron
fuertes compradores genuinos que creen que a estos precios tan bajos conviene
arriesgar. La mayoría de ellos, apuestan al largo plazo. Compraron las acciones
y se olvidarán de que las tienen esperando a que en dos o tres años, si la
empresa recupera su valor, puedan triplicar o cuadruplicar su ganancia en
dólares.
Esta especulación
de que hubo compradores auténticos, no especuladores de cortísimo plazo, se
verifica en el monto de negocios que fue el más alto de los últimos tiempos. Se
operaron casi mil millones de pesos, poco menos del doble de lo que se venía
haciendo.
En estas
circunstancias, el S&P Merval, el índice de las líderes, aumentó 3,16%. En
estos pocos días del mes acumula una ganancia de 6% que contrasta con el
aumento de 20,6% que logró en todo el año.
A partir de hoy lo
que va a suceder con el dólar hay que dividirlo en dos etapas. Una
finaliza en diciembre y se cree que los mercados van a estar calmos, si no se
anuncian medidas distintas a las que imaginan los inversores.
Desde enero, todo
estará sujeto a como vaya evolucionando la negociación con los acreedores
privados. El riesgo país será el indicador a seguir. El precio del dólar
será una consecuencia de ese dato.
El voto de
confianza del viernes, tiene fecha de vencimiento.
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