La aprobación del
megapaquete de emergencia, enviado por el oficialismo al Congreso, implicó el
fin del impuesto a la Renta Financiera como se lo conocía hasta ahora, un
tributo que podría considerarse polémico, no sólo por cómo fue instalado (y
modificado), sino también por la poca eficiencia al momento de recaudar. Con
más penas que gloria, la AFIP pudo captar apenas $9.000 millones a través de
dicho impuesto, de acuerdo con datos del extitular del organismo, Leandro
Cuccioli, cuando se estimaba que podría llegar al 0,2% del PBI, una cifra de
todos modos insignificante en términos de recaudación, y que terminó trayendo
más problemas que soluciones a la economía.
El macrismo aprobó
este impuesto a fines de 2017 como exigencia del Frente Renovador, que estaba a
cargo del actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. El mismo
no tenía sólo problemas operativos, ya que los contadores debían realizar por
separado las liquidaciones de Ganancias, bienes personales y del impuesto
cedular, sino que además coincidió en abril de dicho año con la sequía del
campo y con una fuerte salida de capitales desde los países emergentes hacia
los desarrollados, luego de que las tasas de los Bonos del Tesoro de Estados
Unidos a diez años alcanzara el 3%, en medio de una mayor aversión al riesgo.
A partir de ahora,
los depósitos a plazo fijo a tasa fija dejarán de pagar el tributo. En su
momento, esta fue una de las medidas más cuestionadas, producto de la elevada
inflación, dado que uno de los principales postulados del Frente Renovador era
frenar la “timba” financiera, mientras que este impuesto terminaba impactando
sobre ahorristas de clase media, con ganancias en torno de los $66.000 anuales,
sin descontar el efecto inflacionario del período. Tampoco lo harán los bonos
en pesos y en dólares. Vale recordar que en 2018, debido a los fenómenos
mencionados anteriormente, la Argentina sufrió una crisis cambiaria que aceleró
la suba de precios, dejando una inflación acumulada del 47,6% para todo el
período. Sí lo pagarán aquellos vinculados a la evolución del UVA, un indicador
que está atado al Índice de precios. También pagarán este impuesto las
operaciones por transacciones de acciones y ADR u obligaciones negociables y
las criptomonedas.
Lo que se deje de
recaudar por este impuesto será compensado fácilmente por alguno de los otros
tributos impulsados en la Ley de Solidaridad. El aumento de la carga tributaria
va en línea con la intención del Gobierno de alcanzar un equilibrio fiscal primario.
El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, sostuvo en conferencia de prensa
que no hay margen para seguir aumentando el gasto ni para seguir financiando el
déficit con emisión, como ocurrió durante los últimos años del kirchnerismo,
llevando la inflación a niveles por encima del 25%, cifra que fue ampliamente
superada durante la gestión de Mauricio Macri y que en el último año de gestión
alcanzó el 60%. Su modificación es una buena señal, pero todavía es muy
temprano para determinar cuál será el impacto efectivo del programa que está
impulsando el Ejecutivo.
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