Por Mariano Martín - La suba, planificada para
integrar el salario y servir de base para la reapertura de negociaciones
salariales, forma parte de una de las principales promesas de campaña de Alberto Fernández y tiene como objetivos apuntalar
el poder adquisitivo sobre todo de los sectores más postergados y
golpeados por el desfasaje entre la inflación y sus ajustes salariales, y dinamizar
el consumo como método de reactivación de la economía.
Los negociadores del
incremento explicaron que el decreto que le dará origen y sustento legal
establecerá un monto único a ser fraccionado en tres partes iguales para su
liquidación completa en el primer trimestre del año. Así, dijeron, será
“remunerativo, progresivo y acumulativo” en alusión a la forma de computar cada
pago respecto del anterior.
La otra condición,
que había adelantado la semana pasada Ámbito Financiero, es que será “como
anticipo de paritarias” y operará como disparador de negociaciones
anticipadas en los casos en que los empleadores estuvieran en condiciones de
mejorar el pago decretado. De ese modo, las actividades económicas más
golpeadas deberán integrar como mínimo la suma resuelta por el Ejecutivo pero
en el resto las paritarias actuarán como escenario para tomar esa base y
proyectarla.
La CGT y
las dos versiones de la CTA escucharon la semana pasada de boca del
Gabinete nacional aspectos del aumento. Fue durante una reunión en la Casa
Rosada que contó con la participación del jefe de Gabinete, Santiago
Cafiero, los ministros de Trabajo, Claudio Moroni y de Desarrollo
Social, Matías Kulfas, y del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo
Béliz. Por el sindicalismo acudió una veintena de dirigentes entre los que se
encontraban los dos co-titulares de la CGT, Héctor Daer y Carlos Acuña, y los
referentes de las dos CTA, Hugo Yasky (de los Trabajadores) y Ricardo Peidró
(Autónoma).
El fin de semana
Moroni precisó que la medida apuntará a que “los sectores que perdieron poder
adquisitivo recuperen lo más que puedan” y que el decreto será “un piso de la
negociación salarial”. En una entrevista en AM 750 ratificó, de ese modo, que
no habrá un congelamiento de las paritarias como el que había ideado parte de
la “mesa chica” de la CGT como contraprestación por el decreto.
El ministro
admitió, además, que para hacer efectivo el decreto hará falta establecer un
acuerdo de precios y salarios con los empresarios. “Si
la suba se traslada a precios no habrá servido de nada”, reconoció. Según
Moroni en la gestión de Alberto Fernández “las políticas de precios y salarios
tienen que ser convergentes”. Con ese fin los funcionarios buscarán, a
partir del dictado de la norma, reunir a empresarios y a sindicalistas para
definir este año un sendero para las negociaciones salariales y asegurarse que
no habrá una disparada de los precios ni un “colchón” por parte de sectores con
peso propio en la cadena de valor.
En el sector
empresario habían manifestado voluntad para tratar de alcanzar un consenso
respecto del monto decretado pero en algunos casos, como en la Unión Industrial
(UIA) aclararon que el pago quedaría supeditado a que el Gobierno por su parte
estableciera líneas de crédito blandas para poder afrontarlo.
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