El Gobierno
intentará dar mañana un nuevo paso en su estrategia para ir refinanciando
la deuda local en pesos que heredó y le va venciendo,
mientras busca a la vez impulsar un reacomodamiento a la baja en esas tasas.
El Ministerio de Economía ya convocó a licitación para
ofrecer al mercado dos letras del Tesoro: la
reapertura de la que emitió a seis meses hace unos días (a tasa de interés
variable Badlar privada más 300 puntos básicos), y una nueva letra de corto
plazo por vencer el próximo 3 de abril, que también se colocará a tasa Badlar
privada más un margen que surgirá de la compulsa en la subasta.
El viernes pasado,
Economía tomó del mercado $18.846 millones a una tasa nominal anual de 44,76% y
una tasa interna de retorno de 49,80% anual, tras recibir ofertas por $21.501
millones. Es dinero que usó básicamente para enfrentar el vencimiento de otro
bono (el Bopomo, en ese caso) por $24.300 millones, en una operación que
significó la reapertura de la opción local de financiamiento en pesos, tras
casi cinco meses de abstinencia forzada.
Una valla algo más
alta
La licitación de
mañana supone un desafío algo mayor: conseguir los fondos para financiar un
pago de casi $33.000 millones por vencimientos de otros bonos que deberá
enfrentar el próximo lunes 30. Ese día tendrá que cancelar una letra
capitalizable en pesos (Lecap) por $17.516 millones y una letra ajustada por
CER (Lecer) por $15.472 millones, es decir, dos papeles que en su momento ya
habían caído en el reperfilamiento forzoso decidido por la administración Macri
a fin de agosto pasado.
Ese antecedente, y la
decisión que tomó el ministro Guzmán de seguir aplicando esa receta para la
deuda local de corto plazo en dólares (Lete) la semana pasada, hace las veces
de espada de Damocles para los tenedores de estos papeles.
Los operadores
admiten que es uno de los temores que fomentan la propensión que mostraron a
fin de la semana pasada algunos fondos e inversores institucionales por aceptar
la refinanciación, utilizando para tal fin el dinero que perciben las nuevas
letras, que -dicho sea de paso- aún no recibieron nombre en el mercado (se
especula que podrían llamarse Lebad, aludiendo a que ajustan por tasa Badlar).
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