Por Ariel Maciel
- Los empresarios que mantienen sus fábricas abiertas a la espera de la
reactivación productiva respaldaron las medidas de emergencia que tomó el
Gobierno de Alberto Fernández aún cuando no esconden el malestar por la
restitución de la doble indemnización en caso de despidos. Pero mientras
esperan novedades positivas que ayuden a reactivar las fábricas, piden extremar
los controles a la importación, que hace estrago en un mercado reducido.
Sucede que ante la caída del
mercado por la contracción de los ingresos -que se redujeron fuertemente
durante la gestión Cambiemos-, existe una fuerte preocupación porque la
inyección que el Gobierno actual proponga para los salarios, jubilaciones y AUH
se desvié hacia los productos importados. Algo similar a lo que sucedió con los
planes para comprar OKm, que traccionó la venta de modelos fabricados en otros
países.
Por caso, en el inicio de la
temporada de verano se estima que se comercialicen más de dos millones de
anteojos de sol importados y sin controles aduaneros. De hecho, existe una
alerta por la desactivación de la única norma de ANMAT que identificaba a los
fabricantes, controlaba las inscripciones de empresas y productos, y permitía
un piso de calidad.
La normativa suplió recién el
9 de diciembre, un día antes del fin de la presidencia de Mauricio Macri, la
suspensión de la ley que penaba judicialmente la venta ilegal. Ambas medidas
están siendo analizadas por la Secretaría de Comercio actual aunque se
desconoce cuál será la definición.
El pedido de los industriales no
apunta al cierre de las importaciones sino a un mejoramiento de la competitividad.
Lo que buscan es que los productos que lleguen desde otro país a precios de
dumping "paguen un impuesto que los iguale con la producción local, que
destina una gran parte de sus costos a costear la presión impositiva",
afirmó un empresario industrial consultado por BAE Negocios.
En ese caso, el representante
de CGERA y presidente de la Cámara de Ópticos, Norberto Fermani, propone un
pago a cuenta de cargas sociales de los trabajadores, que el importador podrá
descargar si es que genera alguna producción local (ver columna de opinión).
Más allá de las cuestiones
sectoriales, los industriales conocieron de boca del Gobierno que las
medidas de urgencia son las que se tomarán hasta que se firme el nuevo acuerdo
de pagos con los acreedores externos, entre ellos el FMI. Lo que esperan es el
diseño de una batería de instrumentos destinados a favorecer a la producción y
no sólo a frenar la crisis.
Saben que corren con
desventaja por la inercia inflacionaria y los altos costos locales para
producir, pero consideran que lo mejor será ganar productividad por volumen, a
partir de mayores ventas gracias a la inyección de dinero que el Gobierno
quiero sobre la gente. "Entendemos y ponemos el hombro todo lo que
podamos, pero si se recupera la capacidad de consumo y se va para afuera a
través de los productos de importación, entonces habrá empresarios más pobres,
fábricas a medio funcionar y un plan que habrá sido pan para hoy y hambre para
mañana", razonó otro dirigente industrial que evitó ser considerado como
un crítico.
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