Por Martín Kanenguiser - La Argentina y el Líbano fueron los peores
casos en términos de ingreso de capitales en 2019, en un contexto de éxito el
resto de los mercados emergentes.
Con el corsé del
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Argentina se quedó en
2019, durante el gobierno de Mauricio
Macri, afuera de los beneficios uno de los mejores años en términos de
ingresos de capitales para los mercados emergentes, que este año se volverán
más selectivos.
Un informe del
Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) indicó que el año pasado “vio un
retorno de los flujos a los mercados emergentes, con la deuda de esos países
con un sólido desempeño y como polo de atracción de una gran cantidad de
fondos”.
La excepción fueron dos países: “Los spreads crecieron en forma dramática
en 2019 en la Argentina y el Líbano, las dos mayores historias de crisis en los
mercados emergentes del año pasado”.
El rebote
generalizado del ingreso de capitales se produjo por la política de bajas tasas
de interés de los principales bancos centrales del mundo frente a la guerra comercial
entre Estados Unidos y China.
“El mercado de
divisas extranjeras tuvo un buen rendimiento, pero también el de deuda local, a
partir de altas tasas y monedas estables”, se explicó.
La entidad aclaró que los inversores extranjeros este año serán más
“selectivos” y se focalizarán en algunos países con “buenas historias”.
En particular,
señaló la entidad presidida por Tim
Adams, aparecen buenas oportunidades en Indonesia, Rusia, Ucrania y
Turquía. Sin embargo, el alto nivel de tasas puede limitar el ingreso de flujos
muy importantes.
La Argentina
aparece fuera del radar de los grandes fondos de inversión, salvo entre
aquellos que tienen bonos que formarán parte de la reestructuración de la deuda
que inició el Gobierno.
Tal como informó Infobae, antes de fin de mes el
comité de acreedores formado en Nueva York viajará a Buenos Aires para reunirse
con los funcionarios del Ministerio de Economía que lidera Martín Guzmán.
Estos fondos de
inversión quieren proponerle al Gobierno una solución que evita la
intermediación de los bancos globales, con un cambio en las condiciones de los
bonos, pero evitando un canje.
En paralelo, aunque el presidente Alberto Fernández dijo que una misión
del FMI llegaría al país en los primeros días del año, los principales
negociadores técnicos del organismo multilateral todavía no tienen una fecha
programada para conversar con el equipo económico.
El Gobierno sabe
que necesita mantener conversaciones paralelas con los bonistas y con el Fondo,
para cumplir con su objetivo de reestructurar la deuda en el primer
cuatrimestre del año, cuando posiblemente las reservas del Banco Central estén
llegando a un punto límite como canilla para seguir pagando la deuda.
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