Por Marcelo Bátiz - Las condiciones
financieras de la Argentina mejoraron “notablemente” en diciembre, en
consonancia con la baja del riesgo país, pero no lo suficiente para evitar
que “la actividad económica siga cayendo durante buena parte” de
2020, según el análisis del Instituto Argentino de Ejecutivos de
Finanzas (IAEF).
La
entidad presentó su Índice de Condiciones Financieras (ICF), que en el
último mes de 2019 tuvo una mejora basada en “el repunte de las reservas
internacionales”, una “incipiente suba de los depósitos en dólares del sector
privado” y “la reducción de los niveles de riesgo país desde 2.500 a 1.800
puntos básicos”.
No
obstante, esa mejora no alcanza para neutralizar la situación de estrés
financiero que viene registrándose ininterrumpidamente desde el segundo
trimestre de 2018, a partir de la devaluación del peso en abril de ese año y
que se agravó después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y
Obligatorias (PASO) de agosto de 2019 con la suba abrupta del riesgo
soberano y la cotización del dólar, además del reperfilamiento de la deuda.
El IAEF
elabora el ICF en base a un estudio llevado a cabo por la
consultora Econviews y en él se identifica como situación de
estrés a aquella en la que el deterioro de las condiciones financieras es
dominante, en tanto cuando son mayoritariamente favorables se considera que la
situación es de confort.
La
importancia de esa distinción radica en que, según la explicación del
IAEF, “la economía argentina siempre creció en forma sostenida cuando las
condiciones financieras se mantuvieron en zona de confort durante un lapso
prolongado”, es decir que hay una correlación entre las condiciones financieras
y la actividad económica general.
En
consecuencia, tras dieciocho meses de estrés ininterrumpido, “cabe esperar
que la actividad económica siga cayendo durante buena parte del año 2020”,
sostuvo.
El IAEF
señaló que las primeras medidas del presidente, Alberto Fernández,y el
ministro de Economía, Martín Guzmán, “mejoraron el ánimo de los inversores ante
la expectativa de una mayor probabilidad de pago de la deuda”.
Esa
mejor percepción se reflejó en la tercera suba mensual consecutiva del índice,
aunque no lo suficiente para superar la “zona de estrés severo”, puntualizó.
Al
respecto, apuntó que en agosto y septiembre las condiciones locales “habían
padecido las mayores caídas mensuales desde la crisis 2001-02, a partir
del agravamiento de la crisis que siguió a las PASO que, entre otros efectos,
había implicado la imposición de controles cambiarios y el reperfilamiento de
las letras de corto plazo bajo ley local, ante el cierre de los mercados para
el Gobierno y la profundización de la salida de depósitos en dólares”.
Esa
situación adversa no pudo ser neutralizada con las mejoras de octubre,
noviembre y diciembre, al punto que los registros actuales son comparables
al momento “del colapso de las condiciones externas en los meses finales de la
crisis financiera de 2008/09”.
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