Por Liliana Franco - “Un
arreglo razonable con los acreedores en este 2020 es una condición necesaria,
pero de ningún modo suficiente, para lograr que la economía pueda encarrilarse
en un horizonte de mediano y largo plazo” señala Jorge Vasconcelos de
IERAL Fundación Mediterránea. En un trabajo, el economista sostiene que “el
gasto público fuera de escala, los déficits fiscales recurrentes, los cepos y/o
el endeudamiento como instrumento de financiación, constituyen un combo que en
la Argentina reconoce un común denominador: la falta de desarrollo sustentable
por un tiempo prolongado”.
La dificultad para crecer es la que llevó a distintos gobiernos a la
búsqueda de atajos, entre ellos el endeudamiento, según el autor. La falta de
crecimiento resulta más evidente cuando se comparan las trayectorias de países
como Corea. Desde principios de los ’80, mientras Corea del Sur acumuló una variación de
539 % en su PIB per cápita, ese guarismo fue de sólo 39 % para la Argentina y
de 38 % para Brasil.
Vasconcelos reconoce que la tasa de ahorro e inversión es superior en el
país asiático, pero también advierte que la brecha en la evolución del PIB per
cápita se explica también por diferencias en productividad y por los mecanismos
e incentivos vinculados con la asignación de recursos.
En tal sentido, apunta que en los últimos veinte años, la
participación de las ventas al exterior de Corea en las exportaciones mundiales trepó de 2,5 a
3,3 %, mientras la Argentina pasaba de 0,5% a 0,3% . En 1998, el market
share de Corea en las exportaciones mundiales guardaba una relación de 5 a 1
con el de la Argentina, pero en 2018 ese ratio ha pasado a ser de 11 a 1.
El retroceso es mayor si el análisis se realiza desde una perspectiva
histórica más amplia. Según el especialista Marcelo Elizondo, Argentina ha
venido perdiendo participación en el comercio mundial de manera sostenida desde
hace muchos años. Sus cálculos arrojan que de generar 2,7% del total de
las exportaciones mundiales en 1945, o aún un 0,8% de las exportaciones totales
en el planeta en 1960, Argentina ha caído de modo sistémico hasta
generar solo el 0,3% del total mundial de exportaciones en los últimos
años. En la historia reciente, de la que se tiene registro en organismos
internacionales, de ser el 25° exportador mundial en 1975 pasó a ser el
48° en 2018.
Por esta razón, Vasconcelos afirma que “en la agenda de mediano y largo
plazo, la conexión entre competitividad y crecimiento debería ser la guía para
el debate y la toma de decisiones”.
Este de razonamiento se encuentra en línea con lo señalado a Ámbito por
funcionarios del Ministerio de Producción, en cuanto a que sus
políticas no se limitarán a la protección de sectores nacionales, sino que
se establecerán planes estratégicos a medio plazo para que las empresas locales
tengan una mayor proyección internacional.
En lo inmediato, las autoridades de esta cartera señalan que el alivio
para las empresas vendrá de la mano de la baja de las tasas de interés y de las
facilidades de pago de impuestos por la moratoria impositiva.
Bajar las
tasas
La baja de tasas se va logrando. En los últimos días el directorio del
Banco Central tomó distintas medidas para continuar con el sesgo expansivo de
la política monetaria. Por un lado, se redujo el piso de tasa de interés de las
LELIQ de 55% a 52%. La conducción actual del organismo ya implementó 3 bajas en
el último mes: de 63% a 58%, de 58% a 55% y de 55% a 52%, y se esperan nuevas
reducciones en febrero.
“La política de tasas del BCRA parece apuntar en dos sentidos: abaratar
el costo de financiamiento y coordinar con el Tesoro para proveerle fuentes de
financiamiento” señala un informe de pxq Consultora. Por otro lado, en
cuanto a la política de promoción del crédito, se aumentó el porcentaje de
encajes que los bancos pueden utilizar para financiar el programa Ahora12 y se
habilitó a que utilicen una parte de los encajes para financiar a pequeñas y
medianas empresas a tasas del 40%.
“Estas disposiciones en conjunto con la reducción de la tasa de interés
de referencia, la cual se traslada al resto de las tasas que los bancos
pagan/cobran, permiten una reducción del costo de financiamiento y podrían
estimular una inyección de dinero en la economía real”, sostiene el trabajo de
la consultora que dirige Emanuel Alvarez Agis.
Señales ambivalentes
Pero, en el mientras tanto, Vasconcelos señala que “habrán de
subsistir múltiples señales ambivalentes”. En este sentido, precisa que el
control de cambios y las anunciadas restricciones a las importaciones, por
ejemplo, reprimen un segmento importante de la demanda de divisas, lo cual
tiende a atrasar en términos reales la paridad en el mercado oficial y advierte
que “dada la experiencia de 2011 a 2015, esto puede estar encendiendo
luces amarillas en determinados proyectos de exportación”.
El economista considera que las medidas destinadas a desindexar la
economía serían más efectivas si se apoyaran en el anclaje del gasto público
corriente. Sin embargo, precisa que el gobierno ya ha tomado la decisión
de elevar la presión tributaria, y el peso consolidado de Nación y Provincias
pasaría de 28,0% a 29,6 % del PIB entre 2019 y 2020.
Cabe señalar que la carga impositiva es particularmente intensa en el
caso de los alimentos, de donde se castiga al consumo. Al respecto, un estudio
del Instituto Argentino de Análisis Fiscal calcula que la presión
impositiva, tanto nacional como provincial y municipal, llega a explicar el
41,3% del precio de un conjunto de alimentos tan básicos como harina, leche o
arroz.
El trabajo de Vasconcelos concluye subrayando que la sustentabilidad de
la deuda en el futuro ”habrá de depender de la capacidad de la economía de
crecer a más del 2 % anual y del Sector Público de ahorrar más de un punto del
PIB, aun computando mayor inversión en infraestructura”.
|