Por Matías Barbería - La cantidad de pesos en circulación, los que
están en poder del público y en cuentas a la vista, se disparó muy por encima
de lo habitual en diciembre pasado. El dinero transaccional suele saltar
cada fin de año por el pago de los aguinaldos y el aumento de los gastos de esa
época, pero esta vez el movimiento fue mayor. La inflación récord y la
imposición de controles de cambio tienen parte de la responsabilidad, pero aún
así los especialistas sostienen que el Banco Central (BCRA) va a tener que
endurecer su política monetaria en febrero si no quiere sobresaltos con la
inflación y los tipos de cambio paralelos.
Cada fin de año la demanda de dinero sufre un pronunciado repunte propio
de la mayor necesidad de efectivo estacional, por lo que la cantidad de pesos
en circulación tiende a dispararse. El circulante es el efectivo en manos del
público y los depósitos a la vista. Es decir, los medios de pago, el dinero que
está en condiciones de ser gastado de inmediato a diferencia de un depósito a
plazo fijo o colocado en instrumentos del Banco Central. Es un agregado
monetario diferente que la base monetaria, la medida que seguía el Central
cuando perseguía la meta de “emisión cero”, durante la gestión de Guido
Sandleris. Es, si se quiere, una medida algo menos distorsionada del dinero que
puede ir a consumo o al mercado cambiario.
Un trabajo de SBS Research registró que en los últimos 15 años, la
mediana de variación del dinero en circulación en diciembre fue del 11,2%, si
se mide el último día del período contra el último día de noviembre, y del 5%
si se toma el saldo promedio de circulante en todo el mes, en comparación con
el previo.
Este cierre de año, el movimiento fue mucho mayor. Fue de 17,8% punta a
punta y 10,2% promedio, bien por encima de los 15 años previos.
El cierre de 2019, sin embargo, tiene varios elementos que pueden
confundir al análisis. Por ejemplo, fue un año de inflación récord desde la
convertibilidad. Y, además, terminó en un esquema de control de cambios más
duro que el que existía hasta diciembre de 2015, lo que fuerza un aumento de la
demanda de pesos.
“Los datos son nominales, pero igualmente es difícil pensar que solo la
inflación pueda explicar una diferencia tan grande cuando los datos de alta
frecuencia no muestran algo tan distinto a 2018”, dijo Adrián Yarde Buller de
SBS. “Mirar el circulante en poder del público te permite ver el dinero más
transaccional y limpiar distorsiones que puede haber como cambios en los
encajes o las tenencias de efectivo de los bancos”, agregó.
Especialistas y operadores siguen de cerca las variables monetarias para
entender cuál es la política de Miguel Pesce, el presidente del Banco
Central. Dado el contexto de controles de cambio y los factores estacionales
que estimulan la demanda de pesos, esperaban un repunte que no necesariamente
tiene que ser problemático. Pero, entienden, el riesgo de que el aumento
en la cantidad de dinero golpee al dólar paralelo o le de una nueva vuelta de
tuerca a la inflación depende de lo que haga el Central en febrero, cuando la
demanda de dinero tiende a bajar luego del repunte de cada fin de año.
“Estuvimos simulando que capacidad de emisión monetaria le generaba al
Banco Central el cepo cambiario y la estacionalidad de diciembre, y lo que
vemos es que hay un desvío que todavía es leve”, dijo Juan Manuel
Pazos, de TPCG. “La foto a hoy es que tenes la emisión que te permite el
contexto, para adelante me parece que el Banco Central está siendo más agresivo
de lo que debería. Pasaron diciembre sin que se espiralizaran los problemas, fueron
cuidadosos, pero todo lo que decidieron la semana pasada –baja de encajes,
reducción de pases pasivos y otras medidas de aceleración de la baja de tasas–
me parece peligroso porque febrero es el mes de más baja demanda de dinero. No
me preocupa lo que pasó, me preocupa lo que viene", dijo.
Para atajar la mayor cantidad de pesos antes de que aceleren a la
inflación o le echen nafta a los dólares paralelos, el Banco Central va a tener
que sacar pesos de circulación. Los instrumentos para hacerlo con las Leliq, a
las que el presidente Alberto Fernández criticó durante la campaña, y
los pases pasivos. Son emisiones de deuda del Central que sacan pesos de
circulación pero tienen un costo para la entidad, por la tasa que pagan.
Pesce ya dijo que está incómodo con el corto plazo de esa deuda que se
usa para “aspirar” pesos. En su publicación de Objetivos y Planes para 2020 la
entidad señaló el problema de que el plazo promedio de la deuda cayó a 5 días
desde 100 días que promediaba en 2017. Alargar los plazos de las Leliq o ir a
instrumentos de mayor duración, como las desaparecidas Lebac, es uno de los
objetivos. La duda que preocupa a la City es si reaccionará en febrero para
sacar la liquidez excedente del sistema.
|