Por Caetano
Mohorade - A pesar de que el Banco Central debió salir a vender
divisas para contener al dólar en los últimos dos días, desde la imposición
del cepo hard ya
lleva comprados más de u$s4.000 millones netos. Las restricciones para la
adquisición de dólares, de hasta u$s200 mensuales, permitieron contener
artificialmente la volatilidad en la plaza cambiaria, en un momento de fuerte
incertidumbre, y llevó a que los agentes que se habían dolarizado en exceso
debieran salir a desprenderse de la moneda extranjera, lo que garantizó la
estabilidad del tipo de cambio, al menos en el corto plazo. A pesar de ello,
para que este modelo persista, será fundamental preservar el superávit de la
balanza comercial y evitar un fuerte incremento de las brechas
cambiarias.
Para contextualizar
un poco, luego de los resultados de las PASO, que dieron como claro vencedor al
candidato Alberto Fernández por amplio margen, el tipo de cambio registró una
fuerte depreciación, cercana al 25% (el dólar pasó de poco más de $46 a $63),
lo que encendió las alarmas dentro de la economía. La incertidumbre y los
temores a un nuevo default llevaron a que los agentes comenzaran a dolarizar
sus carteras y a retirar los depósitos en dólares de los bancos. Durante
este período, y hasta las elecciones de octubre, las reservas internacionales
cayeron u$s 34,3% (u$s22.757 millones), efecto que se vio explicado por ventas
netas de u$s7.456 millones por parte del BCRA, por la salida de
u$s12.655 millones de depósitos y por el pago de deuda, entre otras cuestiones.
Ya con la victoria
de Fernández oficializada en los comicios del 27 de octubre, el gobierno
entrante comenzó a dar señales de su intención de evitar el default y de su
afán por renegociar la deuda, lo que fue tomado de buena manera por el mercado.
Esto permitió que las reservas internacionales anotaran un ligero rebote,
principalmente, a partir de cierta recomposición de los depósitos en dólares,
que en el último mes comenzaron a crecer a un ritmo del 5,2% mensual y de las
compras del BCRA en el mercado de cambios por u$s4.024 millones. A pesar de
ello, la autoridad monetaria le otorgó dólares al Tesoro para que éste pudiera
cumplir con sus compromisos de deuda.
De ahora en
adelante, será clave lo que ocurra en dos frentes: el cambiario y el comercial.
En el caso del primero, el dólar oficial se mantendrá estable debido a los
efectos del cepo hard, aunque se espera que el oficialismo convalide cierta
suba del tipo de cambio para evitar el atraso cambiario. Lo que sí
preocupa es la expansión de la brecha cambiaria entre las cotizaciones
oficiales (minorista y mayorista) y el resto de los tipos de cambio (blue,
contado con liqui y MEP). Por el momento, el spread no ha generado
complicaciones sobre el nivel de precios de la economía, dado que los
productores pueden seguir importando al valor del tipo de cambio oficial.
El problema se
daría a partir de la fuerte expansión de la base monetaria que se viene
registrando. Si los pesos que se están inyectando en la economía, en un
contexto de caída estacional en la demanda de dinero, comienzan a volcarse por
los dólares alternativos, se observará una mayor ampliación en la brecha. Esto,
en principio, no debería traer mayores problemas. Pero, si los agentes
comienzan a formar expectativas con estos tipos de cambio, se debería verificar
un aumento en las expectativas de inflación, lo que terminaría llevando a un
mayor incremento en el costo de vida, entre otras cuestiones.
En el caso del
comercio internacional, el organismo que lidera Miguel Ángel Pesce está
comprando las divisas que los exportadores están liquidando en el MULC. Será
necesario seguir fomentando las ventas en el exterior, con el fin de generar
dólares genuinos que permitan cumplir con el pago de compromisos en moneda
extranjera. Una expansión de la brecha podría afectar y fomentar las
distorsiones de los precios relativos, generando complicaciones para el
comercio, tanto por el lado de las importaciones como de las exportaciones, y
esto podría terminar generando problemas sobre el superávit, lo que complicaría
el proceso de “captación” que viene aplicando el BCRA.
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