Por Liliana
Franco - Con el 53,8%
que arrojó la inflación en el país, la Argentina se ubica en el
cuarto puesto en el ranking de inflación mundial, según surge de comparar la
cifra que hoy difundió el INDEC con
las previsiones el Fondo Monetario Internacional. Sólo es superada por
Venezuela –en hiperinflación– Zimbabue, 183% y Sudán con 57%.
De esta
forma, el país sigue siendo “líder” en inflación, un flagelo que ha dejado
de castigar a la mayor parte del mundo. De los 189 países con que el FMI cuenta con
estadísticas, sólo 17, es decir menos de uno de cada diez, registra
inflación igual o superior al 10% anual.
La tasa de suba de
los precios con la que se despidió la administración de Mauricio Macri también
es elevada en términos de la historia argentina. Analizando los últimos
cincuenta años, se ubica entre las 20 más altas.
El último medio
siglo, presenta como antecedentes dos episodios de hiperinflación (1989 y
1990), 14 años en los que la tasa superó el 100% anual, 38 años en los que
registraron dos dígitos, y sólo 12 períodos en los que fue menor al 10%. Dicho
de otra forma, sólo en uno de cada cuatro años el país registró una tasa
relativamente “normal” de inflación.
Para hacer más
colorido el inestable mapa de precios una Argentina “inflacionaria serial”, el
lapso 1999-2001 presenta como fenómeno insólito años de deflación de precios,
pero que sirvieron sólo como antesala a una nueva explosión inflacionaria de
2002.
La inflación de
diciembre pasado alcanzó a 3,7%, es decir más de medio punto por debajo del
registro del mes precedente. En el último mes del año, la inflación estuvo
impulsada por la suba en los alimentos, rubro en el que incidió particularmente
la suba en los productos cárnicos. Pero también impactaron otros aumentos como
los registrados en esparcimiento, capítulo que sube por razones estacionales, y
la atención médica.
La mayoría de los
analistas considera que la tasa de inflación experimentaría en los
próximos meses una baja gradual. Por caso, la proyección de Ecolatina es
de una suba de 3,4% para el mes en curso, con un descenso a 3,4% y 3,1% para
febrero y marzo venideros, en ese orden. De todas formas, de cumplirse estos
pronósticos, la suba de precios superaría el 10% en el primer trimestre del
año.
A favor de la
desaceleración de los precios juegan distintos factores. Por un lado, y
más allá del aumento de suma fija para los sectores de menores ingresos, la
moderación que vienen mostrando los gremios de cara a las negociaciones
salariales tiende a descomprimir este frente.
Por otra
parte, el ajuste de tarifas -uno de los factores que más incidió
en la inflación durante toda la gestión del anterior gobierno- ha quedado
congelada (al menos para casi todos los rubros) por espacio de 180 días,
según lo dispuesto por la administración del presidente Alberto Fernández.
El dólar oficial
–la principal referencia que toman los operadores económicos a la hora de
determinar precios– ha mostrado cierta estabilidad en los últimos meses. De
acuerdo con cálculos privados, el tipo de cambio real se encuentra en un nivel
cercano al promedio histórico, pero los analistas consideran que difícilmente
esta variable se pueda mantener quieta si es que el país quiere resolver los
problemas derivados del frente externo. Así, algunos economistas entienden
que “el Banco Central tendrá que dar en algún momento una señal de que el
dólar no se va a quedar quieto, si es que no quiere acumular presiones”.
De ser así, el
ajuste del tipo de cambio tendería a fijar un piso a la marcha de los precios.
De todas formas, en medios oficiales son optimistas. Entre otros factores,
consideran que en momentos en que la utilización de la capacidad
productiva instalada se ubica “en el subsuelo” -ronda el 60%-, la esperada
suba de la demanda derivada de los planes de estímulo al consumo lanzados por
el gobierno deberían dar una respuesta “por cantidad” y “no por precios” de
las empresas.
En tanto se espera
la conformación del Consejo que tendrá a su cargo el armado de un pacto de
precios y salarios, la inflación en la Argentina sigue empujada, además, por
la inercia que deriva de la generalizada indexación que afecta a la
economía.
Por otra
parte, el ajuste de tarifas -uno de los factores que más incidió
en la inflación durante toda la gestión del anterior gobierno- ha quedado
congelada (al menos para casi todos los rubros) por espacio de 180 días,
según lo dispuesto por la administración del presidente Alberto Fernández.
El dólar oficial
–la principal referencia que toman los operadores económicos a la hora de
determinar precios– ha mostrado cierta estabilidad en los últimos meses. De
acuerdo con cálculos privados, el tipo de cambio real se encuentra en un nivel
cercano al promedio histórico, pero los analistas consideran que difícilmente
esta variable se pueda mantener quieta si es que el país quiere resolver los
problemas derivados del frente externo. Así, algunos economistas entienden
que “el Banco Central tendrá que dar en algún momento una señal de que el
dólar no se va a quedar quieto, si es que no quiere acumular presiones”.
De ser así, el
ajuste del tipo de cambio tendería a fijar un piso a la marcha de los precios.
De todas formas, en medios oficiales son optimistas. Entre otros factores,
consideran que en momentos en que la utilización de la capacidad
productiva instalada se ubica “en el subsuelo” -ronda el 60%-, la esperada
suba de la demanda derivada de los planes de estímulo al consumo lanzados por
el gobierno deberían dar una respuesta “por cantidad” y “no por precios” de
las empresas.
En tanto se espera
la conformación del Consejo que tendrá a su cargo el armado de un pacto de
precios y salarios, la inflación en la Argentina sigue empujada, además, por
la inercia que deriva de la generalizada indexación que afecta a la
economía.
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