Por Diego Piccardo - En diciembre no solo
volvió el kirchnerismo en su versión albertista, sino que también volvieron las
famosas Letras Intransferibles que el gobierno de Mauricio Macri había dejado
en desuso.
En Argentina
ocurren cosas que no pasan en ningún país del mundo, sin embargo, no deja de
sorprendernos. Una de nuestras invenciones del Siglo XXI son las Letras
Intransferibles, las cuales el nuevo gobierno no tiene pudor en volver a
utilizarlas.
Pero, ¿qué son las
Letras Intransferibles? Ellas nacieron en enero del 2006 cuando
Argentina inició un “proceso de desendeudamiento externo” pagándole al Fondo
Monetario Internacional (FMI) toda la deuda argentina con el organismo
internacional (u$s9.530 millones) y de esta forma nos “emancipamos” del organismo
internacional. Cabe aclarar que el crédito cancelado anticipadamente no
implicaba cumplir condiciones impuestas por el Fondo; ya que era solo un
acuerdo de pago y no uno de financiamiento. O sea, se canceló un préstamo muy
barato a costa de las reservas y de la solvencia del Banco Central de la
República Argentina (BCRA)
La operación fue
así, el BCRA, comandado en ese entonces por Martín Redrado, le dio al
gobierno de Néstor Kirchner reservas internacionales a cambio de una letra en
la cual el Tesoro se compromete a devolver dicho
monto en un período determinado (10 años) con un muy bajo interés. Pero estos
papelitos, como bien dice su nombre, son intransferibles, es decir, que el BCRA
no puede negociarlas en el mercado secundario en el caso en el que necesite
dólares.
Así, el balance del
BCRA pasó de tener activos líquidos (reservas) a tener activos ilíquidos
(Letras Intransferibles) cuyo valor es casi inexistente, lo que genero un
deterioro en el mismo.
Si bien al
principio, las reservas obtenidas contra las Letras Intransferibles solo podían
ser utilizadas para cancelar obligaciones con organismos internacionales, en
2010 el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner estableció por decreto que
se pueda hacer uso de las reservas para el pago de deuda pública con tenedores
privados. Esto era un avasallamiento de la Ley de la Carta Orgánica del
BCRA que impedía ese uso y un enfrentamiento con su Presidente. Este atropello
a las reservas del BCRA provocó la renuncia de Martín Redrado luego
de la sanción por ley del texto del decreto de la Presidente. Para fines del
2015, las letras sumaron un total de u$s68.045 millones superando
ampliamente al total de las reservas internacionales.
Con la asunción de
Mauricio Macri a fines del 2015 hubo una mejor predisposición a no volver a
emitir este tipo de letras y un compromiso de cumplir con tales obligaciones
con el objetivo de mejorar la hoja de balance del BCRA brindándole una mayor
liquidez.
Sin embargo, luego
del pedido por parte del Gobierno de entrar en un programa con el FMI en el
2018, una de las condiciones de este último fue sanear la hoja de balance del
BCRA pre cancelando las Letras Intransferibles para garantizar la autonomía
financiera de la entidad. De esta manera, el Tesoro debía cancelar
anticipadamente las Letras Intransferibles en poder del BCRA y la autoridad
monetaria usaba este dinero para reducir la famosa “bola de nieve” de las
LEBACS. A pesar de esto, esta operatoria fue abandonada antes de empezar
como consecuencia de las necesidades de financiamiento por parte del Tesoro que
conllevaba esta operación y como compensación se cancelaron adelantos
transitorios.
En la actualidad,
la flamante Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, conocida
popularmente como ley de Emergencia Económica, establece, entre otras cosas, en
el artículo 61 la autorización por parte del Tesoro a emitir Letras
Intransferibles por un valor de u$s4.571 millones, las cuales ya fueron
emitidas en su totalidad. Así, el Gobierno le dio una clara señal al
mercado de que está comprometido a usar las reservas del BCRA para pagar
deuda pública que tenga vencimiento en los meses siguientes, es decir, que
mientras Guzmán y su equipo negocia la reestructuración de la deuda se van a
pagar los vencimientos dentro de ese período de negociación.
Lamentablemente, la
situación de insolvencia e iliquidez del BCRA ya era grave y esta medida
la agravará mucho más, cuando la entidad es la garante del valor de los pesos
en los que los argentinos atesoramos y cobramos nuestros sueldos. Éste no
es el mejor camino a recuperar la confianza en nuestra moneda y, así, bajar la
inflación.
(*) Economista
de la Fundación “Libertad y Progreso”
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