Por Silvia Stang -
Apoco más de dos semanas de que se abra la inscripción a la moratoria por deudas impositivas y
de la seguridad social, que alcanzará a pymes, monotributistas y autónomos, la titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos ( AFIP), Mercedes Marcó del Pont,
sostuvo que ese plan "no será un parche" -como consideró que fueron
los programas de facilidades de pagos anteriores del organismo-, y lo definió
como parte de una política más amplia: en este caso, una estrategia tendiente a
dar incentivos para que pueda haber más oferta de bienes y servicios en la
economía.
"La moratoria se enmarca en una situación de crisis muy
profunda del entramado productivo", afirmó, en un diálogo que mantuvo
con LA NACION el viernes último, el día en que fue
publicada en el Boletín Oficial la reglamentación del plan aprobado
por ley. Allí se contempla una condonación de multas e intereses y planes de
pago de hasta 40, 60 o 120 cuotas para un monto de entre el 95% y el 100% de lo
adeudado, dependiendo del tamaño
del contribuyente y del mes en que se haga la adhesión (los
detalles se informan en esta edición, en la página 2 del suplemento Economía
del domingo).
La funcionaria anticipó que, por fuera de la moratoria, a
mediados de este mes se lanzará un nuevo plan de pagos de deudas con el
organismo, con condiciones más flexibles que las de los actuales y que incluirá
a las grandes empresas. Y afirmó que puso un equipo a trabajar en un proyecto
para aliviar el salto que implica pasar del monotributo al régimen impositivo
general. El año pasado se había elaborado una iniciativa en ese sentido, pero
finalmente no fue enviada al Congreso.
Del Pont se mostró confiada en que, con una política fiscal
que genera estímulos principalmente por el lado de los ingresos de algunos
sectores sociales, habrá una mejora del consumo y, en ese contexto, la
moratoria les dará oxígeno a las pymes para que puedan pensar en producir más.
En tono crítico hacia la gestión del gobierno de Mauricio Macri, afirmó que
"hubo un contexto de apertura comercial, reducción de mercado interno,
tarifazos y una virtual desaparición de créditos para sectores productivos, que
llevó a que las pymes llegaran a una situación tal que, si se empezaba a
recomponer el crecimiento del mercado interno, quedaban inhabilitabas para
responder".
-Desde 2011 o 2012, cada vez que hubo mejoras
resultaron repuntes temporales para volver a algún lugar donde ya habíamos
estado, mientras que la economía no tiende a crecer a mediano plazo. ¿Por qué
pensar que ahora puede haber algo distinto?
-Creo que hay una definición política que pone el eje en la
producción y el trabajo. En los últimos cuatro años hubo un proyecto donde las
condiciones para la rentabilidad no estaban en lo económico, sino básicamente
en la timba financiera. El proceso de endeudamiento, valorización financiera y
fuga ya se vivió en otras etapas de modelos neoliberales.
-¿Qué expectativas hay en cuanto al monto que
ingresaría a la moratoria? [Cálculos de la AFIP indican que hay obligaciones
impagas por $416.000 millones.]
-Es muy difícil estimar. Pero hay que pensar que si se
seguía con la inercia se iba a generar un costo fiscal mayor, porque los
incumplimientos podían llegar a ser mayores; hay que pensar el plan dentro de
un contexto que busca generar crecimiento y más recaudación. Un aspecto
relevante de la ley de solidaridad es el de recomponer parte de las
distorsiones generadas por la reforma tributaria de 2017, que tuvo cambios
regresivos, por ejemplo, en las contribuciones a la seguridad social y en
Bienes Personales. De Bienes Personales se dice que recauda poco, pero en los
últimos años hubo una falta de vocación de salir a captar recursos en los
sectores de mayor capacidad. El blanqueo, por ejemplo, generó una base para
hacer una tarea de seguimiento, de ampliación de la base imponible, y considero
que eso se desaprovechó. Ahora volvemos a la tabla anterior de alícuotas de
Bienes Personales y ponemos la alícuota especial para
activos en el exterior, que tiene un sentido de incentivar la
vuelta de parte de ellos.
-¿No se considera baja la base de 2 millones
de pesos para empezar a tributar, teniendo en cuenta la inflación y la
devaluación?
-No, porque nosotros hicimos un esquema de progresividad en
las alícuotas. Se podría haber planteado subir la base, pero estamos en
situación de emergencia económica y la ley de solidaridad pone ese punto en
discusión con la sociedad: hay que hacer un esfuerzo compartido y la prioridad
está en los sectores más débiles. A medida que la economía se ponga en
funcionamiento vamos a poder revisar todo lo que sea necesario. Esta moratoria
va a ayudar mucho y no va a ser un parche, sino que estará integrada a una
serie de políticas para recuperar el crecimiento, dinamizar el mercado interno
y tener un Banco Central que se ocupe de la economía real. Esta es una medida
extraordinaria en un contexto fiscal muy complicado, que busca atender
urgencias. Algunos sectores podrían demandar genuinamente y preguntar por qué a
mí no, pero se están atendiendo prioridades.
-¿Cómo será el plan de facilidades de pago de
deudas, por fuera de la moratoria, que incluirá a las grandes empresas?
-Lo estamos evaluando. En los planes que hubo hasta ahora la
cuestión federal no aparece, y en realidad hay diferencias a nivel regional.
Estamos tratando de avanzar en la definición de políticas para realidades
distintas. Y trabajamos en el mix de cuotas y tasas de interés y en si habrá
períodos de gracia o no. La diferencia con la moratoria es que no hay quita de
intereses ni condonación de multas. Probablemente a mediados de este mes
tengamos el plan listo.
-¿Cómo viene la recaudación del impuesto del
30% a las operaciones y a la compra de moneda extranjera?
-Al impuesto PAIS hay que pensarlo como un instrumento con
un objetivo central y otros secundarios. Había quedado en evidencia el problema
de la insuficiencia estructural de dólares; entonces el impuesto fue pensado
con el objetivo de ahorro de divisas, con una contracara fiscal y una
contracara virtuosa, que es el efecto reactivante que vemos en el turismo
interno. En términos fiscales es temprano para conocer el efecto. El objetivo
de este impuesto es cuidar los dólares, hay un control de cambios que ya había
aplicado el gobierno anterior y luego aparece el encarecimiento del dólar
turista y para atesoramiento.
-La administración de tipo de cambio basada en
cupos de compra y un impuesto no parece ni está planteada como algo sostenible
en el tiempo. ¿Cuál puede ser la salida de fondo?
-El desafío en un contexto de compromisos de deuda tan
enormes es garantizar la estabilidad de la economía y la vuelta al crecimiento.
En las cuestiones estructurales está lo que tiene que ver con la
especialización productiva. En los últimos cuatro años se profundizó la enorme
primarización y se está planteando el desafío de avanzar en políticas
productivas que generen procesos de desarrollo tecnológico, sustitución
virtuosa de importaciones e industrialización para la inserción en el mundo.
-En materia tributaria, una cuestión muy
específica que se plantea hace años es la del diseño del monotributo y el salto
que significa ir al régimen general cuando se pasan los límites; ¿hay algún
proyecto sobre el tema?
-Tengo una comisión trabajando en el tema de monotributo,
que fue creado como medio de inclusión y simplificación, pero que a lo largo
del tiempo se ha ido transformando en lo que se denomina enanismo fiscal. Hay
un salto muy grande al régimen general y estamos evaluando cuál es el puente
que se puede generar. Con vocación por la formalización de gran parte del
entramado productivo y comercial, trabajamos muy fuertemente con la tarjeta
alimentaria, para que no solo haya efectos en el consumo, sino también para que
eso pueda ser aprovechado por parte de los sectores comerciales más pequeños y,
para eso, se necesita un programa de inducción y formalización, en el cual el
monotributo tiene un rol muy relevante.
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