Por Mariano Cuparo Ortiz - En materia de competitividad
externa, el Frente
de Todos recibió el Gobierno con una buena y una mala. La
buena fue un superávit
de bienes, un déficit de servicios bajo y una fuga domada. Los
grandes problemas históricos de la economía doméstica, controlados gracias a un
dólar competitivo tras la megadevaluación
de 2018-2019. La mala es que con los niveles
de inflación actual, ese privilegio durará poco: en siete
meses se habrá perdido tanto para bienes como para servicios.
En esto coinciden las consultoras de
todo el abanico ideológico. Desde el Instituto de Trabajo y Economía de la
Fundación Germán Abdala (ITE-FGA), pasando por Ecolatina, hasta el Ieral de la
Fundación Mediterránea, fundado por el ex ministro de Economía, Domingo
Cavallo.
El ITE-FGA realizó
estimaciones: con el nivel de precios proyectado por los privados y el dólar arrastrándose
lentamente, en dos meses se habrá deteriorado la competitividad de los bienes,
lograda con el dólar en torno a $60. En siete meses (el gap temporal se explica
por el extra que brinda el impuesto PAIS) se habrá desintegrado la de los
servicios, alcanzada con una divisa de alrededor de $80.
A través de un
informe sostuvo: "Para enero de 2020 el Gobierno tiene la cuenta de bienes
y servicios controlada, pero no en los próximos meses si
se continúa con un tipo de cambio anclado".
Respecto a la
balanza de bienes afirmó: "Dadas las estimaciones
de inflación para los próximos meses, tenemos por un lado
la apreciación del tipo de cambio real para bienes, que se situaría a niveles
de mayo de 2018. Eso presionaría sobre las importaciones y el gobierno se vería
obligado a reducirlas vía cantidad con barreras para arancelarias. En mayo de
2018 la balanza de bienes fue deficitaria en US$1.285 millones, sin
restricciones de este tipo". Para la de servicios indicó: "El salto
que consiguió el tipo
de cambio real para turismo y tarjeta con el impuesto PAIS
se licuaría en sólo 7 meses".
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