Por Luis Cortina - Con un tono más de asamblea estudiantil que de gestor de
la mayor provincia de la Argentina, Kicillof insistió
en cargar las tintas contra el gobierno de María Eugenia Vidal por
los números de la deuda con que recibió la provincia
en diciembre, para emprenderla después contra un fondo cuya tenencia del bono
BP21 le da "una posición bloqueadora" del acuerdo de reprogramación
que el gobierno les estaba proponiendo a sus acreedores. Él no lo mencionó,
pero se trata del fondo Fidelity, uno de los mayores administradores de fondos
de inversión del mundo.
Lejos de ponerse nerviosos por
las supuestas acusaciones del gobernador, seguramente los directivos de ese
fondo deben haber descorchado alguna botella para brindar por el éxito de
posición en la negociación que había propuesto la provincia. ¿De qué se los
puede acusar? ¿De haber defendido el dinero de sus clientes invertido en un
país ignoto, y haberles conseguido cobrar el rendimiento al que se habían
comprometido? Después de todo, de eso viven y por eso los ahorristas que
confían su dinero en ellos es lo que esperan que hagan. Con la marcha atrás del
gobernador, no solo ellos sino todos los tenedores de bonos BP21 cobrarán de
una vez los US$275 millones (entre capital e intereses) que vencieron el pasado
26 de enero.
Los números que mostraron ayer
Kicillof y su ministro de Hacienda y Finanzas, Pablo López, no difieren mucho
de los que admite haber dejado la administración de Cambiemos: el stock de
deuda externa suma unos US$11.900 millones. El gobernador también se quejó del
cronograma de vencimientos que debe afrontar la provincia este año, por 220.000
millones de pesos (la consultora Elypsis difundió un cálculo de 2704 millones
de dólares).
Cierto es que, igual que
sucede a nivel nacional, el perfil de los vencimientos que quedaron tanto a
nivel nacional como provincial son sumamente exigentes. "La mayor parte de
los vencimientos de bonos y letras se concentra entre 2020 y 2023. En esos
cuatro años, habrá que pagar US$8391 millones", puso números Elypsis.
Obviamente, Cambiemos se
equivocó en sus proyecciones de refinanciación, como lo admitió el propio
Mauricio Macri en su diálogo con dirigentes del Pro en Villa la Angostura, que
hábilmente recordó ayer Kicillof (aquello de "cuidado que yo conozco los
mercados. Un día no te prestan más plata y nos vamos a ir a la mierda").
Pero el gobernador no
especificó cuántos de esos vencimientos ni de la deuda que "heredó"
son en realidad refinanciaciones de títulos emitidos por gobiernos anteriores
incluso a Vidal. Sin ir más lejos, el BP21 que tantos dolores de cabeza generó
hasta ahora fue emitido en 2011, cuando gobernaba Daniel Scioli y necesitaba
recurrir a financiamiento externo entre otras cosas porque el gobierno nacional
(que presidía Cristina Kirchner) le retaceaba el apoyo.
El fracaso de la renegociación
que buscó la provincia mete ruido en un proceso que, a juicio de encumbrados
banqueros, no debería revestir demasiados riesgos. Son varios los que ven con
buenos ojos el modo en que el gobierno de Alberto Fernández está encarando esta
etapa, desde las primeras definiciones macroeconómicas que soltó el ministro
Martín Guzmán hasta la gira europea (previo paso por Israel) que el presidente
concluye mañana.
Reparos
Pero los modos y los errores
de Kicillof no son el único reparo. Suman al contexto la falta de definiciones
de Guzmán en el desayuno con inversores en Nueva York la semana pasada, y la
sensación que les dejan a empresarios y banqueros los contactos que tienen con
funcionarios de Finanzas. "Es como si tuvieras un problema de huesos y
fueras a ver al oftalmólogo", graficó con dureza un importante ejecutivo
de la banca extranjera, en referencia a la falta de experiencia de algunos
funcionarios.
La urgencia con la que se
convocaron algunas operaciones de canje de bonos, aseguran, revelarían esa
falta de conocimiento y terminan conspirando contra el éxito que se busca. De
hecho, ayer solo el 10% de los bonistas se sumaron al canje planteado para el
bono AF20. "Hay un clima de querer ayudar, nadie quiere que la Argentina
fracase, más aun cuando la situación aún no es dramática y no hay un default.
Estamos dispuestos a escuchar. Pero a veces parece que no quisieran dejarse
ayudar", reflexionaba ayer el banquero ante LA NACION.
La movida de Kicillof, según
la consultora Elypsis, "reafirma nuestra opinión de que el Gobierno (que
no descartamos haya incidido en la decisión final de la provincia) está
convencido de la conveniencia de una reestructuración rápida que eluda el
default. El desenlace debe ser visto como positivo para el crédito
argentino", y destacó que se trata de una "señal de que un acuerdo en
el corto plazo sigue siendo un escenario factible: elevamos su probabilidad del
50% al 60%".
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