Por Caetano Mohorade - Alguien tiene que ceder, y no va a ser el
Gobierno. Así se ha expresado el oficialismo puertas para adentro, y de alguna
forma se lo ha hecho notar a los inversores extranjeros en estas últimas dos
semanas, a través de la fuerte quita impulsada con el canje poco exitoso y con
el reperfilamiento que
anunció ayer. Aquellos fondos que no quieran convalidar una quita para la deuda en pesos deberán atenerse a las
condiciones que ofrezca el Gobierno, léase, un “reperfilamiento hard”, con
pagos de intereses, pero no de capital.
Es que en los próximos meses el Gobierno deberá enfrentar vencimientos
por $300.000 millones aproximadamente por bonos como el AM20 (1 de marzo), A2M2 (6 de
marzo), TC20 (28 de abril) y TJ20 (21 de junio). Y según comentan fuentes
oficiales, las condiciones serán similares a las del último canje: canje
vs. reperfilar. Todo esto sin considerar los compromisos por el pago de las
Letras emitidas por el Tesoro, que elevan la cifra a un nivel todavía mayor.
Desde la cúpula del Poder Ejecutivo afirman que “los acreedores no
pueden ser los únicos que ganen” y consideran que también deben poner su parte.
Pongamos a la Argentina de pie fue el lema de campaña del albertismo, al cual
le faltó agregar: “y a los inversores, de rodillas”. Pero el Gobierno podría
estar pecando de inocente. Guzmán sabe que no puede desconocer los compromisos
en pesos del país, y por esta razón anunció ayer que se seguirán pagando
intereses, no así el vencimiento del capital del Bono Dual (ver pág. 4).
Además, están al tanto del costo reputacional que podría tener la medida para
el país.
En la operación de la semana pasada, el Gobierno logró apenas un 10% de
adhesión para el canje del Bono Dual, reduciendo los vencimientos de $105.000
millones a $95.000 millones. Es que los tenedores, de los cuales el 80% son
extranjeros, consideraron como demasiado elevada la propuesta de quita, ubicada
entre 20% y 40%, dependiendo del bono. Luego, el oficialismo decidió hacer una
nueva licitación con prácticamente los mismos bonos ofrecidos en la última
licitación, pero mejorando las condiciones, algo que generó un aumento de la
demanda que finalmente no satisfizo, lo que llevó al ministerio a declarar la
operación como desierta.
Lo que se deja ver es el marcado giro que pegó el Ministerio de Economía,
dado que hasta hace pocos días venía sosteniendo que iba a continuar pagando
los vencimientos en moneda local, a través de las distintas
refinanciaciones. Ahora la estrategia es otra, y es
intentar doblegar a los fondos, o mejor dicho, que estos se adapten a las
condiciones de la Argentina. No ocurre lo mismo con los inversores
particulares, que fueron dejados de lado en este conflicto y seguirán cobrando
de acuerdo con los términos estipulados en la ficha de cada bono.
El interrogante de acá en adelante es cuál será el impacto (costo)
económico de esta medida. la consecuencia sobre la brecha probablemente
comience a ser más marcada, a medida que aumente la incertidumbre, lo que
arrastra consigo efectos sobre la balanza comercial y sobre los precios. El
otro tema es la cuestión reputacional, dado que Argentina volvió a cambiar las
reglas de juego, bajo una política de “pan para hoy, hambre para mañana” que,
al menos por ahora, atenta contra las inversiones de corto y de largo plazo. El
Gobierno está arrancando con el pie izquierdo contra los mismos a los que en
tres semanas irá a pedirles buena voluntad para la reestructuración de la deuda
en dólares. De no anunciar una estrategia clara parece haber comenzado a dar
señales de que no hay un plan preciso. Es necesario que el oficialismo comience
a dar anuncios claros sobre la marcha de la economía, porque, hasta ahora,
parece estar pasando del “tenemos todo estudiado” al “vamos viendo sobre la
marcha”.
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