Por Martín
Kanenguiser - El
ministro de Economía, Martín Guzmán, viajará esta semana a una cumbre con sus
pares del G-20 en Arabia Saudita para seguir avanzando en la renegociación de
la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El ministro participará en esta cumbre el 21 y el 22 de este
mes en Riad, aunque no se descarta que extienda su viaje a otros destinos para
avanzar también en el diálogo con los acreedores privados, indicaron en el Palacio
de Hacienda.
En Riad, Guzmán se cruzará con la directora gerente del
Fondo, Kristalina Georgieva,
con quien podría tener un encuentro aparte del plenario de funcionarios que
asistirán al G-20 en Arabia Saudita.
También podrá dialogar con el secretario del Tesoro de
Estados Unidos, Steven Mnuchin,
un actor clave para el voto de los organismos multilaterales de crédito.
Además, estará el probable sucesor de David
Lipton como número dos del Fondo, Geoffrey Okamoto, subsecretario Interino de Finanzas Internacionales
y Desarrollo del Tesoro.
Okamoto, quien estuvo en Buenos Aires cuando la Argentina
presidió el G-20, será la voz de la administración Trump en el Fondo Monetario.
El cara a cara con la número uno del Fondo servirá como
corolario de la misión que, hasta pasado mañana, desarrollarán los técnicos del
organismo multilateral en Buenos Aires con reuniones en Economía, el Banco
Central y otros organismos.
Pese a la retórica
beligerante de la vicepresidenta Cristina Kirchner días atrás, en la que acusó
al Fondo de violar su estatuto y le pidió una quita de la deuda argentina, en
Casa de Gobierno impera un clima de tranquilidad (y en algunos hasta de una
contenida euforia) por el avance de la negociación.
En sintonía con la gira que desarrolló el presidente Alberto Fernández en Europa, los
funcionarios del Gobierno le mostraron a la misión del Fondo los números para
avanzar en la renegociación de la deuda de 44.000 millones de dólares girados
al país entre 2018 y 2019.
El propio Presidente dijo, tras las palabras de la
Vicepresidenta, que quería mantener una negociación “prudente” con el organismo multilateral,
dada la alta concentración de vencimientos que hay entre 2021 y 2023.
Ayer, Georgieva ratificó que no hay posibilidades de
aplicar una quita a la deuda porque así lo determinan las
reglas del organismo que la Argentina integra desde mediados de los 50.
El Fondo no ha dado pistas sobre el avance de la negociación
en las últimas horas, pero podría emitir un comunicado cuando terminen las
reuniones pasado mañana, como es habitual en este tipo de viajes.
El viernes un vocero del Fondo dijo que hasta ahora “las
reuniones han sido muy cordiales, constructivas y colaborativas y han permitido
al equipo, dirigido por la Sra. Julie
Kozack y el Sr. Luis
Cubeddu, a tener un mejor y más detallado entendimiento del programa
económico y las prioridades del gobierno argentino.”. Dado que es una primera
misión, no viajó a Buenos Aires el jefe de los auditores regionales, Alejandro Werner.
Por lo tanto, pese a que fuentes del mercado insisten en lo
contrario, todavía no se dialogó
sobre la posibilidad de que el Fondo avale o no una determinada quita a los
acreedores privados.
Cabe recordar que el Ministerio de Economía publicó un
cronograma para esta renegociación con los bonistas que debería concluir el 31
de marzo con la aceptación de una oferta, aunque este esquema presenta un
ligero retraso.
Para avanzar en este proceso el Gobierno dijo que contratará
a un agente de información y a un agente financiero, que le permitirán ubicar a
los principales acreedores e intercambiar formalmente propuestas para postergar
los pagos, respectivamente.
Las conversaciones
con el Fondo y con los acreedores deberían avanzar en forma paralela, dado que
para los bonistas es clave que el organismo multilateral le dé su visto bueno a
las cuentas fiscales en general y al programa de sustentabilidad de la deuda en
particular.
Luego de la fuerte suba de impuestos y del congelamiento
temporal de la fórmula de las jubilaciones, las perspectivas fiscales son
mejores, aunque el ministro de Economía afirmó que no habrá superávit hasta
2023. Por lo tanto, la quita a los
bonistas será mayor que la que esperaban los mercados cuando asumió el Gobierno.
En este sentido, una fuente de muy buen diálogo con los
bonistas en Nueva York dijo que “cada
día que pasa sin que haya una propuesta sobre la mesa, los bonistas tienden más
a armar una estrategia de pelea que de diálogo: con los precios más cerca de 30
que de 50 centavos, el incentivo está en los tribunales”.
“Lo que debería entender el ministro es que el mercado no
tiene miedo a pelear, tiene poca exposición en la Argentina y por lo tanto poco
para perder; nadie está dispuesto a entregarle un cheque en blanco”, advirtió,
Quienes aseguran que
el ministro Guzmán deja trascender una retórica más agresiva hacia los
bonistas, no toman en cuenta que, cuanto más bajen los precios de los bonos,
mayor participación habrá de los fondos de inversión que prefieren litigar,
incluyendo a los “buitres”, como lo hicieron en 2005-2015 antes que llegar a un
acuerdo.
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