Por Virginia
Porcella - Como todos los
aspectos de la política económica implementada en estos meses, también la
política cambiaria que lleva adelante el Banco Central está atada a la
renegociación de la deuda. Si bien en las últimas semanas, puntualmente desde
el 27 de enero, el BCRA viene convalidado un leve deslizamiento del valor del
dólar de apenas 2,4%, el movimiento no es considerado una señal clara de que se
evitará su atraso. De hecho, tras acercarse ayer el dólar
minorista oficial a los $ 64 ($ 83,17 el dólar "solidario”), el promedio
realizado por la entidad monetaria cerró en $ 63,66, nivel incluso menor al del
lunes.
Así, en un contexto de acelerada baja de las tasas de
interés e intervenciones del Central para amortiguar las presiones aún con las
fuertes restricciones cambiarias, la expectativa de devaluación del mercado
sigue a la baja. Mientras algunos analistas advierten sobre el riesgo de caer
en una trampa similar a la de fines de 2013, con microdevaluaciones y tasas en
baja que terminaron con un salto del dólar en enero de 2014, el consenso de bancos de inversión y
consultoras locales e internacionales prevé una variación 9% menor a la de hace
dos meses, a pocos días de la asunción de Alberto Fernández.
De acuerdo al relevamiento de
LatinFocus, en diciembre el pronóstico del valor del dólar de referencia para
este año era de $ 87,45, bajó en enero a $ 79,98 y volvió a bajar levemente
esta semana $ 79,93 aun cuando la perspectiva de inflación se mantuvo estable
en 41,6%, apenas dos décimas menos que hace dos meses. Es decir que el pequeño ajuste en el valor del dólar de
las últimas semanas no destierra la percepción de que el dólar se atrasará en
2020. Esto a pesar de que desde el Banco Central insinúa
que, tras la renegociación con los bonistas, esa estrategia se modificaría.
“Es razonable que se intente que el dólar no se atrase, incluso con las
restricciones cambiarias. Un atraso significativo del tipo de cambio
oficial por el que se cursan las importaciones, podría terminar en controles
cuantitativos como ocurrió en la etapa de controles anterior”,
opina el economista Martín
Vauthier, director de la consultora EcoGo. Del otro lado, el intento de
ir ajustando ligeramente el tipo de cambio, en el contexto de alto nivel de
riesgo país e incertidumbre por la reestructuración de la deuda, conlleva
riesgos. El principal, correr atrás del mercado, como ocurrió según Vauthier en
2013 cuando tras siete meses de dólar subiendo por encima de la tasa de interés
y con el Banco Central interviniendo con venta de reservas, finalmente se
produjo una devaluación abrupta. “La estrategia que parecía haber habilitado el
Central de un crawling peg, es
decir, el tipo de cambio moviéndose de manera predecible y sistemática todos
los días, por encima de la tasa en pesos, es muy riesgosa”, afirma.
En el Banco Central, previsiblemente, tienen
una mirada diferente. Para el presidente de la entidad, Miguel Pesce, la clave
está dada por los tiempos que insuma la renegociación con los acreedores, la
cual considera fundamental se resuelva sin enormes dilaciones. A partir de ahí,
se asume, podría generarse una política que permita garantizar el ingreso de
dólares. Es que, con la demanda contenida por las
restricciones a la compra de divisas, el foco del problema pasa ahora a ser la
oferta. Mientras las definiciones respecto a la deuda ocurren, no hay para el
BCRA riesgos de atraso cambiario ya que se considera que el nivel actual de
tipo de cambio es competitivo y, a diferencia de 2013, no hay un sobreestímulo
a la demanda. Por el contrario, el contexto recesivo de la economía actúa como
una especie de colchón antes de entrar en zona de riesgo.
El enfoque oficial, en cambio, no es enteramente compartido entre quienes
siguen a diario los vaivenes de la política monetaria y cambiaria. “No veo que haya una estrategia clara todavía
respecto del dólar, van haciendo sobre la marcha. Todo indica que será así
hasta que se resuelva la cuestión de la deuda. Si eso demora, ahí pueden
empezar a generarse presiones fuertes”, sostiene el economista Amílcar Collante, quien hizo un
trabajo de comparación del valor del dólar real en las distintas etapas para
determinar, precisamente, qué tanto margen tiene el Gobierno para atrasar el
dólar.
“Este nivel de dólar oficial
real está todavía muy lejos del dólar ‘recontra alto’ de 2005” sostiene. En
cambio, el dólar ‘solidario’ y libre sí están en un nivel similar pero, si bien
tienen impacto en la economía, no es el valor que rige para los exportadores,
es decir, para el ingreso de divisas. Con las restricciones cambiarias, la demanda
de dólares para turismo o atesoramiento dejó de ser un problema. Ahora lo es la
oferta”, remarca Collante, para quien el tipo de cambio real
actual está todavía en un nivel competitivo respecto de la serie histórica
2003-2020. Pero aclara: si las medidas que toma el Gobierno no logran
desacelerar y estabilizar la tasa de inflación, mantener un dólar cuasi fijo en
61,5 terminaría afectando a la competitividad y el fantasma de la devaluación
brusca volvería a sobrevolar.
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