Por Mariano
Cuparo Ortiz - Durante febrero, el BCRA
apretó el acelerador de la política monetaria expansiva. La emisión monetaria durante el mes
ya empardó los altos niveles de noviembre y diciembre y alcanzó los $248.517
millones. El martes, el Central informó el envío de un nuevo adelanto
transitorio al Tesoro por $27.000 millones. De todas formas, el grueso de la emisión monetaria
del mes ocurrió por el canal bancario.
Efectivamente,
la novedad de ayer fue el adelanto transitorio por $27.000 millones que el
Central le envió al Tesoro el jueves 13 de febrero. Continuó de esa forma el
financiamiento del BCRA al Ejecutivo. Fue el segundo envío del 2020 y el más
alto en lo que va del año, ya que el anterior fue por $20.000 millones.
Aun así, lo dicho: el grueso de la utilización de la
"maquinita" ocurrió por la vía bancaria. El Central continuó desarmando
Pases y Leliq y expandió por $201.693 millones a través de ese canal. Desde el
Gobierno insisten en que es necesario reactivar el crédito para que las
empresas lleguen a fin de mes y paguen, por ejemplo, los sueldos de sus
empleados. Con una restricción fiscal importante, generada por la renegociación
de la deuda, la necesidad de pesos de la economía, alimentada por una inflación
todavía alta, intenta ser saciada por el lado bancario.
El director de Macroview, Pablo Goldín, dijo a BAE Negocios: "Al tener instalado y fuerte un
control de cambios, hay un instrumento muy poderoso de corto plazo para emitir
moneda, cosa que hasta hace unos meses prácticamente no se hacía. Hay tres
conductos posibles: la compra de dólares, el financiamiento al Gobierno y el
bancario, ir desactivando la cápsula en el crédito que generaron las
Leliq".
En ese sentido, los dos últimos instrumentos fueron utilizados en forma
expansiva. La asistencia al Tesoro emitió $47.000 millones y el desarme de
pasivos remunerados $201.693 millones. La política cambiaria, por el contrario, absorbió:
las ventas de dólares del BCRA, que buscan moderar el actual atraso cambiario, quitaron
$20.720 millones de la base monetaria.
La actual gestión del Central se diferencia cada vez más, en términos de
visión, respecto a la de Cambiemos. El presidente del BCRA, Miguel Ángel
Pesce, retomó un
objetivo de política monetaria que la gestión anterior había dejado en segundo
plano: reactivar la producción y el empleo. Con restricciones fiscales
importantes, en febrero se exacerbó el intento por reflotar un crédito bancario
que sigue virtualmente desaparecido. Con todo, desde el Gobierno esperan que
los préstamos repunten en forma lenta.
El gran miedo de los economistas más emparentados con la ortodoxia es que la
emisión se vaya a precios. En un contexto de recesión y cepo, eso se
materializaría si los pesos se van a los dólares paralelos; que se agranden las
brechas. Si bien su impacto inflacionario no sería similar al de una
devaluación del oficial, de todas formas podría generar traslados.
En ese sentido, en noviembre y diciembre ya se había registrado una
fuerte expansión, de $508.138 millones, que los alarmó. El peligro de que el
Central "se comiera la curva de febrero", cuando la demanda de pesos
baja por razones estacionales, tuvo como respuesta una absorción monetaria de
$186.510 millones.
En febrero, lejos de seguir pisando el freno, Pesce aceleró para
intentar movilizar al crédito y desactivar las Leliq. La tasa de interés de
política monetaria bajó desde 63% hasta 44% desde el 10 de diciembre. La
expectativa es una recuperación lenta, que estaría centrada en los préstamos de
corto plazo, como los descuentos de cheques, más enfocados en financiar capital
de trabajo que inversión productiva.
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