Por Martín Kanenguiser - Con escepticismo, grandes fondos de inversión
comenzaron ayer su gira por Buenos Aires para tratar de dialogar con el equipo
económico y acelerar el cierre del difícil acuerdo en torno de la deuda.
Fondos de diverso tamaño y origen geográfico multiplicaron
sus contactos con funcionarios del Poder Ejecutivo en el marco de los 10 días
de contacto entre las partes previsto en el cronograma de negociación que debe
concluir a fin de este mes.
Sin embargo, dos calificadas fuentes del mercado
internacional indicaron a Infobae que el humor de los principales acreedores ha
empeorado en las últimas semanas por la lentitud del Gobierno para encarar un
posible acuerdo.
Por esta razón, mientras
el equipo del ministro Martín Guzmán presenta (al menos públicamente) este tipo
de viajes como una suerte de “presión” de los bonistas, los inversores creen
que Economía no sabe cómo avanzar y que podría provocar un default en los
próximos meses. En el Palacio de Hacienda insisten en que no hay una
reunión prevista entre estos inversores y el ministro.
“El diálogo es muy difícil, tienen una visión muy sesgada de
la economía. Creen que el tema de
la deuda es la llave para destrabar la recuperación, pero es al revés: si no
hay un plan económico, difícilmente haya un acuerdo”, dijo desde Nueva
York una de las fuentes de un fondo de inversión con exposición en la
Argentina.
Ambos ejecutivos indicaron que posiblemente la contratación
del asesor financiero (Lazard) y de los bancos colocadores (Bank of America y
HSBC) permita desarrollar un diálogo más fluido, dada la “inexperiencia” del
equipo económico en esta materia.
De todos modos, la fuente de Manhattan indicó que “al final
del día lo que importa es cuál es la tasa de salida (exit yield) del
acuerdo, que hoy se ubica cerca del 13 por ciento; si quisieran que fuese más
baja, el Fondo Monetario Internacional debería exigir un compromiso fiscal más
fuerte al país”.
La otra fuente también manifestó su enojo por la
prescindencia que adoptó el Fondo en esta negociación, desde que dijo en un
comunicado que no aceptará una quita y que los acreedores sí deben tomarla.
“Esta es una negociación de tres partes: si el FMI dice que no acepta quita ni
exige un plan sustentable y el Gobierno sólo les pide un esfuerzo a los
acreedores privados, entonces los bonistas no tienen por qué aceptar nada”.
En este escenario, la negociación demandaría todo este año,
un tiempo demasiado largo para el Gobierno dado el alto nivel de vencimientos y
el bajo nivel de reservas del BCRA.
En este sentido, la presencia de algunos de los principales
ejecutivos del denominado “Club de los Cinco” (Pimco, Fidelity, Blackrock,
Templeton y Greylock) en el país, busca disminuir esta sensación de
descontento.
Varios de estos fondos tienen una postura amigable y
prefieren negociar antes que litigar, a diferencia de los fondos de cobertura,
que, si los precios caen por debajo de los 30 centavos, se prepararán para ir a
las cortes de Nueva York. En el medio se ubica un grupo moderado que se sumará
a uno u otro de acuerdo a la oferta que haga el Gobierno en las próximas
semanas.
De hecho, Research
for Traders identificó a estos tres grupos:
-Los más
beligerantes (20 fondos liderados por el fondo Monarch Capital y
asesorados por el abogado Dennis
Hranitzky, patrocinante de Paul
Singer en el conflicto del kirchnerismo con los acreedores entre
2005 y 2015).
-Los más
constructivos, donde anida el grupo que quiso acordar con la Provincia
de Buenos Aires y que fracasó por el rechazo de Fidelity a la propuesta del
gobernador Axel Kicillof.
Asesorados por Mens Sana y UBS, cuentan en sus filas con Rowe Price y Hans Humes, quien ha sido quien jugó
más en favor de un acuerdo.
-Los
colaborativos se ubican a mitad de camino e incluyen al “Grupo de
los Cinco”, asesorados por el estudio White & Case. Aunque no tienen la mayoría necesaria para
cerrar un acuerdo, sin ellos no puede existir un final feliz.
Esta descripción
refleja la heterogeneidad entre los diferentes acreedores del país, un factor
que no colaborará para llegar fácilmente a las mayorías necesarias para evitar
un default.
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