Por Leandro
Gabin - Después de que el Gobierno confirmara al consorcio de
bancos que trabajarán en el tema de la deuda, comienzan las reales
negociaciones entre el equipo económico y los principales acreedores de la
Argentina. Algunos, incluso, están llegando esta semana a Buenos Aires para los
primeros contactos. "Son fondos más bien chicos o medianos. Los grandes,
en realidad, esperan que los funcionarios vayan a Nueva York", dice una
fuente al tanto de las negociaciones.
Fatigados y molestos por la
falta de comunicación que hubo durante todo este proceso con Martín Guzmán y
sus funcionarios de Finanzas, los acreedores más grandes de la deuda saben que
tendrán una negociación muy dura. No sólo porque el ministro de Economía
ya avisó que habrá "frustración" para los bonistas por la oferta -con
lo que dejó entrever que impulsará algo agresivo-, sino porque éstos últimos
plantearán sus demandas.
Según pudo saber iProfesional, los fondos más grandes como BlackRock, PIMCO,
Templeton o Fidelity, que forman un bloque unido en el universo de los
acreedores, pedirán que no haya quita en el capital. Ellos están
dispuestos a ceder en términos de la tasa de interés (ven factible disminuirla,
pero tampoco a la mitad) o el alargamiento de los plazos (famoso período de
gracia para pagar), pero -a priori- se plantarán con el tema del capital de
los bonos.
O sea, están dispuestos en aceptar quitas en "valor
presente neto" pero no en el nominal de sus tenencias. La estrategia,
además, tiene sentido ya que los fondos son en realidad gestores del patrimonio
de otros inversores (los reales acreedores), como compañías de seguros, retiro,
de pensión y demás. Es más "digerible" para estos ahorristas de esta
manera.
La razón fundamental que esgrimen los acreedores para pedir
que el capital no se toque es que, a diferencia de lo que dicen el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Gobierno, la Argentina no tiene un problema de
solvencia de su deuda, sino de liquidez. También critican la forma
"antojadiza" en la que ambos calculan la relación deuda contra el
PBI, argumento utilizado para apoyar una fuerte quita a los inversores
privados.
Tanto Economía como el FMI dicen que ese número está arriba del 90%. Guzmán lo
venía afirmando y consiguió el aval del Fondo, que puso el mismo cálculo en su
último y polémico informe sobre el país después de haber estado de visita por
Buenos Aires. Pero los fondos de
inversión, en privado y en reuniones reservadas, hablan de un número
sustancialmente menor, en torno al 46% "bien medido".
Esto es porque se quita del cálculo los pasivos con el FMI que "se negocian por otro lado" y la deuda
intrasector público; o sea, lo que está en manos de organismos del Estado como
Anses, Pami o el Banco Central. "Bien medida y neteada por todo eso, el
peso de la deuda sobre la economía es bajo. Entonces, no se justifica que
nosotros tengamos que aceptar quitas en el capital. Si pusimos 100 dólares,
queremos cobrar 100 dólares", deslizan los acreedores.
Entre los tenedores de la
deuda aún hay desconcierto en torno a si los mensajes que envió Economía son
parte de una estrategia (dura) para negociar o si, por el contrario, Guzmán
finalmente presentará una oferta agresiva sin que le tiemble el pulso a
pesar de un incierto desenlace. Más allá de eso, la sensación que tienen es que
el Gobierno carga las tintas sobre los bonistas para que ellos sean los únicos
que pierdan en esta novela.
Destacan que el plan fiscal que presentó el ministro, para
nada ambicioso y en el que estima recién un equilibrio fiscal en 2023 y
crecimiento del 2% en los próximos años, "no es consistente con una
renegociación de buena fe".
Los fondos de inversión más grandes, que son los tenedores
de la deuda más relevantes, creen que el
sendero fiscal puede ser algo que ingrese en las negociaciones que empezarán a
sucederse en las próximas semanas.
Dicen que dentro del "mix" que podría llegar a
presentar Guzmán habría un mayor esfuerzo fiscal para lograr un nivel de
adhesión alto en la reestructuración. "Lo que mostró en el Congreso no es
un plan consistente en lo fiscal. Parece que los costos de los desequilibrios
quieren que los pague el bonista, y eso no lo vamos a aceptar", repiten en
Nueva York.
Sea como fuere, los acreedores ven una "larga y
tediosa" negociación con el equipo económico por la deuda. Ya es
virtualmente imposible cumplir el cronograma oficial de tener resuelto el tema
a finales de este mes. A no ser que la oferta de Guzmán sea muy atractiva para
los bonistas, algo descartado, habrá un ida y vuelta intenso que extenderá los
plazos.
Asesores para la
deuda
Por lo pronto, se aceleran los tiempos. El Gobierno confirmó el fin de semana a Lazard como
entidad asesora (la misma que la del canje del 2005, cuando Alberto Fernández
era Jefe de Gabinete); y dos bancos colocadores de los bonos como
Bank of America (por su presencia en Estados Unidos principalmente) y HSBC (con
llegada a Europa y Asia).
En este último punto, sorprendió la elección porque fue una
entidad perseguida por Cristina Kirchner durante el último tramo de su
gobierno: propició que echaran a su entonces presidente Gabriel Martino (que
regresó con el macrismo y ahora con Alberto Fernández se volvió a ir) y la puso
en la lista negra de entidades con problemas por "lavado de dinero".
En este tema, Alberto mostró su carta de pragmático.
El dato de que Lazard
vuelva a ser la entidad asesora confirma la posición de dureza que busca
imprimirle el Gobierno. En 2005 avaló el plan de Roberto Lavagna y Guillermo
Nielsen que proponía una quita nominal de hasta el 66% con los bonos Discount. A pesar de la dureza de la
poda, esa operación logró el 75% de aceptación. Claro, no despejó del todo el
default porque aparecieron los "fondos buitre", pero logró encaminar
la situación.
"Seguramente, en esta primera ronda de negociaciones se
irán conversando algunos aspectos de la oferta. Pero esto seguirá y habrá que
esperar a ver si se ponen de acuerdo. Los acreedores llegan con una mirada
'racional' del tema, saben que les va a tocar ceder, pero esperan que el
Gobierno también ponga lo suyo para evitar un default", remarcaban desde
un banco de inversión con llegada a los acreedores.
La pulseada entre el Gobierno y los acreedores recién
comienza. El desenlace se desconoce pero lo que sí se sabe es el tinte.
"En el tema de la
deuda hay muchos intereses en juego. Hay gente con intereses distintos a los
del país, que no duda en jugar fuerte", deslizó Alberto Fernández
el domingo al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. El verdadero
partido comienza ahora.
|