Por Natalia Donato - Enviada especial a Washington - La rápida resolución de
la renegociación de la deuda es uno de los mayores deseos de la comunidad
empresaria, tanto local como internacional, de cara a la normalización de la
economía argentina y el comienzo de una etapa de rebote y posterior crecimiento
con inversión y proyectos de largo plazo. Un avance favorable en este sentido ayudaría
a mejorar lo que comúnmente el mundo corporativo llama “clima de negocios”.
El gobierno de Alberto
Fernández debe allanar el camino en materia de deuda con los
acreedores privados y también con el Fondo Monetario Internacional, por lo que
las gestiones que realice el gobierno norteamericano son clave. En este
contexto, las compañías norteamericanas con
presencia en el país aceleraron el lobby no sólo para que la administración que
lidera Donald Trump mantenga con el gobierno de Fernández las buenas relaciones
que predominaron durante la etapa macrista, sino que también buscan influenciar
para lograr un apoyo al camino que debe encarar la Argentina en materia de
renegociación de su deuda, y que debe cerrar entre este mes.
En las compañías socias de la Cámara de Comercio de los
Estados Unidos en la Argentina (Amcham), gran parte de las cuales son
estadounidenses, predomina la visión de que el país hoy tiene una oportunidad de
salir de la crisis en la que está inmerso, si logra resolver el problema de la deuda
–que tanto el Gobierno y hasta el FMI consideran insostenible– durante el
primer semestre. Si no, habrán sido dos años perdidos, dicen
en algunas de esas empresas. Si este objetivo se logra, y en los tiempos
deseados por el ministro de Economía, Martín Guzmán, el gobierno tendrá dos o tres años de respiro para
poder comenzar a crecer y luego empezar a pagar.
En el marco de un viaje que organizó Amcham a Washington, y del que participa Infobae, lo que se percibe
entre las corporaciones de origen norteamericano es que todavía hay muchos
signos de interrogación en materia de rumbo económico del actual gobierno, que
en gran parte dependen de cómo se resuelva el tema de la deuda y que son, por
otro lado, definitorios para inversiones que puedan llegar en sectores con alto
potencial, como el energético o el de economía del conocimiento, por ejemplo.
Pero
también queda claro que la visión general es que la Argentina es un país con
muchas oportunidades en un mundo más desglobalizado, con una potencia como
China que claramente mostró sus vulnerabilidades con el coronavirus. Sostienen
que el país tiene los recursos naturales, Brasil –que es su principal socio
comercial– empieza a crecer y hay mayor prudencia fiscal, además de que hoy hay
un tipo de cambio alto y las tarifas resueltas.
“En las decisiones del FMI, hay un rol
importante del Tesoro de los Estados Unidos, pero el Tesoro se va a enfocar
mucho en el plan económico de la Argentina”, señaló el analista
para Latinoamérica del Wilson Center, Benjamin Gedan, en un diálogo realizado en la sede de la Cámara de
Comercio norteamericana de esta ciudad. Consultado sobre si cree que el país
tiene un plan, remarcó que no y que el propio gobierno argentino aseguró que
sin un acuerdo con los bonistas no puede armarse. “Pero los acreedores dicen los contrario. Por
eso, sería más sencillo empezar con el FMI, que para firmar un programa hará un
análisis de la economía argentina muy exhaustivo”, agregó.
Los tiempos son cortos. El cronograma que fijó Guzmán para
presentar una oferta a los bonistas y lograr una aprobación del 75% es hasta el
31 de marzo. Antes de ese plazo, y ya con el agente de información elegido
–Morrow Sodali–, el asesor financiero –Lazard– y los bancos colocadores –Bank
of America y HSBC–, el equipo económico debe iniciar el road show para presentarle la oferta a
los acreedores y lograr una aceptación casi total. ¿Llegarán? ¿Aceptarán los
bonistas las condiciones que pretende imponer Guzmán a través de las entidades
elegidas?
Vale recordar que el mandato
que le dio el ministro de Economía a los bancos interesados en el negocio
–entre los cuales estaban incluidos el Citibank, JP Morgan, UBS y Rothschild–
fue que sondeen a los grandes fondos de inversión con títulos argentinos en
torno a una oferta que contemple dos o tres años de gracia y una fuerte quita
en los intereses en torno al 50%. Con la extensión de los plazos para todo
–capital e intereses– y la reducción a la mitad de los cupones, se especula con
que la quita final rondaría en torno al 30%.
El
Gobierno tiene el absoluto respaldo del FMI en este sentido. Lo dijo el propio
organismo en un comunicado, cuando hizo referencia a que la deuda argentina no
es sustentable y que los acreedores privados deben hacer una “contribución
apreciable”, es decir, aceptar cobrar menos.
Ante los riesgos de que los acreedores no
acepten un recorte de esta naturaleza, una de las opciones que trascendió que
se está barajando en las discusiones con el Fondo es que el organismo haga un
último aporte de fondos bajo para poder reducir en parte la deuda con los privados
y que acepten, a cambio, la extensión de los plazos, según
trascendió de fuentes del sector financiero. En cuanto a los bonos que podrían
ingresar al canje, algunas versiones hablan de todos, en tanto que otras
fuentes aseguran que los títulos ya reestructurados, como el Par o el Discount,
quedarían afuera y que, incluso, podrían emitir más de esos bonos en el canje.
Otra de las especulaciones
que comenzó a circular en los últimos días, a partir de la sorpresa que generó
la decisión oficial de contratar como agente colocador en los Estados Unidos a
una entidad sin presencia en la Argentina, como es el Bank of America, es que
éste a su vez subcontrate otros bancos.
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