Por Sergio Serrichio y Daniel Sticco - Un acto
reflejo de los economistas cuando ocurre un paro general de actividades, o la
posibilidad de que “paremos la Argentina por 10 días y quedémonos en nuestras casas”,
como planteó ayer el presidente Alberto Fernández en declaraciones radiales previa a la conferencia de prensa,
es tratar de estimar qué impacto sobre la actividad económica agregada puede
provocar un “parate de 10 días” (hábiles, prácticamente 2 semanas).
No se trata sólo de
un ejercicio en una planilla Excel por pedido de empresas o clientes de
consultoras o por la curiosidad periodística, sino por sus efectos sobre las
finanzas públicas, el empleo, la inflación, la pobreza, entre muchas otras
consecuencias.
El ejercicio es
singularmente complejo y excede la simplificación de partir del valor actual
del PBI, unos USD 440.000 millones a ritmo anual, equivalente a más de USD
900.000 millones en términos del valor de las transacciones, compras y ventas
entre todas las personas y empresas (lo que técnicamente se denomina “Valor
Bruto de Producción”), porque si fuera así el primer resultado, asumiendo que
se “paraliza 10 días todo el país”, dos semanas, con sábado y domingo,
arrojaría una pérdida de más de USD 36.000 millones.
Sin embargo, la
cifra real sería sustancialmente menor, porque una medida extrema de esa
naturaleza no implicará que las empresas y el gobierno en todos sus
niveles –Nación, provincias, municipios– dejen de pagar los salarios; ni
suspendan los pagos a proveedores comprometidos; o la población deje de
consumir servicios básicos de luz, gas, agua, comunicaciones.
Tampoco sucede que
los cultivos dejen de madurar y el ganado y las aves de alimentarse; o se
paralicen los movimientos de pesos entre bancos por los canales electrónicos; o
se suspendan los servicios de compras de alimentos puerta a puerta, o que los
hospitales y sanatorios dejen de atender a la población; por dar una idea de
las múltiples actividades que no paran habitualmente los fines de semana y
feriados.
Irina Moroni, economista
de la Fundación Capital dijo a Infobae que “el país paralizado
podría implicar una pérdida de mil millones de dólares diarios, pero dependerá
del alcance de estas posibles medidas y la duración, donde específicamente
algunos sectores relacionados con el entretenimiento o productores de bienes no
esenciales sentirán más fuerte el cimbronazo, mientras otras actividades como
la producción de alimentos o bienes de primera necesidad pueden tener un
impulso”.
En vena
parecida, otro economista hizo el cálculo que cada día de trabajo normal
implica una creación de riqueza de aproximadamente USD 1.400 millones, que se
reduce a la mitad, unos USD 700 millones, los días feriados, en términos de
valor agregado, que es muy inferior al equivalente en términos de transacciones
corrientes. Por lo que un eventual parate de diez días que comprenda sólo dos
días de fin de semana implicaría una pérdida de USD 12.600 millones. Sin
embargo, señaló, gran parte de esas pérdidas son en realidad recuperables una
vez que se retoma la actividad normal.
Eduardo Levy Yeyati,
decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, respondía
así a la consulta de Infobae: sobre el impacto económico de un
eventual parate: “es difícil de estimar; no sabemos cuánto durará (los 10
días pueden extenderse o repetirse más adelante para moderar el contagio), cómo
responderá el Gobierno. Lo que está sucediendo hoy no tiene precedentes; un
punto de partida aproximado sería pensarlo como un feriado extendido, y sumar o
restar a partir de ese escenario".
Por ejemplo,
explicó el economista: “la actividad se detendrá menos que en un feriado, por
la presencia del teletrabajo; pero el gasto en esparcimiento, típico de un
feriado, será virtualmente nulo porque la oferta estará muy limitada. Del
mismo modo, la actividad en sectores independientes informales de contacto (por
ejemplo, Saladas, empleo domésticos, incluso el delivery) podrían paralizarse,
aunque esto probablemente no se vea reflejado en la medición oficial del PBI”.
Además, no todo lo
que se eventualmente se pierda en un período de inactividad es irrecuperable.
“Parte de esta merma se recuperaría, como suele ocurrir en los feriados,
siempre que el parate no se alargue y se vuelva disruptivo, con despidos o
quiebras de empresas e interrupciones en la cadena de pagos, o con episodios de
tensión social”, agregó Levy Yeyati. "Por eso, si bien el
espacio fiscal en la Argentina es mínimo, esperaría ayudas al empleo a través
de las REPRO (asistencia especial a empresas), al ingreso de hogares vulnerables
mediante suplementos de la AUH, y a las empresas con facilidades de
refinanciación o reperfilamiento de obligaciones”.
De hecho, el
Gobierno proyecta impulsar la obra pública en las provincias y fomentar la
creación de empleos, los cuales generarían efectos multiplicadores y
compesadores de la recesión adicional a la previa a la aparición de la
pandemia.
En el caso de
los cultivos y de la producción primaria, en particular la
agrícolo-ganadera, el parate de los negocios no afecta su producción, la cual
depende principalmente de decisiones previas a la pandemia, de las tareas
“culturales”, que en el campo son mucho más factibles de mantener que en un
ámbito urbano, y del clima. Pero claramente, los productores sufrirán el
impacto económico de la pérdida o atraso del comercio exterior o interior, y
principalmente el perjuicio de la severa caída de los precios internacionales sobre
el mayor sector generador de divisas de la Argentina.
Recuperable e irrecuperable
En algunos casos,
la parálisis de la actividad podrá tener un efecto irrecuperable en el tiempo,
como es el del consumo de determinados alimentos y bebidas, o de productos de
cuidado personal prescindible que por posibles dificultades transitorias de
abastecimiento, no se puedan adquirir al ritmo habitual, porque no se demandará
más cuando comience a normalizarse el cuadro.
En esa categoría
podría incluirse algunas actividades de esparcimiento y turismo semanal,
porque el partido que no se vio ayer en la cancha, o el viaje que se debió
suspender o reprogramar, no se compensará al día siguiente de la parálisis, ni
en lo inmediato.
Pero en muchas
otras, como la producción de bienes semidurables, como la ropa, calzado, o
durables, auto, moto, artefactos para el hogar, e incluso el comercio
exterior, a la salida de la crisis podría recobrar un impulso mayor a la
baja inicial, dependiendo de las medidas de incentivo crediticia y de ingreso
que se tomen, y que no lleven a presiones inflacionarias.
“Si alguien
necesitaba comprar un pantalón o una camisa y no puede hacerlo un determinado
día, lo hará dos o tres semanas después”, ejemplificó otro economista
consultado.
En esa categoría
también se incluyen congresos de profesionales de las diversas disciplinas, y
también recitales y espectáculos públicos, como el de Lollapalooza Argentina que se llevaría a cabo a fin de año,
tras la reprogramación por el coronavirus.
Una ventaja
relativa que ofrece la Argentina de hoy es el elevadísimo grado de capacidad
ociosa que registra la economía, no sólo en la industria, el mayor grado de subutilización de las plantas de manufacturas desde la
crisis de 2002, sino también en el comercio, el empleo, el sistema
bancario con índices que se ubican entre la tercera y quinta parte de los que
se registran el los países vecinos; y mucho más en el comercio exterior, con
sus consecuentes efectos depresivos sobre la potencialidad del uso del
transporte de carga y de las comunicaciones.
De ahí que para
determinar el posible costo de una eventual parálisis de la actividad
general será necesario esperar primero que el Gabinete Económico Social
anuncie hoy las medidas inmediatas para enfrentar esta coyuntura inédita, y
luego esperar hasta que finalice la situación de emergencia, y conocer las
medidas que adopte el Gobierno a partir del día después. Eso explica que las
principales consultoras económicas si bien ya comenzaron a ajustar a la baja
sus estimaciones de caída del PBI de 1,3% a 1,5% respecto del año anterior, a
una baja en torno a 2% o más, podría acentuarse o recortarse en los próximos
meses.
El Presidente se
propuso que la economía no se contraiga más de lo que está, y para eso adelantó
que tomarán medidas compensatorias para los sectores de menores ingresos,
como “posibles aumentos para la Asignación Universal por Hijo y los
recursos destinados a los que más los necesitan, para palear los efectos de
esta pandemia”, en línea con las recomendaciones que hicieron en la semana
economistas del Fondo Monetario Internacional en el blog del organismo: “queremos
asegurar que ho haya fallecimientos debido a la falta de dinero”.
Como ejercicio
de referencia se sabe que hoy, al tipo de cambio actual, cada punto de PBI
representa unos USD 4.400 millones al año, y casi USD 10.000 millones en
términos de transacciones comerciales a precios corrientes.
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