Por Liliana Franco - Un clima de tensión se
vive entre el gobierno argentino y los principales fondos tenedores de la deuda
externa del país por las diferencias en cuanto a nivel de descuento que
deberían tener los títulos argentinos para alcanzar un acuerdo “amigable”, según
trascendió tanto en fuentes oficiales como en medios financieros.
Los representantes
de los fondos no dudan en calificar de “muy dura” a la oferta verbal
que habría hecho el ministro de Economía, Martín Guzmán.
En esos encuentros
el titular del Palacio de Hacienda les habría manifestado que esperaba un exit
yiel (tasa de descuento tras la reestructuración de la deuda) de 3%. A
juicio del Gobierno este sería el nivel que el país podría afrontar para
tener un sendero “sustentable” para el pago de la deuda externa.
El problema es que
esta tasa se ubica a considerable distancia del 8% a 12% que esperan los
fondos que son acreedores de la Argentina. Al respecto, asesores
internacionales señalaron a Ámbito que “una oferta al 8%
conseguiría la adhesión de los acreedores”.
Sin embargo,
comentan que el ministro Guzmán en los primeros encuentros reservados que tuvo
con acreedores se mantuvo firme en este nivel 3% de descuento e inclusive
habría manifestado que preferiría ir a un default antes de cerrar un acuerdo no
conveniente para el país.
En medios de la
Casa Rosada se señala también que la posición del Gobierno frente a la
negociación de la deuda presenta matices. Así, desde el ala del
presidente Alberto Fernández se insistiría en la necesidad de llegar a un
acuerdo con los acreedores, mientras que algunos sostienen que la
vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner tendría una posición más
dura que no descarta de ser necesario el default.
Cabe señalar que
esta postura oficial fue anterior al derrumbe sostenido de los mercados por el
avance del coronavirus en el mundo.
Si bien el país
sigue cumpliendo, aunque con cierto retraso, las formalidades para la
renegociación de la deuda, se especula con que la negociación se presenta
difícil y posiblemente demande más tiempo que el esperado por el gobierno
argentino.
Complicaciones
La turbulencia que
afecta a los mercados internacionales, en tanto, torna más difícil la
negociación. Según algunas interpretaciones, el derrumbe de los activos en el
mundo podría facilitar un acuerdo más rápido para la Argentina, un país
obligado a ofrecer rendimientos muy por encima del promedio del mercado. Pero
también hay quienes interpretan que en este contexto de desvalorización
generalizada, para los fondos será más difícil aceptar las pérdidas que supone
la renegociación de la deuda argentina.
Otro de los
peligros es que el deterioro de las paridades de la deuda argentina lleve a los
llamados “fondos buitres” a posicionarse en papeles del país para
después litigar intentando obtener el recupero del 100% del valor original de
la deuda.
En esta materia
también las opiniones están divididas, ya que algunos analistas consideran
que las turbulencias de los mercados internacionales también torna más riesgosa
la inversión en papeles como los argentinos.
En cualquier caso
si se demorase la resolución de la deuda el problema sería doble, ya que el
Ministerio de Economía se vería frente a la disyuntiva de utilizar
reservas para pagar los vencimientos en divisas a partir de abril o caer en el
incumplimiento. Y desde ya que un panorama incierto con los acreedores
externos complicaría también las posibilidades de reestructurar la deuda en
pesos.
Y como si todo esto
fuera poco, la irrupción del coronavirus complica la gestión
gubernamental. En medios empresarios se teme que en los próximos días se
tengan que cerrar fábricas y que se acentúe la recesión. La mayoría de los
analistas privados están corrigiendo a la baja los pronósticos de caída del
producto bruto interno para el año y se tiende a proyectar un retroceso
superior 2%.
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